Pendular
El posible comprador habla con el
vendedor, que le destaca que “¡y mire qué valle, todo exterior, todo luz!” Al
otro la casa le gusta, pero tiene la duda de si ... “¿no la encuentra usted un
poco apartada?” El vendedor se defiende: ¿apar-ta-da? E insiste: ¿apartada
de dónde? Y lo explica, girando sobre sí mismo mientras señala direcciones
a los gritos: si esto en 10 minutos se planta usted allí. ¡O allí! ¡O allí! El
otro duda, pero se le ilumina la cara cuando el vendedor le dice que por allá
pasa el tren: el Expreso Pendular del Norte. ¿Y cada cuanto pasa? El
vendedor, que huele su triunfo, no obstante titubea: pues... la verdad es
que no tengo el horario aquí delante. Pero, más o menos, ... cada 25 años.
P. Tinto acaba comprando la casa, se instala allá con su esposa –que es ciega-,
luego caen del cielo unos marcianos, llega un tío con una bombona de butano y
lo adoptan y aparece también por allá Usillos, el de si hay que sanear se
sanea. El Expreso Pendular del Norte y si hay que sanear se sanea. Saneando
saneando las cuentas, convirtiendo en papel de fumar el famoso convenio aquel
entre Pepiño Blanco y el últimamente siempre sorprendido –según su mediático
abogado- Miguel Sanz, demostrando bien claro que al gobierno de Navarra se la
cuelan a las primeras de cambio –si a eso añadimos que según ellos el convenio
económico es casi una ruina para nosotros, lo que no entiendo es que no sean
independistas. ¡Ah, que ya lo son! De lo suyo-, la vía internacional del
Expreso Pendular Navarro va a caber en una baldosa, aquella que empezó a sanear
Usillos y cavando cavando se plantó en el propio centro de la tierra, donde
están nuestros bolsillos a disposición de estos inútiles o mentirosos o
irresponsables o todo ello junto y desde hace más de 25 años.
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