Desigualdad
A Lasse Viren le llamaban El
Vampiro. Era alto, flaco, blancucho. Ganó los 5.000 y los 10.000 en
Munich’72, no hizo nada especial entre esos dos oros olímpicos y la siguiente
cita cuatro años más tarde. En Montreal’76, Viren se impuso en los 5.000 y los
10.000. 18 horas más tarde de ganar los 5.000, corrió el maratón. Fue su primer
maratón. Aspiraba a clonar la hazaña que 24 años antes había logrado el checo
Emil Zatopek. Hizo un marcón de 2.13, pero solo pudo ser quinto. A raíz
de su intento –y también al comprobar que en 4 años apenas había destacado y de
repente estaba en una forma demencial en el momento exacto- se comenzó a
sospechar de que no solo iba a Kenia a entrenar con los atletas locales a gran
altitud: se sospechó de que allí ganaba glóbulos rojos, que transportan más
oxígeno, y que se sacaba sangre, la guardaba y se la autotransfundía en los
momentos previos a las pruebas clave. Aquella práctica –supuesta- no estaba
prohibida en la época, pero se considera dopaje desde 1985. Y le valió su
famoso mote. Ayer, el ciclista alemán Jan Ulrrich reconoció al fin que las
bolsas halladas durante la Operación Puerto a todo el entramado de
Eufemiano Fuentes eran suyas y que recurrió a ese dopaje –y a más- aunque “no
tomé nada que no tomaran otros”. Es la misma, clásica, manida y repetida frase
de decenas y decenas: solo quería igualdad de oportunidades. Eso es
mentira, ya que así solo se potencia la desigualdad. Los atletas keniatas con
los que entrenaba Viren no tenían el dinero necesario para el material que
exige una autotransfusión. El dopaje solo ataca a la universalidad e igualdad
del deporte. Salvo en España, donde para lograr la igualdad y la impunidad ya
hay juezas que ni dejan que se hagan públicos los nombres de las bolsas
halladas junto a las de Ullrich.
1 Comments:
Absolutamente de acuerdo respecto al demencial papel que la justicia/política está jugando para ocultar lo que es un pasado inmediato oscuro, oscuro, en el deporte español. Este país enfermo ha hecho del deporte profesional una "marca" a falta de méritos en terrenos donde, de verdad, se establece la categoría de una sociedad y, por ende, el progreso y el bienestar de un país y sus ciudadanos. Pura RDA.
Ahora bien; ¿y el papel, en el mismo sentido, que ha jugado, y juega, el periodismo español en esta clara y perversa operación de ocultamiento? El periodismo debería ser baluarte de la verdad y la independencia, de la imparcialidad, y se ha convertido en algo tan sectario como la propia política. Lo siento, así lo veo. De las mil y una regeneraciones éticas que necesita esta sociedad, ésta es una de ellas.
Perdón por el tostón.
Un abrazo.
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