Parque temático
Tengo la solución para el estado en el que se encuentran los valles del Pirineo Navarro: un parque temático. No construir uno, qué va, simplemente vallar y transparentar las casas de los lugareños, al igual que los establos y las bordas, y que así los visitantes puedan contemplar desde cerca pero con seguridad –no vaya a ser que a los turistas les llegue el olor a vaca y se mareen- cómo se afila un hacha, cómo se echa la madera dentro de un fogón o cómo se utiliza un fuelle, entre otros miles de ejemplos. Al tiempo, un guía va explicando que en ese momento la actriz conocida como Maritxu de Indave está preparando pastel de queso, proceso que comprobamos en una pantalla gigante que nos conecta con su cocina, mientras Maritxu nos comenta los pasos que está dando. Para los más peques de la casa -¡Iosuander, no toques la hierba, que a saber quién ha meao ahí!- se organizarían encierros con vacas lecheras, recogida de moras, descenso de río en ruedas de tractor y lanzamiento de boñigas al aldeano. No hace falta arreglar ni una sola carretera, la inversión es mínima, hay bastante buen tiempo en verano, crudeza invernal –se descenderían laderas nevadas en bolsas de plástico-, el otoño es precioso y la primavera espectacular. Y se come de miedo. Es más, ni siquiera es necesario hacerlo ahora. Basta con que los sucesivos gobiernos sigan sin mover un dedo para que la gente se siga muriendo de vieja o de aburrimiento y que los pocos jóvenes que hay terminen de emigrar. Entonces, una vez abandonado todo, se expropia por interés general y se monta el parque. Incluso podría servir para ubicar allí el matadero, el vertedero, todo aquello que no quiera nadie. ¿Qué me dice usted que no hay buenas carreteras para el tránsito de camiones? Se hace una. O dos. Por dinero va a ser.
Tengo la solución para el estado en el que se encuentran los valles del Pirineo Navarro: un parque temático. No construir uno, qué va, simplemente vallar y transparentar las casas de los lugareños, al igual que los establos y las bordas, y que así los visitantes puedan contemplar desde cerca pero con seguridad –no vaya a ser que a los turistas les llegue el olor a vaca y se mareen- cómo se afila un hacha, cómo se echa la madera dentro de un fogón o cómo se utiliza un fuelle, entre otros miles de ejemplos. Al tiempo, un guía va explicando que en ese momento la actriz conocida como Maritxu de Indave está preparando pastel de queso, proceso que comprobamos en una pantalla gigante que nos conecta con su cocina, mientras Maritxu nos comenta los pasos que está dando. Para los más peques de la casa -¡Iosuander, no toques la hierba, que a saber quién ha meao ahí!- se organizarían encierros con vacas lecheras, recogida de moras, descenso de río en ruedas de tractor y lanzamiento de boñigas al aldeano. No hace falta arreglar ni una sola carretera, la inversión es mínima, hay bastante buen tiempo en verano, crudeza invernal –se descenderían laderas nevadas en bolsas de plástico-, el otoño es precioso y la primavera espectacular. Y se come de miedo. Es más, ni siquiera es necesario hacerlo ahora. Basta con que los sucesivos gobiernos sigan sin mover un dedo para que la gente se siga muriendo de vieja o de aburrimiento y que los pocos jóvenes que hay terminen de emigrar. Entonces, una vez abandonado todo, se expropia por interés general y se monta el parque. Incluso podría servir para ubicar allí el matadero, el vertedero, todo aquello que no quiera nadie. ¿Qué me dice usted que no hay buenas carreteras para el tránsito de camiones? Se hace una. O dos. Por dinero va a ser.
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