31 marzo 2006


¡Hip-aro!

Andan los municipales con la porra enhiesta. No me extraña. Alguna lumbrera de la jefatura ha propuesto que sea obligatorio el saludo al estilo militar -¡hip-aro!- en sus relaciones internas y ante los ciudadanos, tanto al iniciar como al finalizar una conversación. A mi, cómo se saluden entre ellos me la trae al pairo, vamos, como si se quieren frotar mutuamente las narices como David el gnomo. Pero eso de que vaya uno tan tranquilo por la calle y de repente se le pare delante un armario ropero, se le cuadre, se lleve la mano derecha a la sien y te diga, te diga, yo qué sé: “Buen partido ayer, ¡eh, ciudadano!” pues acojona y además me parece un grave retroceso para las normales relaciones de las gentes con los de la gorra. ¿Qué puñetera falta hará que te saluden así si ya sabes que es un municipal, que se les ve venir a 100 metros de distancia? Ninguna. Alguno, que le van mucho las películas bélicas, que si no no se entiende. Pero han querido ir más allá y entre las normas de comportamiento, tales como no mascar nada mientras trabajan, no fumar, no apoyarse en nada –como si todo estuviera recién pintado- y no llevar pendientes, piercings y cosas de ésas, quieren colar una sencillamente asombrosa: “No podrán llevar las manos metidas en los bolsillos de los pantalones”. Llevo media tarde dándole vueltas al fin último de esta soberana chorrada, pero no doy con él. ¡Hummm! “no meterse las manos en los bolsillos”. ¿Será tal vez que a alguno, rasca que te rasca, se le iba al santo al cielo y con la emoción el ladrón Santo Domingo abajo? No sé, no lo pillo. De momento se conoce la propuesta, pero la lumbrera no ha ofrecido aún la justificación a estas novedades, tan vitales todas ellas y en las que seguro que ha invertido tiempo y esfuerzo. Ya está tardando.

30 marzo 2006


Tierra de diversidad

No sé qué se han creído los de Etxalar, si se han pensao que todo el monte es domingo y todos los días orégano o qué. Ahora saltan con que no tienen banda ancha y que Iribarren les prometió hace dos años que iban a tener banda ancha. ¿Ande vais vosotros con banda ancha, destalentaos? Encima de tener pueblo bonito, con sus vaquitas y sus pasteles en las calles para dar fe, y los tejadicos rojos y así a dos aguas y flores en los balcones y todo bien verde y bien sano, van y quieren banda ancha, seguro que para meterse en las páginas guarras y descargarse marranadas. Pues no. Vosotros a lo vuestro, a recoger castañas, a la pasa la paloma y a ponernos bien monas las casas rurales a los de Pamplona, que ya os llevaremos las pelis porno en un cd cuando vayamos, hombre, que lo queréis todo. Como los de mi pueblo, que como tienen la antena mirando para Kafarnaum o más lejos y la señal de La Sexta va a llegarles en agosto pues van a tener que ver el Mundial de fútbol por la radio. Eso si se sintoniza la radio. Claro, que también podríais hacer lo que voy a hacer yo para no cooperar con el chiringo de Polanco y Milikito, que es pagar tres euros a una web y verme los partidos vía cadenas extranjeras abiertas. ¡Ah, ya, que para eso hace falta banda ancha! Pues no sé, no se me ocurren muchas alternativas. O sí. Os podrías venir a Pamplona a ver los partidos y de paso veis El Corte Inglés y hacéis gasto y os pilláis un piso en Sarriguren, que bien bonita es Pamplona y mira que tiene bien de banda ancha y antenas a tutiplén. ¿Qué quién cuida entonces de las vacas? ¡Bah!, ponemos unas de ésas metálicas, como las cabras de López Borderías, que no dejan pasteles, que me dan mucho repelús cuando voy de casa rural, a hacerme uno con la naturaleza. Y se me manchan los náuticos.

29 marzo 2006


Demasiado

Para los que jamás hemos comprado un disco de Rocío Jurado y que a lo sumo hemos escuchado algunos fragmentos de Como una ola, la retrasmisión en directo de su enfermedad nos produce más o menos el mismo efecto que en Chipiona podría producir la por supuestísimo nada deseable e hipotética noticia de que El Drogas tiene la enfermedad de Huntington Korea. El pesar va siempre por barrios y pocos son los que pueden lograr ponernos a todos unánimes o casi, no ya en buenos deseos, que de esos hay para casi todos, sino en alabanzas postreras y necrófagas, que tanto se llevan, ministerios y medallas al trabajo incluidos, en este país de cinta de cassette de gasolinera. No osaré ser el que critique el espectáculo que todas las cadenas sin excepción están ofreciendo desde que la enferma llegara de Houston, agravado por el fallecimiento igualmente triste de otra artista de similar calado aunque de mayor éxito profesional –y, por encima de todo, con unos hijos que no han hecho bueno eso de cría cuervos y tendrás muchos, como le ha pasado a la Jurado con sus derivados: la Rociito, el ex yerno, el Albiac, la Mosquera, el Tony, la sobrina-Profiden y paro-. No osaré porque para qué, que las cadenas cogen el share (aunque me encantaría que los shares, como las ventas de discos o libros, se dieran por comunidades, para saber dónde vivo) y ahora mismo firmarían que cada mes enfermara una folclorica o un torero. Pero lo que realmente me repugna de todo esto es una frase que escuché a un supuesto periodista al morir la Durcal y que dice así: “Esperemos que Rocío Jurado no se haya enterado de la noticia”. Al resto de enfermos de cáncer les pueden ir dando pomada, pero que no se entere la Jurado. La Jurado, pobre, no está ya para enterarse de casi nada. El resto, de demasiado.

26 marzo 2006


Uso el huso

¡Hala, a jugar a pala! Desde esta noche vivo en Kathmandú, más a gusto que un arbusto, comiendo bayas y hormigas gordas y con los misterios al aire. Me costó, pero entre que en la tele sólo se hablaba o de El tema o de La Jurado y ya me tenían agotao, pues he aprovechao el cambio de hora y me he pirao a Kathmandú. Total, si a las 2 nos obligaban a poner las 3, pues me he estirao un poco y he puesto las 6.45, que es el huso horario de Kathmandú. ¿Qué pasa? Vivo en la hora que me da la gana. A las 08.00 hora nepalí me he levantao y mi rival ha hecho lo mismo a las 04.15 hora peninsular. Me ha pillao con barba de dos años y recitando unos mantras. “¿Qué coño haces, que son las cuatro de la mañana? Y tápate, que vas a rayar el parqué (bueno, esto no lo ha dicho, es de mi cosecha, que soy yogui pero tengo mi ego). Y no te comas esa planta, joder, que le eché abono ayer. Me voy a la cama”. “Ve, ve, alma amiga, chiu-chiu, vendrán miles de naves, chiu-chiu”. Y he bajao a la calle. Y me han detenido. 4.000 euros de multa. Por escándalo púbico. “Cóbrese, alma amiga, la próxima vez iré al Calderón, que sale más a cuenta, pero cóbrese. Y recuerde, cada pelo está numerado, como cada grano de arena”. Y me ha metido 1.000 euros más, por plagio. Da gusto, un municipal leído. Luego se ha levantao el viento del oeste y se me han helao los cataplines, que mucha multa pero ni un triste calcetín me han dao. Y he pensao: “Son las 09.45 en Kathmandú, así que ahora mismo tiene que estar terminando de cenar la peña en Nueva York, que seguro que hay un ambientazo que te pasas”. Y he cambiao la hora y todo fardao he levantao la mano y se ha parao un taxi amarillo y le he dicho: “A la Quinta Avenida”. Menudo pedal. Muerto he llegao a casa. Joder qué día más largo. Mañana que viaje otro.

25 marzo 2006


Caricatura

Entiendo que, para defender a tu socio de gobierno, se recurra a los juegos verbales. La oposición hace lo mismo y no pasa nada. Pasa que los que no disponen de semejante remanente léxico acostumbran a enfrentar la realidad de un modo más directo y, en el 95% de los casos, más honesto, como la preciosa chica del chiste (o chico, como quieran, parezco Eric Idle en La vida de Brian) a la que se acerca un pretendiente y éste le pregunta: “¿Qué, no dices nada?” y la otra contesta: “¿Pa qué, pa cagarla?”. Más claro, agua. Pero ocurre que, por no reconocer, los políticos, en general, se suelen subir a la rama y dicen cosas que molestan, no a sus rivales, que a esos les va en el sueldo, sino a nosotros. Me ha sucedido leyendo que Pérez Nievas, de CDN (esta vez ha sido él pero podría haber sido de cualquier otro partido), calificó el debate loseta-adoquín del Baluarte como “caricaturesco”. Si su intención era referirse al debate parlamentario, ahí no entro, que ellos sabrán. Si, en cambio, y más posible, se refería al debate social, no deja de ser un menosprecio a la capacidad del personal, de modo particular, intransferible y sin influencias externas de caricaturistas o columnistas, de quejarse por algo que se hizo mal, que eso lo podemos hacer todos, pero que se ha inquinado por la obcecación de algunos, y no precisamente de los ciudadanos, por negar lo evidente y tildarnos de exigentes y muy sensibles, lo que no se sabe si es un halago (“es que mi niño es muy sensible”) o una sibilina crítica. Miren: ese adoquín es una mierda. Lo dicen 9 de cada 10 dentistas (el 10º es el de Mangado), todo Pamplona y hasta la OMS si le preguntaran. Lo demás, filfa. Así que la arreglen y de paso que cubran las bajadas al parking, que nos vamos a matar. Y eso no es una caricatura.

24 marzo 2006


Por siaca

Entonces, hoy ¿qué hacemos? ¿Salimos de casa o no? Porque, esto de “a partir de las 00.00 horas del 24”, ¿es la noche del 23 al 24 o la del 24 al 25?, que soy de letras, y mañana jugamos contra el Athletic y me gustaría verlo y no sé si ustedes tienen la intención de echar la espuela o ya están saciados. ¿Se puede dejar de mirar debajo del coche? ¿Y el buzón, podemos abrirlo o qué? ¿Podemos entrar al bar y ponernos de espaldas a la puerta? ¿Vamos al curro con el coche blindao o nos dejan la opción de ir andando? ¿Le decimos al escolta que se vaya al pueblo a cenar o tenemos que esperar hasta las 12 de la noche, cómo va la cosa? ¿Porque si la tregua empieza del 24 al 25 ya sería mala suerte que me pasara algo justo hoy, no? Pero tampoco hay que tentarla mucho, ¿no les parece? Claro que, si era del 23 al 24, entonces pillamos mesa en la peña y luego podemos echarnos unos jarros por lo Viejo, como antes, ¿no? No, si ya sé que estas cosas no tienen importancia para ustedes, que están ocupaos, pero es que, saben, si me dicen que mejor me quede en casa igual aprovecho para ordenar correspondencia atrasada, que, por cierto, ¿qué hago con estas cartas, prescriben también o no, las quemo o las guardo por siaca? Y si dicen que puedo salir, pues me gusta organizarme, ir al mercao y a ver si no se acaba el mero, que cenaríamos mero. ¿Y eso de “permanente” es como la permanente de mi abuela, que hay que echarle laca cada 6 horas o cómo? Ya perdonarán, pero es que llevan tantos años dando por saco que ya comprenderán que entren las dudas y hasta, fíjense, se me haya pasado por la cabeza dar las gracias, que tiene cojones el asunto y más con el marrón que nos dejan ahora que a ver qué hacemos con él aunque ganas de hacer algo bueno tengamos. Pues que atentamente.

23 marzo 2006


Volver

Tengo mucha personalidad. Miento. Personalidad, poca. Lo que tengo son personalidades. Es que con una sola me aburro, me pasa como a Woody Allen en Zelig, y de ahí que haya leído lo que escribí ayer, cuanta seriedad, y me hayan entrado ganas de ahorcarme con la cortina del baño, como Richard Manuel, pobre, con lo bien que cantaba. Lo bueno es que el arrebato me dura poco, como los enfados, para qué, no merece la pena, que, a lo hecho, seno. Tengo muy mala memoria para los enfados, las personalidades y los principios. No tanto como Groucho Marx cuando dijo eso de “estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros”, pero sí que bastante flexible, al menos en lo accesorio, que no paso una cuando se trata de los principios fundamentales (Osasuna, El Maestro y la cerveza bien tirada, por este orden natural, que diría aquel otro). Uno de esos principios accesorios, o contingentes, era desde hace, ni sé la de años que hace, no volver a ver jamás una película de Almodóvar. Ahora recuerdo: desde que vi Tacones lejanos, Kika y La flor de mi secreto, como queriéndole dar una segunda y hasta una tercera oportunidad, me juré a mi mismo que nunca más iba a malgastar mi tiempo con el cine manchego-transexual, algo que reafirmaba cada vez que por la televisión daban imágenes de sus estrenos. No por nada, que el cine manchego-transexual me parece perfecto, pero es que me cargaba ya, como me cargaba él y su troupe y que cada vez que estrenara algo copara todos los suplementos dominicales, las televisiones y mi sentido del reparto. Y sé que con esta última ha pasado lo mismo o más, pero qué quieren que les diga, esta vez me fío de lo que dicen. Así que pienso volver. Antes iré a ver el documental sobre Javier Krahe. Que una cosa es no tener personalidad y otra no tener rumbo.

22 marzo 2006


Tradiciones

La primera lleva tres dedos, seis hielos y un generoso chorro de tónica. La ginebra es buena, de las mejores. Después de un duro día, qué menos para un soltero maduro que una buena copa, con las zapatillas puestas, la luz baja y la música que uno elija. Nunca le gustó ir a los bares. Mucha gente, demasiados ojos, música ajena. En casa no hay preguntas, no hay miradas, no hacen falta excusas. Algunas noches, las más, pasa a la segunda y de ahí a la tercera, cada vez con más dedos y menos hielos. Varias mañanas se ha despertado con un vacío en la memoria, un vacío en la botella y el lector de canciones con las pilas agotadas. No hay preguntas, no hay miradas. Las excusas se las da a sí mismo. Hoy volverá a bajar al colmado a por otra botella. Se ahorra mucho. No se acuerda de cuándo empezó, ni el motivo. Ni siquiera de si hace falta un motivo o de qué vino huyendo, si es que huía. Tampoco le gusta superar la línea, pero en ocasiones escapa a su control, pero no juzga ni quiere que le juzguen, aunque sabe que es un rito peligroso. Pero es suyo. Nunca le gustaron los que se apropian de los aciertos de los demás. Y aún menos los que se apropian de los errores. Lee las críticas a los jóvenes que hacen botellón. Le causa tristeza saber que algunos no pasarán la criba y se beberán su vida, aunque piensa que de igual manera tampoco la pasarían. También las críticas a los jóvenes por su pasividad ante la realidad social. Le resulta curioso que en un país con una larga tradición de pasividad, que nunca se levantó contra Franco y que se quejó tarde, mal y con miedo ante la ETA, sal tú primero que a mí me da la risa, ahora se quiera aleccionar a los jóvenes, adjetivarlos. Tal vez eso explique muchas cosas. Incluso de qué vino huyendo. Quiere dejarlo, algún día.

19 marzo 2006


Padre

Salvo casos desgraciados, todos tenemos un padre. Bueno, casi todos, menos el hijo de Ivonne Reyes y Gonzalo Miró, que a cambio tiene una novia menuda y una suegra. Y menuda suegra tiene, el que no tiene padre, al menos conocido, que de alguna manera es como no tener padre, porque cuando la gente se caga en él es como hacerlo sobre una entelequia o al buen tun-tun y eso a la gente no le gusta, quiere abonar terreno conocido. De ahí que los jornaleros andaluces prefieran cagarse en la suegra de Gonzalo, por ese tema del no padre o, mejor, por méritos propios. Escatologías aparte, tener un padre es buena cosa (no digo que tener dos madres no lo sea, sólo que tener un padre es buena cosa, que aquí últimamente hay que puntualizarlo todo), aunque en ocasiones, que no es mi caso, haya que estar de acuerdo con el actor George Burns cuando dijo que “la felicidad es tener una gran familia, cariñosa, diligente y que se preocupe por uno: pero en otra ciudad”. Ayer mismo vi a montones de críos con sus madres saliendo de las tiendas, consumiendo como lobos. Luego seguro que le dibujarán una postal con una casa y un perro y un sol y un señor y pondrán al lao del señor Mi papá o Te quiero mucho papá. Más os valdría haberos ahorrao la compra y gastar menos en actimeles (antes te daban un chusco pan y un pastilla de Dolca y a circular, ahora si no se meten tres actimeles al día no son nada. Nos van a salir todos decatletas). Porque esto del Día del Padre es un invento de los yankees, que son unos horteras, en general, y sólo busca el consumo, con el que a los Ramones Areces y Mohameds Al Fayeds que en el mundo son se les abrió el cielo. Una vergüenza. Por cierto papá, ¿qué quieres de regalo? “Que te calles, que está jugando Irujo. Y no comas tantos actimeles, manirroto”.

18 marzo 2006


El bicho

¡Cómo está la medicina! Fatal. Tanto que hasta los jueces mandan hacer analíticas, como la que Grande-Marlaska ordenó hacer ayer a Otegi, que tiene malitos los pulmones. Es lo que tienen los pulmones, que para funcionar tienen que espirar a gusto e inspirar con ganas, y los de Otegi pues como que no inspiran mucho, sobre todo confianza. Y se le han puesto malitos. Y entonces te cae una analítica completa, de sangre y de orina, porque el juez dice que el tratamiento que está recibiendo Otegi “no se corresponde con la enfermedad que tiene y hay que revisarlo”. Es un problema, que durante muchos años se han aplicado tratamientos que no se correspondían, o que no funcionaban, y pasa lo que pasa, que el bicho se ha hecho aún más resistente y por mucho antibiótico que le hayas querido meter se ha hecho gordo y fuerte y la enfermedad se ha ido por otros sitios, aquello se ha enmarañado y, pa cortar con aquello, al final, y haciendo un esfuerzo supremo, igual te ves obligado a sacrificar otras zonas vitales y acaba la cosa con que igual te quitan lo más malo pero te pueden quedar efectos secundarios y vete a saber si un brazo menos. Claro, que también estaban aquellos médicos de prácticas que decían que lo mejor, aunque no tuviera razón, era hablar directamente con el bicho mientras seguía machacando células y tú que no, que lo mejor era seguir machacando las células del bicho y luego si le quedan fuerzas ya hablaremos. Una terapia de choque en toda regla. Cierto que el bicho fue el primero en empezar y el que, de lejos, más daño ha hecho y que merecer no se merece nada, aunque, opinan otros, tampoco nada malo, pero no sé doctor, que yo es ver una bata blanca y echo a correr. En las películas dicen que lo mejor es cortar por lo sano. Pero queda ya tan poco sano...

17 marzo 2006


¡Strike tres!

Cuando era pequeño bajaba mucho a El Soto de Burlada, con mi abuelo. Luego ya sin él, porque un día se murió y se fue al sitio donde se van los abuelos que se parecen a Henry Fonda y a Quini. Veía sobre todo los partidos de fútbol del Burladés, en casi todas sus categorías, y también las competiciones de atletismo. Recuerdo que una vez incluso llegué a ver al gran Antonio Corgos saltando longitud. Llegó en un Ford Escort blanco conducido por él mismo, se quitó el chándal, saltó 7,78 metros y se fue con sus 10 kilos de cadenas de oro a otra parte, a Barcelona, supongo, que es de donde era, Corgos. El martes volví a acercarme, no fuera a ser que la riada hubiera traído de vuelta a Corgos. O a mi abuelo. Ni rastro de ellos. Pero sí vi lo que vería un ciego: que ese campo de béisbol, donde antes estaba el campo de fútbol de tierra, es una absoluta locura estando donde está y teniendo de vecino a quien tiene. Porque ya fuera por el volumen del agua caída, por el desembalse de Eugi (no sé si los pantanos tienen obligación legal de demostrar si han abierto o no, cuándo y cuánto. Si no es así, sería lógico que sí) o por las dos, se avisara o no se avisara a tiempo (mira que avisar con las sirenas de los coches, estando, como dice mi tío, las campanas. Molestar molestan, pero para avisar son únicas) lo único cierto es que ese campo es carne de inundación y, para los vecinos de Burlada, de gasto añadido casi anual. Entiendo el deseo del equipo Arga de tener un campo semejante, e incluso del propio ayuntamiento, pero alguien les tendría que haber parado los pies y los bates. Porque a mí también me gustaría volver a ver la boina de mi abuelo y las cadenas de Corgos saltando 7,78 pero lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. Es lo que hay.

16 marzo 2006


Desalmao

Hay gente desalmada. A puñaos. Hay uno, sin ir más lejos, pero tampoco más cerca (que el tipo vive en Chicago, que ya hay trozo), que ha vendido su alma. Así, a pelo. Y va por la calle sin alma, tan campante. Esto nos pasa aquí y lo acordonan, como al macrobotellón. Y además no se la ha vendido al diablo como el bluesman Robert Johnson, al sexo oral como Warren Beatty o a la propia ciencia, a la que tan bien le vendría un alma, para meterla en una probeta y hacerle esas cosas que hace la ciencia, ya saben, preguntas y eso, en contraposición a la fe, que cree y punto. No. Se la ha vendido a un tal Henderson, que no es aquel base tan cojonudo que tuvimos los Celtics, sino un simple ex pastor de Seattle, que la compró para salvarla. Por 504 dólares se la vendió, por internet encima, por eBay, que es como Sotheby`s pero en casa y en pantuflas (mi amigo Tubbs se compró por eBay un Renault 6 por 300 euros. Fue hasta Alicante, porque el trasto estaba allí, lo pilló y lo dejó en Murcia, donde tiene un campo base con su rival. Y se volvió a Pamplona, tan pichi. Tengo amigos de ese pelo). Se la vendió porque dijo que es ateo y que entonces no le sirve para nada. Lo hizo aceptando que el comprador le impusiera unos ejercicios espirituales, para demostrar que el alma no existe, y para más inri no se metió el dinero en el bolsillo, sino que indicó al comprador que los donara a una organización seglar que dirige éste último. Visto lo visto, demostró que el cerebro tampoco existe. Porque esto de creer o no es como la definición de música; hay dos tipos de canciones: las que te gustan y las que no. Y además pa ese viaje no hace faltar vender el alma hombre. Con habérsela alquilao te bastaba. Y tú, mientras, te vas apañando con una de Protección Oficial, como hacen muchos.


15 marzo 2006


El palillo

El lunes estuve en el banco. Cojo número en una de esas máquinas que tienen, igual que en la carnicería. Al fin y al cabo es lo mismo; va de vísceras. En una te las venden y en el otro te las sacan. “Vengo a pedir un crédito”, le digo a Fortu. “¿Pa qué lo quieres esta vez Jorge?”, me dice. “Ya sabes, cosas mías, mis asuntillos. ¿Puedo o no?”, le contesto. “Mari Carmen, ven para aquí si puedes a atender a Jorge”. “¿Qué quiere?”. “Otro crédito”. “¿Otro créditoooo?”. Ésta que resuena es la voz de Ricardo, el director, que se asoma desde su despacho. “Sí, ¿qué pasa?, otro. A ver si voy a ser yo menos que Gallipienzo. Hasta que no llegue a 10 créditos concedidos no paro. Tan navarro como él soy pues”, le replico. Se reúnen los tres en torno a mí, a ver qué se cuece esta vez. El Director General no sé, pero estos tres son buena gente, de verdad, pero, como decía aquel verdugo, alguien tiene que hacerlo. “A ver, Jorge, majetón, no puedes andar pidiendo créditos cada lunes. Esto no es la cartera de mamá, esto es un banco y, lo quieras o no, voy a tener que mandar la petición a riesgos y ya sabes cómo son los de riesgos. Si no ven una nómina y un aval no hay nada que hacer. Y además va a subir el Euribor”, me explica Ricardo, paternal. “No te preocupes, todo lo que sube baja. Pregúntaselo a Nacho Vidal. Y aquí está la nómina y aquí tienes el aval: mis dientes. Con lo que me he gastado en ellos, deben valer ya cerca de los 3 kilos. Y esta vez serán sólo 3.000 eurillos”, le señalo. “¿Para qué los quieres?”. “Es que empieza la Semana del Pincho”. “No me digas más. ¿Riesgos? Sí, buenas, soy Ricardo, que os mando a Jorge. Darle por lo menos 6.000 euros, a ver si le llega para tres rondas de pinchos”. “Gracias Ricardo. Sí, tranquilo, que el palillo me lo llevaré de casa”.

12 marzo 2006


El móvil

Los seres humanos o, como dice el nuevo presidente del Real Madrid, las “personas humanas”, no tenemos remedio. El viernes me crucé con un conocido. Antes de cruzármelo, lo vi. Y él a mi. Entonces, a una distancia que él consideraba prudencial, sacó el móvil y se lo adosó a la oreja izquierda. Mientras hablaba, nos dijimos adiós, adiós. Como si yo fuese tontolculo, que lo soy, pero, para eso, no. Y no. Porque esa misma táctica, que usan los famosos, la he usado yo miles de veces, no fuera a ser que el conocido fuera a tener ganas de pegar la hebra y nos dieran las 10 y con eso de estar 24 horas en la calle a la intempiere el ayuntamiento nos diera una plaza de Municipal. Tengo otro conocido, con el que hice la carrera, con el que llevo 5 o 6 años cambiando de acera. Él se pensará que yo no me fijo o se creerá que soy Rompetechos, pero, si algún talento tengo, es la vista, ni lo duden. Desconozco el motivo por el que se niega a saludarme, tal vez sea timidez o pereza, pero el caso es que, en una ciudad pequeña, pararse con todo Cristo es un ídem. Y lo es porque, o bien no queremos saber nada del stress de la ciudad o, cuando estamos en el campo, no soportamos que se nos acerque un desconocido o nuestra propia madre. El caso es que cada día nos cruzamos más de acera y sacamos más el móvil. Y es una pena. Porque el móvil es una herramienta que, a día de hoy, no merece la pena. O sí. Vale lo mismo para aislarse que para comunicarse, pero, como ya dijo Neil Young, “aquello que te hace vivir te acabará matando”. Y entonces pienso en si todo esto del proceso, o como lo quieran llamar, no será algo parecido, porque no hablarse con los de casa es una derrota. Aunque todos tengamos un móvil pero, eso sí, la gran mayoría, mucho más grande que otros.

11 marzo 2006


Irati

¡Anda!, los romanos empiezan a mirar a la pequeña aldea gala. A buenas horas, pero mejor mañana que pasao. Ya he dicho alguna vez que mi pueblo está en la Aezkoa, aunque, prácticamente, sólo vayamos en verano (de ahí que el gran Fignon, ¡aupa ese Juanluixio!, nos llame juliero-agosteros. Ya te pillaremos en fiestas de Olaldea, je-je), pero eso no quita para que, sin ser de allá, nos sintamos de allá, que mi abuela ya va para 70 veranos consecutivos e íntegros, y que la situación del pueblo y del valle en general, al igual que el de Salazar, nos aturda. Porque, por un lado, a nosotros en teoría nos debería alegrar que por allá no pase gente y que aquello no se convierta en un destino masivo o sencillamente en un destino, pero la verdad no es ésa. La verdad es que el año pasado contamos casa por casa los habitantes que había hace 25 años y los de ahora y habían bajado de 140 a 60, algo alucinante. Y la media de edad rozaba los 60 y hace apenas tres años que nació la primera persona en los últimos 20. Y eso, frenar esa tendencia, es infinitamente más importante que el simple hecho de que un día este yo a mi bola en el Ferretazulo, que es un pozo, pegándome un baño creyéndome Robinson Crusoe y me aparezcan dos tipos de Madrid diciendo egque o dos catalufos que me dicen escolta: “No necesito, gracias”. Si luego coméis en el Auñak o en el Errotaberri o en Betolegui o en ... me aguanto, faltaría más, y a ver si la rueda sigue y sigue y sigue y, si no volver a lo de antaño, al menos que puedan resistir los que están, con un desarrollo lógico y sin cambiar la esencia. Confío en que ese plan, ese Ecodestino Irati, salga para adelante. Y rápido. Y que tenga dinerines, porque de buenas palabras estamos ya un poco hartos. Hasta mucho más arriba de la cima de Petxuberro.

10 marzo 2006


Tan fuertes

He dejado pasar unos días para ver si la primera impresión se atenuaba y la noticia se iba por el sumidero por el que se suelen ir la gran mayoría de las noticias, que suelen tener la importancia inversa al ruido que ocasionan o, como poco, mucho menos interés del que sentimos las personas hacia ellas. No he podido. Desde entonces hemos tenido 30 noticias del año y yo sigo pensando en un abuelo de Ochagavía que atropelló sin querer a su nieto de apenas un año y lo mató. Dice César Vallejo que “hay golpes en la vida, tan fuertes. Yo no sé!”. Puedo imaginar golpes más fuertes aún, pero no imaginar la fortaleza que habría que tener para soportarlos. Todos hemos tenido golpes en esta vida y seguramente nos quedan unos cuantos por aguantar, pero yo, sólo con pensar en este hombre, me parece que todo lo que me ha pasado o me pasará jamás alcanzará a lo que estará pasando él. La rabia, el dolor, la pena, el sentimiento de culpa, la vergüenza incluso, todas estas emociones por separado son capaces de desarmar a cualquiera, por muy fuerte que uno se crea. Pero cuando se juntan, joder, cuando se juntan tiene que ser algo por demás. Y sé que hay mucha más gente en el mundo que sufre que la que disfruta y seguramente incluso más que este hombre y durante más tiempo y por motivos aún más duros, pero, la verdad, ahora mismo sólo puedo pensar en él y escribirle esto que no le va a servir para nada pero sí para que si yo, que no soy sino uno más de los que nos quedamos acongojados pero tengo la suerte de poder decirlo aquí, puedo decirle aunque sea que nos acordamos de usted pues se lo digo. Y no crea que yo se lo digo porque sea un sentimental, qué va, que lo mismo lloro que juego al mus. Usted juegue al mus, por favor, que le quedan muchas partidas que jugar. Y que ganar.

09 marzo 2006


En el parque

Corre un rumor: que Pepe Navarro es el padre del hijo de Ivonne Reyes. Coño, no, que me he liao, que esto de escribir al tiempo que estás oyendo cómo en el Tomate están despellejando a alguien no tiene que ser nada bueno. Tendré que dejarlo. Lo de escribir. El Tomate, ni loco. Al rumor, vayamos al rumor. El rumor apunta que este viernes, a las 10 de la noche, se va a celebrar un macrobotellón en el parque de Yamaguchi. Para los que no lo sepan, un macrobotellón consiste en beberse hasta el agua de los floreros y chupar la que queda en los hisopos. Y hacerlo en la calle y con mucha gente haciendo lo mismo a la vez. Mangarse por mangarse, pero eso sí, al aire libre. Y montar una ruidera excelente y una meadera no menos magra y a ver si salimos en la tele. Se convoca vía móvil o internet y así funciona. No pienso ir. No por nada, pero es que me recuerda a una de las primeras veces que íbamos de discoteca y a uno del colegio, que no nombro porque todos tenemos un pasao, le dijeron que había descanso pa merendar y nos apareció con el bocata. Y ya no estoy para vergüenzas. A ver si llego allá y no hay un alma y me tengo que meter al Planetario pa disimular. O peor, al sex-shop. Y me encuentro con 10 o 12 conocidos incautos como yo que iban a ver qué pasaba con el botellón y llevan ya 20 euros gastados en las cabinas. “¿Qué, vienes mucho por aquí?”. “¿Yo? Qué va, primera vez, por ver cómo es”. “Ya”. Pues eso, que no iré. Además aquí, en Pamplona, que tenemos un botellón de 9 días. Pero no, esta juventud lo quiere todo. Ya me los veo montando una bacanal del copetín donde el estanque. Si es que ya lo dice El Maestro: “Todo el mundo está haciendo el amor o esperando a que llueva”. Yo esperaré a que llueva. O veré ¿Dónde estás corazón? En el parque estoy, atontao.

08 marzo 2006


Tocho

Si se encuadernasen, las negociaciones de los convenios de Volkswagen-Navarra, con sus propuestas, sus contrapropuestas, manifiestos, apariciones en prensa papel, etecé, etecé, bien podrían dejar a la Enciclopedia Británica como un mero librito de instrucciones. Un peazo tochos serían. Como tocho es todo el proceso en sí, que ya ni me acuerdo desde cuándo dura esto de que si firmo que si no firmo que si sé más flexible que si por aquí voy a ser yo más flexible y suelta más tela marinera y menos horas y ya hablaremos. ¿Puede ser que lleven dos años negociando o sólo me lo parece a mí? Es que agotan, la verdad. Ahora, además, han convocado una huelga para así presionar a la empresa. Y no digo yo que no tengan razón, pero tampoco puedo saber si no la tienen, porque con tanta tinta como la que hacen correr al final esto se convierte en algo mucho más complicado de desentrañar que, no sé, el Estatut, por ejemplo. Unos dicen que esto no va a suponer sino un paso más para que los alemanes vayan encargando el candado. Otros que y qué, que si hay que morir al menos que sea con dignidad. Algunos incluso critican a los trabajadores, a los que califican como los privilegiados de la industria navarra. No sé, ni idea, que por no tener no tengo ni coche, sólo sé que entre todos aburren al más pintao y que buena pinta no tiene la cosa, no. Será por eso que me acuerdo de ese gran On Elvis Presley’s Birthday del no menos grande Elliot Murphy cuando canta “no amo este lugar en el que vivo, está localización geográfica concreta, pero me he acostumbrado a ella y la echo de menos cuando estoy fuera”. Yo tampoco amo a Volkswagen, pero seguro que la echaré de menos cuando no esté aquí. Pero bueno, somos una tierra fuerte. Si superamos la retirada de Jan Urban, esto más fácil aún.

05 marzo 2006


De más

Leonard Cohen dijo de El Maestro: “Es uno de esos personajes que aparecen cada 300 o 400 años”. Mi primo David es parecido. No tanto como El Maestro, aunque todo llegará, pero, por lo menos, uno de esos personajes que hay cada 300 o 400 portales. Comí con él hace nada y, por no sé qué de un viaje que tenía que pagar esa tarde, tuvo que bajar al cajero a sacar dinero. Bajó, sacó el dinero, subió y empezó a sacarse la pasta de los bolsillos, mezclando la recién sacada con otra que ya tenía de antes y con montones de papeles (es uno de esos elementos que está metido en 30 jaleos a la vez, además de estar acabando Medicina, y tiene hiperactividad, de la buena. Baste decirles que, cuando tenía 3 años, una noche me quedé a cuidarle a él y a su hermano y se despertó a las tres de la mañana y me dijo: “Pimo Jorge, quiero vestirme de Spiderman”. Lo vestí). Entonces empezó a contar los billetes y, todo serio y convencido, soltó una de esas frases que permanecerán en la memoria, indelebles, y que en mi familia, como somos muy tradicionales, transmitiremos de generación en generación: “El cajero me ha dao dinero de más”. Su padre, que se llama como yo (mejor, yo como él) y que ya me ha dicho que se va a tener que poner retrovisores en las gafas porque tiene miedo de que le sigan a causa de mis artículos, je-je, no daba crédito, morirse quería. Yo hundí el tenedor en los macarrones, a ver si había alguna especia rara, algún mongui, yo que sé. Nada, sólo orégano. Desde aquel día mi primo no ya sólo es el médico oficial de la familia, sino que hemos decidido que sea él el que nos va a renegociar las hipotecas. Qué coño nos importa que haya subido el Euribor. A un tipo al que el cajero le da dinero de más no hay Euribor que se le resista. Eres una joya, primo. Y lo sabes.

04 marzo 2006


Receta antigua

Nos van a poner tranvía. Maravilloso. Siempre he soñado con saltar a un tranvía en marcha, como en las pelis, y despedirme de mi amor agitando un pañuelo: “Adiós, adiós, vida mía. Voy a Burlada”. Y llegar a casa de mi abuela y que me diga: “¿Qué, michico, has bajado en villavesa?”. Y decirle: “No, abu, qué anticuada estás, he bajado en tranvía. Veníamos sólo tres, pero le hemos pegao una pasada a la villa a la altura del surtidor que le hemos levantao las pegatinas de la carrocería”. Y mi abuela, igual que dijo Josep Pla cuando vio por vez primera las luces de Nueva York, me preguntaría: “¿Y todo esto quién lo paga?”. Entonces le diría: “Abu, eres de la cofradía del puño. ¿qué más da quién lo paga si no contamina?”. Y mi abu me respondería: “Ya, pero usa electricidad y la electricidad ¿de dónde se saca? Porque no se saca de partir nueces. En algún sitio estarán quemando petróleo o lo que sea para que tu tranvía carrule ¿no?”. De ahí que le tuviera de apuntar: “Abu, eres de un positivo que aturde”. Y ella sentenciaría: “Mira, michico, me parece bien que os queráis parecer a las ciudades bonitas del mundo aunque no os haga falta, pero ¿no crees que habiendo invirtiendo menos dinero y un poco más de organización e imaginación se hubiera podido mejorar el transporte urbano comarcal sin necesidad de gastarse un dineral y sin tener que levantar el suelo de media comarca? ¿Ha calculado alguien el coste unitario de un viaje? ¿Por qué no usan biodiesel las villavesas? ¿Por qué no amplían las frecuencias, los recorridos, los servicios? Te digo el por qué, o uno de ellos: porque nadie pasa a la posteridad por mejorar lo que ya hay. Por cierto, la tía ha preparado anchoas fritas, con la receta antigua: buen material, cariño y dedicación. Que invente Ferrán Adriá”.

03 marzo 2006


Irujo

Indurain nos dejó un gran legado y un carácter difícilmente repetible, ni bueno, ni malo, sólo el suyo. El problema es que desde que instauró esa forma de hacer y decir, todo aquel que no actúa de similar manera parece ser un macarra o un engreído, directamente. Y eso no es así, no todo es o blanco o negro. Digo esto porque el otro día se montó una mediana en la elección de material del Irujo-Eulate contra Esáin-Ruiz, que se juega mañana. Irujo acabó muy mosqueao con el material, que, según los presentes, más que pelotas eran misiles de corto alcance. Nada nuevo, lo del material. Pero la diferencia fue que Irujo no atendió luego a los medios y algunos elevaron sus quejas por ello y por el fuerte carácter del de Ibero. Patxi Ruiz señaló incluso que “a ellos parece que les gusta quejarse”. Nada tengo contra Ruiz, pero juro que a mí me hacen la estorbada que Irujo (consciente o inconscientemente, eso sólo lo sabe Irujo) le hizo a Ruiz en la semifinal del Manomanista del 2005, y además le dan el punto a Irujo, como así fue, y le pego fuego al frontón (y así fumamos todos). Ruiz se limitó a mover un poco los hombros. No lo critico. Me limito a valorarlo. Tal vez Irujo no hizo bien al no atender a los medios o quizá pensó que con el cabreo que llevaba la iba a liar más, no sé. Conozco a Irujo, a qué negarlo. Bueno, no, conozco al Irujo que va desde sus 0 a sus 10 años. Desde entonces no le he vuelto a ver en persona, pero sí todos sus partidos televisados y sus declaraciones. Y me parece, es una opinión, que hasta la fecha tiene el carácter que hace falta en la cancha y, fuera de ella, el que Charol y Vitori le enseñaron; templado y, por ahora, respetuoso. Y es que confundir nervio y temperamento con chulería es un insulto a la diversidad del género humano.

02 marzo 2006


No

No pitaré durante un partido a un jugador de mi equipo. No dejaré de animar a mi equipo en el campo a causa de hechos externos que nada tienen que ver con mi equipo, aunque tenga toda la razón del mundo. No me creeré el centro del universo por mucho que con mis cánticos venga animando a mi equipo desde tiempos inmemoriales. No cometeré la osadía de pitar a los que animan a mi equipo porque yo estoy en huelga de ánimos. Entenderé que cada cual es muy libre de expresar su apoyo a mi equipo según y cuando se le dé a entender, siempre y cuando con esta actitud, callando o animando, no perjudique a mi equipo. No pensaré que el mero hecho de ser socio me confiere un status superior sobre aquellos que, por diversos motivos, no lo son y que, cuando pueden, acuden al campo con la misma ilusión y entrega que la que tendrían si llevaran 35 años sin moverse del palomar de Infantiles. No caeré en la triste tentación de pensar que el detalle de ubicarme en la zona más marchosa del estadio me eleva a la categoría de mayor rojillo de la historia, puesto que recordemos que hay seguidores que casi nunca han pisado el estadio pero que apagan la radio y se meten en la bañera con la música a tope para evitar infartos. Seré de mi equipo porque así me lo dictan mi cabeza y mi corazón, no tanto para aparentar ante los demás, forzando un sentimiento que posteriormente desaparecería o se atenuaría y que, sin remisión, me elevaría a la condición de tribunero, esa especie de seguidor que, al parecer, tanto me molesta. Si animo más que los demás será porque me lo pide el cuerpo, no para que el resto del estadio me lo agradezca el resto de los días de mi vida. No haré caso de los pelmas que me aconsejan en la prensa lo que tengo que hacer cuando voy a El Sadar a ver a Osasuna.

01 marzo 2006


El taper

Qué irá a meter el hombre este en ese taper, me decía yo. Acababa de pasar un rato más que malo. No había hecho ni salir y claro, con el fogonazo de luz y la tontera que llevaba, porque me pilló en mitad de la siesta, estaba medio lela, con la boca pastosa y la digestión a medio hacer. Entonces va el hombre este y ¡zaska!, desconecta el cable. ¡Hala, ni teléfono, ni internet, ni ADSL, nada, el cable a tomar viento y el tío que se lo lleva y a mi que me entra la llorera y mi madre entonces también se echa a llorar y yo que pienso que a buenas horas y que si hubieras pagao la cuota esto no hubiera pasao y no nos habrían quitao el cable! Y el hombre con el taper en las manos y que le dice a una enfermera: “Mandar esto a Tucson, Arizona”. Pienso: “Muy mala tiene que ser la comida yanke para que la gente de Arizona tenga que llamar a Tele-Taper a Madrid. No me quiero ni imaginar el tute que tiene que llevar el repartidor”. Luego ya como que se me pasó el cabreo, porque en casa también tenemos ADSL, de cuatro megas. Un día se me terminó de caer el cable y estuve por decirle a mamá: “Mira, ahí va lo último que quedaba del modem”. Pero no le dije nada, porque justo estaba ella con un disgusto tremendo leyendo en el periódico que eso que había en el taper que habían mandado a Arizona era mi sangre por si me ponía enferma en el futuro. Enferma me puse entonces. Mira que no hay sitios en el mundo para mantener congelado el taper y lo mandan a Arizona, que cae un lorenzo que te pasas. Mira que no hay sitios cerca de casa para guardarlo y se lo llevan allá, a meterles a los gringos divisa extranjera. Mira que sé que los padres primerizos hacen cosas raras, pero esta vez se han pasao. Quiero mi taper, la sangre de mi sangre. Ya lo guardaremos en el frigo, donde los actimeles.