30 septiembre 2011

'Banzai'


Deberíamos ir –metafóricamente, ya saben cómo utilizan los demagogos las llamadas a la violencia, cuando hay taaaantas clases de violencia- a Diputación y prenderle fuego hasta que ardiera el mástil y con las cenizas encendernos el cigarro y contemplar con el sosiego del trabajo bien hecho cómo se disipa la última voluta. Empezar por ahí, por lo más directo, y seguir por un montón de sitios, hasta que no quedase en pie nada o casi nada de esta comunidad tan mona y tan asquerosamente pija de la que todos –pero unos más que otros- formamos parte. Y luego deberíamos volver a casa y darnos de hostias contras los espejos por lerdos, por aceptar subvenciones para cambiar de lavadora y de coche y así hasta la náusea y por permitir que haya colegios concertados en nombre de la sacrosanta y falsa hasta el vómito libertad de elección, por permitir, qué sé yo, que una orquesta se lleve 700 millones de pesetas, por dejar que los mismos que han hecho esto lo sigan haciendo –no digo que otros no lo hubiesen hecho, pero eso son hipótesis- y les sigamos votando como fiemos, por dejar que un tipo que nos ha facturado o ha querido hacerlo por sus estudios de tinktank nos hable de copago –cotuspelotas, mamón-, por dejar que un infame consejero hable de “huelga política” –todo es política, artista, todo: ¿no ves que diciendo eso te criticas a ti mismo y todo lo que representas?-, por tener en Asuntos Sociales a Miss Vestido, por no enterarnos cómo se van a subir el sueldo los banqueros, por haber jaleado –unos más que otros- TAV, Arena, Los Arcos –faltan flechas para tanta diana- y tantas y tantas y tantas cosas. Pensé solo esta frase en verano: el día que compre cartuchos, tendré que comprar muchos. Es metafórico, es metafórico, lo repito. Siento la violencia. Solo nos defendemos.

29 septiembre 2011

Lo ha vuelto a hacer


Escribir un libro, Patxi. No tiene solución, Patxi, Irurzun, no la tiene, es como Rulfo pero al revés. El último se llama ‘Dios nunca reza’ y lo ha presentado hoy. He ido porque no tenía otra cosa que hacer, más importante. Bueno, aunque la hubiese tenido, hubiera ido. Es la primera presentación a la que voy en mi vida y espero que sea la última, aunque Patxi, como era de esperar, ha estado espléndido, porque pide perdón mientras habla, aunque no lo pida con la boca. Estuve en otra esta primavera pasada pero en aquella yo era el muerto en el entierro, así que aquella no cuenta. Esta vez lloraba por el finado –debería dejar de leer a ciertos columnistas- y el finado ha hablado muy bien, casi tan bien como escribe, que es muy aproximado a lo que siente. Patxi Irurzun no es mi amigo, pero no me importaría que lo fuera. Pero no tiene tiempo. Tiene que escribir. Y eso es genial. Le he preguntado -porque estábamos pocos y los silencios se expanden- a ver cuándo deja de escribir libros para escribir un libro y se ha reído y el editor, que también ha estado muy bien, me ha mirado con cara de ‘¿quién es ese payaso?’ pero en realidad lo preguntaba para que lo apuntara el único periodista que estaba en al acto. Porque la verdad es que no sé si debe dejar de escribir libros para escribir un libro y quizá sea al revés, que cuanto más escribe escribe mejor, pero yo se lo pregunto, que para eso soy periodista aunque solo sea de este blog. He ido a Auzolan y no había media alma, aunque al entrar Patxi ya ha cubierto el cupo necesario de almas. Hay alma en Auzolan hasta 2023, fácil.

Patxi –lo he 'sufrido' como compañero de trabajo- tiene el corazón de un ángel, la timidez de un niño y los dedos de un diablo. Te puede destrozar en una línea, pero no lo hace. Hacía folletos para hipotecas en una empresa-zoológico en la que coincidimos poco tiempo para la parte de la convivencia y demasiado para la parte de la arrogancia. Nos reíamos tanto como alucinábamos. No voy a recordar aquel año porque no me creería nadie y además no merece la pena, todos somos hijos de alguien y algunos incluso hasta padres, lo que no deja de ser asombroso. Llegamos a pensar Patxi y yo y otros compañeros que estaban grabando sin nuestro permiso algún documental para National Geographic pero sin cebras. Siempre tendremos la duda. Patxi ha escrito de eso –por dignidad- y también de sus dos hijos, de una mudanza, de esta Pamplona en la que te pueden dar por saco los habituales pero también y más los autocalificados como progres –aquel jefe nos sacó unas pastas el día que murió Pinochet, en fin- y de todas las cosas que le convierten en mi a escaso juicio en un escritor de primer orden con muchas cosas que decir y que decir bien. Patxi no es de esos escritores de los que puedes decir ‘no ha dicho nada pero qué bien lo ha dicho’. Podría serlo, claro, con la Blakandeker, pero pasa. Él dice cosas porque ha venido aquí a compartir lo que le pasa por la cabeza y ve y a que lo leamos y aprendamos y él de nosotros cuando le leemos. Por eso me jode que se le lea poco y por eso le pregunto que cuando va a escribir un libro y no tantos libros fantásticos, aunque me mire un simpático señor con bigote con cara de justificado espanto. Enhorabuena, señor tímido, cuando me lea su libro, le diré, pero no tengo duda ninguna de que me va a encantar. Joder, me gustaban hasta los textos para hipotecas que hacías en aquel puto frenopático, como para no gustarme esto.

Pd: el libro cuesta 17 euros, se llama ‘Dios nunca reza’. Un señor que pasaba por allá le ha preguntado que a qué Dios se refería y Patxi, pidiendo perdón por hablar, le ha contestado con su legendaria y la infinita educación del que ha sido barrendero –barrendero de verdad, de la mierda que dejamos los demás- que ‘no es un Dios concreto, de ninguna religión, podría ser el capitalismo, o el consumismo o el ecologismo o algo. Se refiere a que solo nos tenemos los unos a los otros para ayudarnos’. Patxi es un genio. Yo lo he visto. Lo ha vuelto a hacer.

Lean también ‘Janis, mi dulce y sucia Janis’ y ‘Atrapados en el paraíso’ y ‘Cuentos sanfermineros’ y ‘La polla más grande del mundo’ –Patxi escribe unos textos preciosos para niños en una web- y ‘Ciudad Retrete’ y unos cuantos más. Lean lo que les dé la gana, hombre, pero luego no digan que no se les avisó, jeje. A mi esta publicidad me da vergüenza y es la última vez que la hago, pero la hago porque es mi obligación como lector, no porque me lo haya pedido él. Patxi no haría eso en la vida, por eso lo hago yo.

Hígado


Cuando bajo a comer a casa de mi abuela y llego con mucho adelanto sobre el horario previsto por la organización, revuelvo los cajones. Como ya no me hace falta birlar un duro para bajarme a Felipe a por gominolas -porque ya no como gominolas y Felipe se jubiló-, reviso otras cosas. Lo que más me gusta mirar son las decenas de libretas pequeñas de anilla en las que mi abuela hasta hace poco apuntaba, fechadas con su lunes 14 de febrero de 1985, lo que compraba, con su letra clara pero revirada y de boli Bic y en formato columna: lechuga, 25; pan, 30; leche, 60; hígado, 150; vino, 75. Y el Total y así y siempre en el total el sustantivo pesetas. A mi abuela no le ha faltado nunca, aunque tampoco sobrado, pero, eso sí, de vez en cuando me decía: toma y compra de ésos After Eight de menta. ¡Pero no le digas nada a la tía! Duraban dos noches y a los dos el empacho una semana. Y vuelta a empezar. Como le dije una vez: total, para 35.000 días que vas a vivir. Oigo, veo y leo estos días, estas semanas, un aluvión de asuntos relacionados con recortes, inutilidad de gastos emprendidos, excesos gubernamentales a cargo -o cuando menos permitidos- de aquel que nos habló del Cabo de Hornos y sobre todo lo oigo, veo y leo de bocas, ojos y plumas ciudadanas y mediáticas -todos nos equivocamos, faltaría- calladas hasta hace bien poco como mi tía cuando sabía que esas comisuras que se nos quedaban a mi abuela y a mi a la noche no eran normales e incluso pelín caras. Tampoco se trata de andar ahora con el pecho pa fuera -periodista berberecho, todo el día sacando pecho- pero quizá para las siguientes compras mejor que vaya mi abuela, aunque ya no baja porque dice que todas las abuelas le meten codo en la cola: ya sabes, michico, cuanto más viejas, más pellejas. ¿Un after eight?

28 septiembre 2011

Otoño


Es otoño. El otoño es mi madre. Igual que hay personas que unen colores a otras personas para otorgarles características propias –ésa es azul, ése es amarillo-, mi madre es el otoño. El resto de estaciones no tiene dueño, pero sí el otoño, cuando una tarde estabas a las seis y media en el patio descubriendo la amistad y brillaba el sol y al día siguiente te habían quitado una hora por algo que pasó en 1973 y que nos importaba un huevo pero ya no veías el balón y Kiko te metía tres goles por el mismo sitio y había que irse a casa porque cruzar aquel descampado de noche era para yonkis y pajilleros y nosotros aún teníamos diez años y volvíamos los tres juntos a casa y al despedirnos nos decíamos mañana a y media, como si no supiéramos que siempre era así y que así sería. Entonces llegabas a casa y tu madre estaba ahí. Contenta. Y ya era otoño, después de un verano fantástico en que podías llegar más tarde tras una primavera espléndida. Y era otoño, por el simple hecho de que de golpe ya era de noche y refrescaba y tu madre te preguntaba qué tal y a ver dónde te habías roto otra vez la rodillera y vaya sudada que llevas vete a la ducha y si tienes tarea hazla y mamá no tengo y a las ocho echan el fútbol ¿podré verlo? Y era que sí, claro, mientras planchaba y sonaba la radio, aquellos programas de Radio Pamplona con olor a suavizante y ayúdame a doblar las sábanas y quién juega pues el Barça la Recopa ¡ahh, pues papá también querrá verlo y no discutas con tu hermano! Sé que en otoño hay niebla y caen las hojas y salen los castañeros y la gente se pone algo triste, pero para mi es la mejor estación del año, porque el otoño, por si no se lo he dicho, es mi madre. Ya es otoño y mi madre hace hoy 69. Pa habernos matao, ¿verdad, mami? Pero no. Espéranos siempre en casa.

25 septiembre 2011

Neutrino


Yo, si ahora cojo un neutrino y me lo meto en el culo, ¿exactamente, qué pasa?, ¿hago las cosas más rápido o me quedo como estoy? Digo porque ayer en mi rondar me crucé con un tipo que iba hablando por el móvil pegadito a unas casetas que han puesto para vender libros antiguos y como andaba yo más despierto de lo habitual –sin pisar las rayas, como Jack Nicholson- me fijé en lo que decía. Y no por ser yo cotilla, sino por tema de oído, que lo tengo fino como el morro. También me fije en él, externamente: diseñador. Huelgan descripciones. Y le decía a a saber quién: ¿cómo se llama eso que te metes por el culo? Tal que así, tía. Y ahí no solo oía yo, que también un paisano que estaba comprando por 18ª vez Los Episodios Nacionales –por la edad creo que había escrito él el prólogo- se quedó con la copla, porque es una copla: ¿cómo se llama eso que te metes por el culo? Anda y que no hay cosas, gafitas. El paisano y yo entonces hicimos lo que se hace en estos casos, cuando te jode un huevo quedarte sin el final de la cosa. Yo me paré a ver si en su andar y pensar a la vez el del culo se paraba y el paisano se giró y le miró a ver si con ese solo gesto el otro se sorprendía y aminoraba el paso y así nos caía la respuesta, porque que te dejen así es mal. Y pasó. Se paró. Y seguía hablando por el teléfono y dijo: ¡eso, eso, supositorio! Amos, no me jodas, qué cara de disgusto se le quedó al abuelo y yo que le miré como tanto esperar pa esto. A la edad que tenía y todavía con supositorios. ¡Métete un neutrino, por lo menos, que el volar no ocupa lugar! ¡Y lo mismo te mandan patrás hasta que te das de bruces con Pérez Galdós y su prologuista! Yo con un neutrino en el culo no sé para dónde tiraría, si palante o patrás. Uy qué dudas. ¿Hay neutrinos de sabores? ¿Y de diseño?

24 septiembre 2011

Le Panier


A menos de un cigarro del Puerto Viejo de Marsella, desde el cual nacen hacia arriba todas las calles que convierten a Marsella en un ciudad preciosa que respira peligro y vida nada más divisarla y aunque no pienses en eso sientas que es una pena que muriera Izzó, a menos de unos pensamientos del Puerto Viejo en el que hay amarradas barcas pequeñas y yates y puestos de todo y buscavidas y pierdevidas se llega a Le Panier, donde las calles se cruzan sin sentido ni trazos perfectos y en el que pareciera que son los propios vecinos los que se encargaran de limpiar los portales y las aceras y hay ropas colgando de las ventanas y ventanas pintadas de colores sin normas municipales ni pantones obligatorios y los cables van por donde encuentran espacio y si se cae una braga de un tendedero la braga no pasa allá toda la mañana porque nadie quiera ser visto recogiéndola sino que cualquier napolitano o marsellés o argelino o chipriota o pakistaní la toma entre sus manos y con ella les quita el aguazón de la mañana a las sillas de la pequeña terraza de cafetería que acaba de abrir sin que la cafetería haya tenido que pasar un concurso de diseño para ser abierta. En Le Panier una casa es fea y la siguiente es la casa de tus sueños. Y hay gente pero no la hay y si vas de noche un fin de semana no vas pisando cabezas ni pies y unos y otras se llaman y se matan por su nombre y los turistas piden perdón por pasar por allá y miran con cuidado al suelo para no tropezar en las desiguales escaleras que comunican todo con todo y como no se ha puesto de moda entre los marselleses allá se puede vivir y morir. Es genial que se revitalicen zonas deprimidas, pero, aquí, en este pueblo, que hoy celebra algo más -¿recortes? Ja- somos muy de extremos. No se puede andar. Y si no andas…

23 septiembre 2011

Cinturones


Créanme si les digo que casi todo lo que sé sobre el ser humano –que es poco, afortunadamente para el ser humano- lo tenía aprendido más o menos a los 14 años –¡es broma, sé tan poco que me lo paso bomba!-. Pero si ustedes hubiesen pasado decenas de fines de semana y de Navidades vendiendo bolsos y paraguas y cinturones algo entenderían. Lo primero importante que aprendes –quizá lo más- es que no hay que juzgar a nadie por su aspecto pero tampoco al contrario. Me voy a dejar de filosofías de peseta. Esto aprendí: la señora mayor que te viene con el monedero de cremallera negro pequeño preguntando por un paraguas plegable ya ha visto antes con disimulo pero firmeza el precio y así no lo pregunta en voz alta como hace la señora de las pieles para poder decir qué caro y cuando la señora mayor te pregunta ¿es bueno? mirándote a los ojos en realidad te está preguntando si el bueno eres tú y le vas a decir la verdad y entonces no le dices que es bueno sino que crees que es bueno mientras que a la otra le dices que es el mejor y ella te dice que ya tiene tres en casa y sabes que es mentira puta y la señora mayor aparta la vista de ti, te cree y abre la cremallera y saca las monedas una a una pero con orgullo y te da el importe exacto y la ves irse contenta mientras que la otra saca un billete y pregunta si hay descuento y le dices que es mayo y así la ves irse enfadada o al menos insatisfecha porque no ha logrado presionar al pobre canelo enano qué se habrá creído la criatura si le estoy haciendo un favor comprando y deseas que se le abran las varillas en cuanto lo abra y le descojone ese litro laca de garrafón que lleva encima y te sientes malo pero bien. Tiene sus excepciones. En ambos bandos. Pero suele ser así. Bolsos. Paraguas. Cinturones. El universo entero.

22 septiembre 2011

Y ya


Hace muchos años –frente al pelotón de fusilamiento…- escribí un artículo gilipollas y dos aficionadas de Osasuna mandaron una Carta al Director poniéndome a caldo. Aprendí de aquello bien merecido casi todo lo que no se aprende recibiendo halagos. Hoy, si escribo un artículo gilipollas –costumbre que no me ha abandonado-, me pueden poner a caldo mujeres y hombres anónimos, que además aprovecharían para contar alguna intimidad de algún aludido en el artículo y lo harían con el beneplácito de este periódico en su edición digital y de absolutamente todos los periódicos que conozco. ¿Beneficios de esta dinámica? Ninguno, cero, niente. En el blog en el que por recomendación del anterior director de este periódico cuelgo los textos, esto también pasa, pero entran básicamente amigos y amigas y algún marciano, pero a fin de cuentas se tolera porque un anónimo jamás te puede enfadar, a lo sumo incordiar. Hace unos días hice un texto metiéndome con un anónimo pero ni por asomo el fondo del tema era ése, sino la impunidad y el show en el que se ha convertido la prensa digital. Antesdeayer decenas de periodistas retuitearon y colgaron una noticia errónea sobre Cruchaga y los foros y comentarios a la noticia se llenaron de vejaciones anónimas –lo de menos es si justas o no- a un tipo que va por la calle con su cara y su nombre, como vamos quienes escribimos. Entiendo el anonimato, pero jamás entenderé que seamos los propios medios los que pisoteamos nuestra escasa dignidad y los propios periodistas los que tenemos tanta urgencia por dar como cierto algo que puede hacer y de hecho ha hecho mucho daño. Hay que hacer algo y ya, porque sino nos vamos a tomar por culo y, como en aquella dura pero certera carta firmada con nombres y apellidos, con razón. Esto es una profesión, creo.

21 septiembre 2011

Películas


No les he contado –y lo que no les contaré- que soy actor de doblaje. Esto no es solo verosímil sino incluso cierto, porque cuando dudo llamo a Morotov y se lo pregunto: que sí, pesao, que éramos nosotros. Dos años nos costó. Dos años y unos 200 viajes de ida a Donosti con Amanece que no es poco escuchado en cinta y 200 de vuelta con unos comunistorras italianos llamados Nomadi -¡io un giorno cresceró…!-. Lo pasé muy bien, porque desde el inicio vi que no estaba hecho para aquello y eso libera un montón, mientras admiraba la voz y el talento del compañero Morotov encajando tomas e interpretando al tiempo. Yo es que dos cosas a la vez, no, que soy hombre –tú eres de la Txan, Javi, sois especiales-, porque interpretar y modular y poner voces mal que bien lo hacemos todos, pero la cosa estriba en llenar la boca del actor cuando la llena él sin que se note que no es él. Una singularidad en la que yo, aún con cierta gracia, me atoraba, porque la técnica nunca me ha entrado, a mi pesar. Y el tema es que le han llamado a Morotov para doblar a Iribas, que le han dicho, a Iribas, que tiene exceso de voz de cura con voz de cura, aquello que mi tío Jesús Mari, que era cura, llamaba voz vaciaiglesias. Lo bordará, Morotov, porque además ha sido castañero y librero y es experto en soltarles milongas a los niños y a los mayores y se cae de puro bueno, como Iribas, vamos, pero vamos lejos. Javi aún no lo sabe, porque vive en pueblo y allá está con su chica y los camaraditas. Pero lo hará perfecto, ya que al hablar Iribas y Javi en el mismo idioma –idioma de hablar, claro- pues irá genial, que Javi supera la literalidad de lo que tiene que decir, que hasta nos tocó doblar pelis porno y después nos echábamos el cigarro y tan bien. Esto será peor pero que Dios te asista, tovarich.

18 septiembre 2011

Soy el otro


¿El Roberto Jiménez éste que dijo que estamos en la UCI económica es el mismo que hace unos 10 días se convirtió en presidente in pectore peludo de la UCI (Unión Ciclista Internacional subdivisión ¡Arriba Parias de la Tieeee-rra!) y nos va a traer la Vuelta a España para el año que viene por el módico precio de 1,3 millones de euros y una de rabas? ¿De dónde salió la Vuelta este año? Piensen, piensen. ¿Es el mismo, digo, o debo ingresar? Si tengo que ingresar, ingreso, si es que Marta Vera no ha decidido eliminar las camas y poner literas, claro. ¿Es tan bien el mismo que hace dos semanas dijo que Elena Torres, Consejera de Asuntos Sociales –mi abuela rechazó el puesto, que andaba muy ocupada limpiando los doraos- siente “pasión por los más desfavorecidos”? ¿Se refería a esa Elena Torres de los trajes estupendos –bueno, para ella- y los pases por peluquerías –supongo- que con la factura hago la compra mínimo para 10 días y sin faltarme de nada, se refería a esa misma Elena o era otra, alguien tiene fuego? Elena de Calcuta la vamos a llamar. Tengo un problema. Es el siguiente: no sé quién habla. Como canta el legendario Antonio Vega en Lucha de Gigantes: ¿o es que acaso hay alguien más aquí? Esto es, ¿este hombre es varios a la vez, pero en mayor medida que todos nosotros somos varios a la vez, tiene un asesor para cada uno de sus varios, se reúne consigo mismos alguna vez, tiene varios grupos sanguíneos, ponen bote todos cuando salen por ahí o paga Rita? A mi me gustaba más cuando solo era El Señor Cangrejo, que estaba en la oposición –jaja- y se limitaba a aprobar los presupuestos que ahora critica. El mundo era más fácil. Pero ahora, como tiene despacho propio, no le puedo llamar así. Aunque no sé, me lo pensaré. Le queda muy bien el mote. A todos sus yos. Vaya cisco.

17 septiembre 2011

Tuit


Fui a colegio privado y no se lo echo en cara a mis padres. Sí sé que entonces había menos centros públicos, que nos quedaba a seis charcos de casa y que lo pagaron de la primera a la última peseta. Era un colegio de curas nada plastas en Pío XII del que hemos salido miles de cafres. Hace poco me encontré por vez primera en más de 20 años con mi tutor en 5º de EGB, Jesús Idoate, que es tan buen actor de teatro como profesor. Tenía motes para todos, y a mi, cuando hacía el alcornoque, me gritaba ¡Nagore, perfavore! y yo me reía casi más. Nos hizo una ilusión tremenda vernos. Me dijo que estaba jubilado, que había superado una difícil cosa de salud y que era feliz, porque habían sido muchos años. Los padres de uno de mis diez amigos eternos con los que pisaba esos seis charcos –vivimos casi 30 años portal con portal- son profesores y los he visto dejarse el alma con su hijo y con todo aquel que caía en sus manos. Estoy profundamente hasta los huevos de que venga un Hectoplasmín –ni una mala palabra (bueno, otro día hablaremos sobre aquel tuit infame sobre la cárcel de Pamplona) ni una buena acción- y nos diga que los sindicatos de profesores están manipulados, cuando ya a los seis años todos nos damos cuenta que en los grupos de más de tres hay mínimo un vago y a partir de ahí todo el catálogo de especies animales. También de que para defenderse diga que el problema es LAB. Y también de que diga que la huelga es irresponsable. Me tiene usted hasta los huevos, señor Iribas, como todos aquellos que se quedan en el 10 o equis por ciento de profesores irresponsables para minusvalorar al conjunto. A ver si se entera de una puta vez: usted tiene que defender a los buenos profesores públicos, que son la mayoría, de la sociedad. Y no al revés. ¿Entiende o se lo tuiteo?

16 septiembre 2011

Historia


En el enorme Alta fidelidad, los protagonistas hacen listas de canciones para toda clase de situaciones y así van creando su propia canción. No he hecho una lista de canciones más que en una ocasión, con mi primo Isra, sentados en un bar a la espera de coger no sé ya qué transporte para ver a un tipo que canta y baila. Nos dimos dos minutos para elegir nuestros 10 temas preferidos, los comparamos y nos dimos cuenta de que era inútil, porque al minuto hubiésemos escrito otros 50 distintos sin ningún cargo de conciencia y la convicción de que creeríamos en esos 50 a pies juntillas. Hay tanto, hay tanto. La única otra lista que he hecho fue con un amigo rubio. Nos dimos cinco minutos para elegir nuestros 10 libros de montaña favoritos y además numerados, lo que ya es vicio. Mi amigo sabía mucho más que yo, pero como era zurdo y al escribir ponía el brazo izquierdo en alto no le pude copiar. Su número 1 recuerdo que fue Bájame una estrella, de Miriam García Pascual, que yo puse el 3º. Mi número uno fue Historia de un caso, de Walter Bonatti, que él puso el 3º tras el Solo de Reinhold Messner. Se puede vivir sin libros, por supuesto, ahí están muchos futbolistas –y los que no lo son- para corroborarlo, pero creo que se vive menos bien, en serio. Si lees Historia de un caso no lees la historia de un hombre que cambió para siempre la escalada o que viajó por el mundo o lo que sea. Lees una historia desnuda y cruda sobre la dignidad, la verdad defendida durante 40 años, la honestidad, la mentira y el dolor ante ella de un chaval de 23 años que en 1954 pasa una noche al raso a 8.000 metros en el K2 con la única compañía de un pakistaní que se llama Mahdi y al que se abraza para no morir. Bonatti ha muerto y su libro me ha abrazado muchas noches. Gracias, gran señor.

15 septiembre 2011

La orilla


Quise darle un toque étnico al barco a través de las telas y por eso algunas de las camas están decoradas con pareos africanos, que se usan como colchas. Yo, como se dice ahora, soy muy fan –horró- del Impuesto del Patrimonio. Si el impuesto ése sirve para que a la autora de esa frase, Lina Botero, hijo del Botero ése que coge unas piedras negras y las engorda, no le alcance para telas y se deprima porque sin toque étnico es obvio que no se puede vivir y se le olvide despertarse –y darle un codazo al patrón del barco y decirle ¡eh, tú, a currar, que la mañana estará despuntando!- y entonces el barco vaya directo contra la playa y se estampe y acaben las piedras sobre la arena y la Lina encima para darle un toque étnico, soy muy fan, pero total. Entregado, vamos. Anda que no, la tía, anda y que no, el arte que hace falta para soltar eso, en el Hola –es lo único que he leído en verano, el Hola, los tengo subrayaos de arriba abajo y toda la pared llenita de recortes con chinchetas. Una mina. Entre eso y El Maestro me sobra, hasta el fin del mundo- y que luego haya voces por ahí que digan que “reinstaurar el Impuesto del Patrimonio es una decisión populista”. Es que el pueblo semos así de básicos: danos una poca de populismo, un poco de Hola y a la Obregón y la Lina arreándose codazos con el culo en pompa para inaugurar el verano y nos hacemos y ya no damos un triste problema. Un más de fútbol, fiestas patronales de nueve días en pueblos de 3.000 habitantes –Un lugar llamado Milagro- y nos ponemos a producir patrimonio para otros de los 22 a los 67 como morsas. Ni eso son capaces de ver los políticos, como Miranda, que ha dicho que hará lo que hagan los demás. En fin, que menudo capitán de barco. Confiaremos, como siempre, en la tripulación. Y en su talento. Populista. Ja.

14 septiembre 2011

Confieso que


Me voy a tener que ir a confesar, con lo mal que lo pasé la primera vez. Ufff, será doloroso. Para el cura, claro, porque no me confieso desde el 81. Ahí ha llovido, ahí. Además entonces funcionaba la cita previa, que por el mismo precio me comulgaron. Y no tuve que andar entrando a hurtadillas: aquí, de confesar, ¿a qué hora sería y quién? Que lo mismo voy y funciona aquello con monedas, qué sé. Es que de confesarme ha de ser así, como si me caso, que pa casarme por el gaztetxe, pues no me caso. Y tengo que confesarme sí o sí, de esas pocas ocasiones que lo ves taaaaan claro. Es un tema muy gordo, por contrarrestar. Estaba comiendo ayer y apareció el Señor Cangrejo y no sé dónde andaría el mando –el remoto, que dice mi primo Daniel, que es de Burlada y nunca ha estado en Quito aunque por cómo dice mando lo parezca- y para cuando quise darle al mute el mal ya estaba hecho. Había hablado. Otros días se me corta la digestión, que la tengo lenta y me ha dicho la médica que coma en silencio total, como un budista. Pero ayer no. Y no solo eso. Y aquí viene el pecado: estuve de acuerdo al 100% con lo que dijo. Entonces me palpé todo el cuerpo, bueno, la zona más cercana, en realidad. Para ver si estaba allí. Estaba, yo. Dijo que “en un gobierno de coalición es clave la confianza y Barcina la ha quebrado y lo ha puesto en crisis”. Esto es cierto, aunque se podría apostillar que con semejante plantel en crisis iba a estar siempre, pero el enunciado entero es correcto. Porque la actuación de Barcina estos últimos días es dantesca, infame, vergonzosa, de la que lo quiere todo y lo quiere ya. Eso nos puede pasar, claro, pero ella además es que lo busca, lo alimenta. Estamos en manos de una pirata. ¿Alguien lleva monedas de euro, que esto no pilla billetes? ¿Mi billeteeeee?

11 septiembre 2011

'Mississippi'


El 11 de septiembre de 2001 a las tres estaba inquieto. No tenía televisión ni internet y esperaba a un amigo para que me informase. A los dos minutos me llegó su sms: ha metido Mississippi. Un minuto más tarde me llegó un sms de mi hermano: vaya hostión busca una tele ¡ya! La busqué, me olvidé de Mississippi y, como todos, entré en un Tiempo fuera de la mente. Un Tiempo fuera de la mente era el último disco que, en 1997, había sacado El Maestro antes de la mañana del 11 de septiembre de 2001, día en el que salió el nuevo en USA. La expectación de los frikis era máxima. En un Tiempo fuera de la mente, un hilo invisible unía las canciones 1, 3, 5, 7, 9 y 11, que son canciones pero que no lo son, sino algo que no sé qué es. Ni yo ni nadie que se las ponga de noche con la bañera llena de agua y la cabeza vacía. El 11 de septiembre de 2001 esperábamos algo, nunca sabemos el qué. Una por una, había metido Mississippi, ese milagro legendario que había descartado del Tiempo fuera de la mente sin que ninguno sepamos cómo se puede dejar semejante obra maestra fuera de un disco. A las nueve de la mañana hora de Nueva York, alguien contento puso Mississippi y oyó los versos el cielo lleno de fuego, el dolor cayendo a cántaros. Y también voy a mirarte hasta que mis ojos queden ciegos. El 11 de septiembre de 2001, mi amiga Idoya llevaba un mes trabajando en Nueva York. Después de varias horas, llegó un sms: ha llamado, ok. Dos meses después, El Maestro, que no había abierto la boca sobre aquel día fuera de la mente, tocó en Nueva York y solo dijo: muchas de estas canciones las escribí aquí. Creo que no tengo nada que explicar sobre qué siento hacia esta ciudad. 10 años después, Idoya sigue en Nueva York y El Maestro sigue tocando Mississippi. Mississippi es solo una canción.

10 septiembre 2011

Tit Opi c 24


Jorge, has pasado de adorar a Bob Dylan a creerte Bob Dylan. Espero que no te paguen la columna de hoy. Firma: Jaime. ¿Dónde? Ayer, en la edición digital de este periódico, debajo de la columna de ayer que escribí el jueves -. Punto 1º, Jaime: yo soy un poco –muy poco- menos flaco que Bob Dylan, jaja. 2º: es de la edad de mi padre –en concreto, nació un día más tarde. Dylan se quedó con los restos del talento de mi padre-. 3º: adorar es un verbo pequeño. 4º: esa columna sobre la que tú escribiste ese comentario que aparecía en la web y cuyo título era Tit Opi c 24 y que el texto era un permanente xyzyyy hwysssss huwwwww yssss no la escribí yo. No tengo tanto talento, soy periodista deportivo. Creo que la escribió el programa informático del periódico, que hace unos textos si-de-ra-les. La columna mía –la mala, la que salía en papel (el papel es una cosa que está hecha de pasta, que se usa para algunas cosas de la antigüedad y blá blá)- la pusieron unas horas más tarde, tras una llamada furibunda de mi abuela, que estaba enfadada –aunque ella dice: ¡estoy molesta, estoy molesta!-. Yo les había mandado un mail, pero al parecer el sistema informático tenía hambre. Preferiría mil veces que me pagasen a mi por lo que cobra el que instaló el sistema informático que lo que me pagan en realidad por las columnas malas que salen en el papel. Con la diferencia, la prorratearía entre los compañeros-as del periódico y nos iríamos al Don Carlos hasta que el grifo de cerveza estuviese tan seco como tu cerebro –como no firmas más que Jaime puedo resultar así de faltón: es por estar empatados, ya sabes, que las relaciones no sean descompensadas-. 5º: abandona eso que consumes. Rápido. 6º: no te creas todo lo que sale en la prensa, aunque sea digital. Tuyo siempre. Sobre el papel.

09 septiembre 2011

Cacatúas


En mi pueblo te ortigas. Si no sales de casa, no, pero si no sales de casa hay un montón de peligros, no en concreto en mi casa del pueblo, sino en las casas: vamos, en quedarte mirando a la pared, por si se mueve. Si sales de casa los peligros se multiplican, es una obviedad estúpida. Por eso en mi pueblo cuando queremos ir al pozo, que está lejos, como buen pozo que se precie, para no ortigarnos tenemos dos opciones: o llevamos la toalla cruzada en las piernas, con grave riesgo de engancharte en las zarzas e irte barranco abajo y también con muchas opciones de que no llegue a casa ni la mitad de la toalla, o contenemos la respiración. A veces funciona. Hay que tener unos pulmones de aupa, pero como somos hijos de río y buceamos, pues no nos quejamos de pulmones. Así me he pegado todo el santo verano, que por cierto ya ha acabado porque los niños han vuelto al cole y ése es el único calendario: conteniendo la respiración para no ortigarme. Y eso que no he ido al pozo ni una vez, pero sí que he leído la prensa y visto la tele y oído la radio como al que todo le afecta como el roce de una mariposa. Por tanto, no he seguido desde un punto de vista emocional –que sí visual- el culebrón del Gayarre, que lo debió de escribir Ionesco en su lecho de muerte y algún pariente de Maya pasaba por allá y se lo regaló como quien regala algo valioso: ahí tienes, del genio del teatro del absurdo, ¡cacatúas, cacatúas, qué cascadas de cagadas!, que famosas hizo en La cantante calva. No sabemos quién es La cantante calva, como no sabíamos quién era Maya hasta que le dieron la opción de demostrarlo. Ya lo ha hecho. Todos cometemos errores, a veces gordos, pero siempre hay tiempo de intentar rectificar. Si no te canta una voz externa que te dirige, claro. Cuidao con las ortigas.

08 septiembre 2011

Fenómeno


Ya sabemos que por mucho que largues y las palabras sean envueltas en el celofán y la importancia que cada cual les dé las cosas claves de la vida se transmiten con mensajes cortos y prácticamente monosílabos –si, no, va, creo, mucho, siempre, benigno, gol-. Que envolverlas y eso es fantástico y si no lo fuera no estaríamos aquí y sin exagerar ser capaces de pegarnos el día arrimados a ellas mimándolas o tratándolas a patadas o intentando saber qué dicen o no intentándolo pero disfrutándolo o vete a saber. Pero, al final del camino, lo corto. Y por eso de toda una entrevista que leí el pasado domingo con el actual Consejero de Interior del Gobierno lo único que mi cerebro logró fijar de aquel torbellino incontenible de letras fue un detallito, que en ocasiones –no siempre, a veces ni se ven, o no los hay- es lo único revelador, aquello que igual te dice delante de quién estás. El detallito, rodeado de la habitual catarata de frases entre pomposas y burocráticas, consistía en que le pedían la opinión sobre sus compañeros-as de gobierno y, al oír el nombre de Lourdes Goicoechea, dijo: le pone interés. Siempre he creído que hay muchas maneras de insultar –y por tanto de ser eso que se llama maleducado-, pero ésta es una de las más crueles, muy superior a mi juicio a los excesivamente mal vistos tacos: le pone interés. Así, a palo seco. ¿No les recuerda al famosísimo pero es muy simpático, esta vez en el campo intelectual? Coño, el interés se presupone, artista –otro insulto, artista, como fenómeno, figura, campeón, jaja. Vaaale, insultillo cariñoso-. Quiero decir, sus asesores –porque tiene dos, asesoras-es- tienen un montón de trabajo. Y es que lleva los mismos días en el Gobierno que la que le pone interés, pero pareciera que lleva toda la vida, el interesante fenómeno.

07 septiembre 2011

Humedades


Cuenta una leyenda –aunque muchos periodistas de rock son más exageraos que los locutores de fútbol, que en el medio el campo ya están chillando peligro: pues los de rock cuentan una mirada como polvo, como un militante del PSN, que tras el 23-M escribió que el PSN había tenido 100.000 votos aunque 50.000 se hubiesen quedado en casa. Eso es fe-, cuenta, digo, que, una noche, Richie Sambora, guitarrista de Bon Jovi, abrió la puerta de su habitación de hotel en una gira que tenían con Mötley Crüe y la volvió a cerrar. Y que la volvió a abrir y en todo aquel marasmo de piernas y brazos y lo que no son piernas y brazos adivinó la cabeza de Tico Torres –los baterías oyen un mínimo cambio y levantan la cabeza para no perder el ritmo del bajista- y le preguntó: Tico, ¿está por ahí mi mujer? Y que Tico contestó: la acabo de ver hace nada. ¡No andará lejos! Y que, al unísono, Jon Bon Jovi, Nikki Six y Tommy Lee le gritaron: ¡eso te pasa por irte, ya la buscamos, déjalo en nuestras manos! Esto todo entero –menos el primer guión de arriba- me lo acabo de inventar. La verdad, lo primero. Pero es que me veo en el papel de Richie Sambora a Miguel Sanz. No es que tenga yo nada contra la procacidad, siempre y cuando sea consensuada y aunque no se practique luego, pero ya esto último resulta así como extremo, ¿no? Joder, qué humedades, madre mía y mía madre, y, sobre todo, qué cangüelos que debe de haber por donde la sede del PSN en Sarasate. Si es que queda alguno al cargo de esa barraca, porque allá ha pillao cacho hasta la fotocopiadora. No sé. En todo este maremagnum no sé qué cuerpo corresponde a cada cual, porque está todo muy prieto y oscurillo, pero uno no va a las bodas para esto, que nos cuestan una pasta. Follar, lo que queráis, pero sin hacernos pasar por caja.

04 septiembre 2011

Angie


Pensaba que este país estaba al límite de su capacidad, tal y como nos sucede a las personas, que llega un momento en el que ya no puedes más y hay dos caminos: estallas o te amoldas. Este país se amolda porque mal que bien hace sol y en un pispas o estás en el monte o estás en la playa. Si esto fuese Suecia, hacía años que habría estallao. Este país ya estaba al límite de su capacidad con los discos de Pitingo: ¡pero es que ahora también hace versiones Melendi! Quiero decir, si esto fuese Suecia, seguro que entre todos hacían una colecta, así puestos todos en fila sueca y silenciosa, y en una mañana ya les daba para comprar un avión comercial y 6.000 litros de vodka y tener al Melendi subido al avión mamao un par de lustros orbitando el globo hasta que las rastas se le enredaran en los huevos y se tropezara y se precipitara por alguna ventana abierta del avión -¿o se creen que en los aviones no hay que hacer corriente o qué, con la peste de tanto vodka y tanta resaca?- y que cayera en blando, eso sí. Sobre Pitingo, por ejemplo. Es que esta gente no tiene corazón. Y no hay cosa peor que las versiones. Coño, es como si les digo yo ahora: voy a hacer una versión de una columna de Elvira Lindo. Pero con toque étnico. Pues no. Haz tu basura, hazla rápido, hazla corta y desaparece de mi vista. Angie. Nada menos que Angie ha versioneado el mozo, que en su derecho está de sacar sus discos, faltaría, pero ¡versiones!... Un angioma me salió en el párpado derecho al enterarme vía Juan, al que también se le saltaron los pulsos. Angie, ahí es nada. Ayer la puse en el Youtube: duré 23 años-segundos, hasta ‘las negras nubes no se van’. Joder, no se van, no se van, no se van. En Suecia, ¿cómo está todo el tema de los crímenes y tal, que he leído que hay mucho y soy un poco miedoso?

03 septiembre 2011

Txikita


Profesión: recortadora. Edad: 51. Lugar de nacimiento: ella nace donde pace o eso dice que hace. Estado civil: gaseoso. Ganadería preferida: UPN (Unidos por el Pitón Navarro). Año de la alternativa: con novillos, en 1996. Con toros, en 1999, aunque parezcan siglos. Con dinosaurios, en 2011. Apodo artístico: Txikita de Portugalete-Arquitecta de Mendebaldea –según plazas-. Subalterno preferido: el Señor Cangrejo (también conocido como El Lagunas de Pitillas). Debe de ser una cosa de ésas dérmicas inexplicables, estilo Pimpinela. Sexo: nosotros esas cosas no preguntamos. Nombre completo: Yolanda Barcina Angulo. Ocupación actual: lo ocupa todo –no ha hecho esta columna de puto globo-. Ingresos anuales aproximados: tiene unos ahorrillos, pa ir tirando. Altura: depende del sillón. Peso: específico, muy específico. Pelo: suyo. Ojos: que no ven. Tono de voz: instalado por Jofemar o Azkoyen. Pulsaciones en reposo: 36. Pitón preferido para los recortes: ¡adivínenlo! Futuro: todo suyo, uff. Coche: desde hace poco va en bici, como los de Verano Negro. Momento histórico preferido: las revueltas mineras de los 80 contra Thatcher. Las ha estudiado a fondo. Al no haber mineros, se ha hecho una maqueta con los profesores y profesoras de los colegios públicos. Pasa horas jugando con Iribas, Mister Concertada, aunque éste se suele despistar hablando en Twitter. Es súper rocero, Iribas. Va a hacer unas rozaduras que te cagas. Principales virtudes: ¡eso mismo fue lo que yo le pregunté! Defectos: una de cada tres palabras que salen de su boca es terrorismo. Querencia por recortar muy en el centro del ruedo para quedar muy pinturera ante los fotógrafos –para los marrones ya saldrá Miranda, imposición de Sanz. Pa eso está la cuadrilla, qué coño-. Valoración general: eso ya…

02 septiembre 2011

'Fiu, fiu, fiu'


Hola, fiu, hijo. Hola, padre. Hoy, ¿dónde? A la izquierda, fiu, fiu, el Mendiaundi, enfrente, fiu, fiu, el Girizu y Lindus. Estás en el Menditxuri. Ése es mi, fiu, fiu, fiu, chico –el fiu, fiu no es que a mi padre le estén silbando unas sesentonas francesas, es que está en la cima del Menditxuri y hace viento. Mi padre y yo solo hablamos por móvil cuando llama desde las cimas. De hecho, solo lo enciende en las cimas. Para llamar él. El móvil de Kennedy tiene más llamadas entrantes. Dicen que le llamó Oswald para ver por dónde andaba-. ¿Qué tal? Veo algo. Papá, ya, ves el Adi aún más a la izquierda, el Iturrumburu, Ortzantzurieta… ¿Te quieres callar? – mi padre sube al monte todos los días del verano y unas 100 veces al año. Es la puta Guía Repsol de los Pirineos-. ¿Qué ves? A José Mari Asín. ¿El actor? Esposao. Papá, que te tenemos dicho que no te salgas de los hongobeltzas… A su espalda está el hijo del Salsas. ¿De Lozano Bartolozzi? ¿Qué otro Salsas conoces? No sé, ¿Juan Ramón Rábade? ¿Quién coño es ese? ¿Y el hijo del Salsas está detrás o encima? No descansas ni un minuto ¡eh! ¡Cuéntame! Están muy lejos, los veo con los prismáticos. Tendría que limpiarlos. Van hacia el pico Sorhogain. ¡Espera! ¿Qué? El Salsas junior va esposao también. ¡No me jodas! Asunto resuelto. ¿Qué ha ‘pasao’? Los llevan a Urepel. ¿Quién, a qué? Son cuatro tipos, de gimnasio, suben justos. ¿Y a qué? Está claro: los van a ejecutar. ¡Papaaaaaa! –a mi padre le privan los libros de tapaderas y conspiraciones-. Muerto el perro se acabó la rabia. ¿Has visto a Maya? ¿Jack Lemmon? Sí. No. Son los cuatro rangerschuknorris de ésos. ¿Llevas cámara? La última foto la saqué cuando naciste tú. Lo sé, lo sé, cabrones… Ahí están. ¿El qué? Dos tiros. Ya hombre, ya. Esto se complica. Corto. Y tú más. Fiu. Fiu. Fiu.

01 septiembre 2011

Bárbara


El martes a la noche mientras íbamos por donde el Caballo Blanco me encontré con Marta, a la que no veía hace años, y me contó muchas cosas. Me contó que Bárbara va todas las tardes a la piscina y que cuando vuelve y le pregunta qué tal, Bárbara sonríe y le susurra, todos los días, todas las tardes: más bien… La noche estaba densa y tuve que mirar fuerte fuerte a San Cristóbal para que Marta no me notara nada. Su hermana pequeña Bárbara, cuando va a nadar y cuando vuelve y cuando siempre, sonríe. Bárbara es, fue y será la chica más preciosa de mi portal, del portal de al lado, de toda la calle y quienes la conocen saben que no exagero nada si digo que de toda la ciudad. Pero eso es lo de menos, porque la belleza de Bárbara siempre estuvo y está y estará en otra parte. Cuando yo vendía libros y periódicos en lugar de escribir en ellos y quería descansar los domingos y había que abrir sí o sí aquella tienda, las tres hermanas –Marta, Isabel y Bárbara- eran mi relevo: ganaban un dinero y yo sabía que todo estaba en buenas manos. Cuando le tocaba el turno a Bárbara, sin desmerecer a sus hermanas, tenía la completa certeza de que absolutamente todo iba a estar perfecto. Y así era. Luego un día Bárbara empezó a notarse rara hasta que la enfermedad con nombre de sindicato se instaló y una Bárbara se fue y llegó otra, tan inmensa que no puedes dejar de sentirte enano. La última vez que me la encontré nos tomamos juntos un café y me pidió perdón con la mirada porque el café se le derramaba de las manos cuando a mi lo que se me estaba derramando era el alma y la admiración, la que hoy te reitero aquí y a todas y todos los que como tú y vuestros entornos me dejáis sin las palabras que no me saldrían cuando nos veamos y que ya no te salen a ti pero que con tus ojos basta.