Por intentarlo
Ya saben eso que se dice de que cuando se muere el Papa hay millones de monaguillos que se alegran, porque se mueve el escalafón. A mí me pasa cuando se separa una mujer guapa y, por fuerza, rica. Sí, qué se le va a hacer, soy así de ruin. Qué mayor aspiración que que te retire una preciosidad forrada de duros. La alegría, como a los monaguillos, me dura poco, ya que ni ellos entran en los cónclaves ni yo jamás he pisao –ni pienso- una discoteca de moda. Y no me veo a la Penélope Cruz haciendo footing por donde yo suelo, así que ya le digo a mi rival: “Hija, a este paso no salimos de pobres. Anda, estírate un poco y vete pal aeropuerto, que llega Fran Rivera. ¿Qué no es tu tipo? Pues a Cayetano ni mirarlo hasta que no se haga matador, que de novillero no se saca mucho, tía vaga”. Así que como alguien tiene que llevar los pantalones en esta casa y ella no se mueve, habiéndome enterao de que Pe ha partido peras con Matiu me he plantao en Salamanca, con una muda, de ropa. ¿Y qué había en Salamanca? Pues Pe, claro, y su voz pituda, que está grabando Manolete. Está también Adrien Brody, que hace de Manolete, pero vamos, no es rival. ¿Qué va a tener Brody que no tenga yo? A no ser un naso superior al mío, lo que ya es meritorio, pues nada. Es que si uno no confía en sí mismo quién lo va a hacer. Entonces me he acercado con la táctica ésa tan vieja de hacerme el interesante, el huidizo y el misterioso y Pe se ha asustao como si le acabaran de echar las largas y, con esa especie de torno de dentista que son sus cuerdas vocales, ha pegao un grito que se me han saltao los empastes y le he dicho a Adrien: “Toda pa ti”. Y he llegao a casa y he pillao a mi rival hablando por teléfono con Matiu y le he dicho: “¡Mira que eres envidiosa eh! ¡Así tenga la voz pituda!”.
Ya saben eso que se dice de que cuando se muere el Papa hay millones de monaguillos que se alegran, porque se mueve el escalafón. A mí me pasa cuando se separa una mujer guapa y, por fuerza, rica. Sí, qué se le va a hacer, soy así de ruin. Qué mayor aspiración que que te retire una preciosidad forrada de duros. La alegría, como a los monaguillos, me dura poco, ya que ni ellos entran en los cónclaves ni yo jamás he pisao –ni pienso- una discoteca de moda. Y no me veo a la Penélope Cruz haciendo footing por donde yo suelo, así que ya le digo a mi rival: “Hija, a este paso no salimos de pobres. Anda, estírate un poco y vete pal aeropuerto, que llega Fran Rivera. ¿Qué no es tu tipo? Pues a Cayetano ni mirarlo hasta que no se haga matador, que de novillero no se saca mucho, tía vaga”. Así que como alguien tiene que llevar los pantalones en esta casa y ella no se mueve, habiéndome enterao de que Pe ha partido peras con Matiu me he plantao en Salamanca, con una muda, de ropa. ¿Y qué había en Salamanca? Pues Pe, claro, y su voz pituda, que está grabando Manolete. Está también Adrien Brody, que hace de Manolete, pero vamos, no es rival. ¿Qué va a tener Brody que no tenga yo? A no ser un naso superior al mío, lo que ya es meritorio, pues nada. Es que si uno no confía en sí mismo quién lo va a hacer. Entonces me he acercado con la táctica ésa tan vieja de hacerme el interesante, el huidizo y el misterioso y Pe se ha asustao como si le acabaran de echar las largas y, con esa especie de torno de dentista que son sus cuerdas vocales, ha pegao un grito que se me han saltao los empastes y le he dicho a Adrien: “Toda pa ti”. Y he llegao a casa y he pillao a mi rival hablando por teléfono con Matiu y le he dicho: “¡Mira que eres envidiosa eh! ¡Así tenga la voz pituda!”.
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