20 junio 2013

Pendular

El posible comprador habla con el vendedor, que le destaca que “¡y mire qué valle, todo exterior, todo luz!” Al otro la casa le gusta, pero tiene la duda de si ... “¿no la encuentra usted un poco apartada?” El vendedor se defiende: ¿apar-ta-da? E insiste: ¿apartada de dónde? Y lo explica, girando sobre sí mismo mientras señala direcciones a los gritos: si esto en 10 minutos se planta usted allí. ¡O allí! ¡O allí! El otro duda, pero se le ilumina la cara cuando el vendedor le dice que por allá pasa el tren: el Expreso Pendular del Norte. ¿Y cada cuanto pasa? El vendedor, que huele su triunfo, no obstante titubea: pues... la verdad es que no tengo el horario aquí delante. Pero, más o menos, ... cada 25 años. P. Tinto acaba comprando la casa, se instala allá con su esposa –que es ciega-, luego caen del cielo unos marcianos, llega un tío con una bombona de butano y lo adoptan y aparece también por allá Usillos, el de si hay que sanear se sanea. El Expreso Pendular del Norte y si hay que sanear se sanea. Saneando saneando las cuentas, convirtiendo en papel de fumar el famoso convenio aquel entre Pepiño Blanco y el últimamente siempre sorprendido –según su mediático abogado- Miguel Sanz, demostrando bien claro que al gobierno de Navarra se la cuelan a las primeras de cambio –si a eso añadimos que según ellos el convenio económico es casi una ruina para nosotros, lo que no entiendo es que no sean independistas. ¡Ah, que ya lo son! De lo suyo-, la vía internacional del Expreso Pendular Navarro va a caber en una baldosa, aquella que empezó a sanear Usillos y cavando cavando se plantó en el propio centro de la tierra, donde están nuestros bolsillos a disposición de estos inútiles o mentirosos o irresponsables o todo ello junto y desde hace más de 25 años.