Será primavera
Hay montes sin subir. No son los
tres ochomiles del Karakorum que aún no han sido ascendidos en invierno
y que están intentando varias expediciones. No son esos. Esos se sabe dónde
están, qué aristas esconden, dónde se concentran los mayores peligros y, ante
todo, son montes elegidos. Los montes sin subir aparecen de improviso. Vas por
la llanura, sorteando algún repecho, sí, y deslizándote cuesta abajo, y, en un
abrir y cerrar de ojos, hay un monte. Y no lo puedes rodear. Ni darte la vuelta.
La primera impresión es brutal, devastadora, porque se te coloca delante y la
pared es tan enorme que tapa el sol y hace sombra y frío. Hay gente que se
encuentra montes así, injustos y sin piedad, porque no te dejan elección. Hay
que subirlos, quieras o no. Otra gente no los ve jamás, porque eso de que la
vida tiene para todos no es del todo exacto. Hay grados. Como en la escalada.
Lo único bueno de estos, si es que se puede usar la palabra bueno, es que,
aunque hay que ascenderlos en solitario, no es cierto por completo, ya que
permiten que al otro extremo de la cuerda haya alguien asegurando y cuidando de
ti, de manera incansable, hasta el final, en eso que Nives Meroi describía
escribiendo se ha abierto a nosotros, a nosotros desde la salida del sol. Una
soledad que hace que cada cosa tenga su valor. Nuestro alpinismo esencial, de
dos soledades unidas en busca de la cima. En el caso que ha caído hace poco
por aquí cerca, es así. Dos corazones que al retroceder apenas unos pasos para
ver la magnitud también han sentido y sentirán el aliento y latido
incontenibles de muchos centenares. Es invierno, vale, pero será primavera. Y
estas letras obligada y eternamente discretas son para ellos, con la certeza de
que el sol brillará en la cima y la llanura resplandecerá y lo lograréis.
1 Comments:
Plas plas plas
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