¿Crucifixión?
Recuerdo muy bien aquel verano en el que a un canal y luego a todos los demás les entró una tremenda necesidad por explicarnos que la gente se mataba subiendo el Mont Blanc. “Otra tragedia en el Mont Blanc” abrían los telediarios y relataban como si fuera nuevo lo que pasa en el Mont Blanc todos los veranos, que no es otra cosa que van miles de personas y unas cuantas la palman. Pero aquel verano parecía que iban hasta los suicidas, visto el éxito que tuvo diñarla allá en aquellas fechas y en aquel agosto. Es lo que se lleva en los medios. Muerden una presa, la devoran en apenas unos días y la dejan hecha un guiñapo, si queda algo. Está pasando desde hace una semana con el puñetero código ése, que ni he leído ni he visto ni pienso ver ni leer. No por nada, que tampoco he leído El Quijote y aquí estoy, respirando, si no porque no me interesa el tema, aunque me alegro mucho por el Brown ése, porque por cada autor que se hace multimillonario hay miles que se muerden los nudillos porque les gustaría haber sido ellos los del pelotazo pero no lo hacen, dicen, porque ellos sólo escriben “literatura”. Escribe y calla, pesao. Lo aterrador es que no hay canal, tertulia, vídeo comunitario o cosa (no se me ocurre otro nombre que darle al pograma del Iker Jiménez ése) que no explote el asunto hasta que todos nos convirtamos en los mayores expertos universales en el código o directamente cojamos el fusco y arrasemos las pantallas, las librerías y a todos los que están, fanáticamente, a favor o en contra del elemento en cuestión, cuando tan sólo se trata de una ficción como otra cualquiera. Mientras tanto, y para oxigenar y celebrar el cumpleaños de El Maestro, ayer me puse La Vida de Brian, que eso sí que es una película. “¿Crucifixión?”. “Sí”. “Bien”. ¡Aúpa Pijus Magníficus!
Recuerdo muy bien aquel verano en el que a un canal y luego a todos los demás les entró una tremenda necesidad por explicarnos que la gente se mataba subiendo el Mont Blanc. “Otra tragedia en el Mont Blanc” abrían los telediarios y relataban como si fuera nuevo lo que pasa en el Mont Blanc todos los veranos, que no es otra cosa que van miles de personas y unas cuantas la palman. Pero aquel verano parecía que iban hasta los suicidas, visto el éxito que tuvo diñarla allá en aquellas fechas y en aquel agosto. Es lo que se lleva en los medios. Muerden una presa, la devoran en apenas unos días y la dejan hecha un guiñapo, si queda algo. Está pasando desde hace una semana con el puñetero código ése, que ni he leído ni he visto ni pienso ver ni leer. No por nada, que tampoco he leído El Quijote y aquí estoy, respirando, si no porque no me interesa el tema, aunque me alegro mucho por el Brown ése, porque por cada autor que se hace multimillonario hay miles que se muerden los nudillos porque les gustaría haber sido ellos los del pelotazo pero no lo hacen, dicen, porque ellos sólo escriben “literatura”. Escribe y calla, pesao. Lo aterrador es que no hay canal, tertulia, vídeo comunitario o cosa (no se me ocurre otro nombre que darle al pograma del Iker Jiménez ése) que no explote el asunto hasta que todos nos convirtamos en los mayores expertos universales en el código o directamente cojamos el fusco y arrasemos las pantallas, las librerías y a todos los que están, fanáticamente, a favor o en contra del elemento en cuestión, cuando tan sólo se trata de una ficción como otra cualquiera. Mientras tanto, y para oxigenar y celebrar el cumpleaños de El Maestro, ayer me puse La Vida de Brian, que eso sí que es una película. “¿Crucifixión?”. “Sí”. “Bien”. ¡Aúpa Pijus Magníficus!
3 Comments:
No te falta razón, pero tanta ficción es el código como lo que defienden los que están en contra.
Cuando una novela de ficción y entretenimiento genera semejante polémica en un sector, ¿no será que se les tambalean sus dogmas por ser todo mentira?
Viva la República.
Dedicado a Dan Braun el plomizo;
"Dí lo que quieras te sabré escuchar / hay en este invento mucho cuento nada vas a cambiar"
(Palabras extraidas del tema Crucifixion, del maestrillo de Carabanchel)
Viva la República también.
Me pido es asceta de entre todos los personajes.
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