13 marzo 2009

No esTAVan

Soy un poco hipocondrias, mi médica me suele decir que es científicamente inviable –así dice, inviable- que una misma persona presente posibles síntomas de tantas pequeñas enfermedades. Yo le contesto que no tengo la culpa de que el universo sea infinito, que yo no firmé las escrituras. Entonces me da unas pastillas y me explica que cuando me sienta mal me ponga una debajo de la lengua –esto, técnicamente, se llama sublingual, que yo pensaba que era una práctica sexual, pero no-. Tienen un sabor sospechosamente muy parecido al de las Juanolas, pero es cierto que me calman. Los sobacos de Bolt alao de mi boca son blancos. El caso es que ayer tuve un acceso de ausencia –accesos de ira o de tos no tengo, sólo de ausencia- y ni la pastilla lo calmó. Llamé al 112. Nada. A la Federación Navarra de Casas Regionales. Nada. Y me fui a la Oficina de Objetos Perdidos. Buenas, qué desea. No encuentro dos cosas. ¿Qué aspecto tienen? Hará como un año que anduvieron bastante por aquí y se les oía mucho, pero igual su pastilla sublingual estaba caducada, porque, en comparación, Harpo Marx era hablador. Llevan gafas. ¿De ver o de fardar? De pasta. ¿Dónde las vio por última vez? En una foto en el Congreso de los Diputados. No hay caso, lo siento, nos han advertido de una estafa de una empresa que hace montajes con photoshop de diputados regionales para su venta a los periódicos locales. No hay constancia de que esas personas hayan estado en Madrid. ¿Y qué hago? Pruebe en la feria de esoterismo, la médium por 20 euros le pone en contacto con quien quiera. Por 30 te hace las mechas. Mire qué rubio champán. Fui a la feria. Moscooooso, Moscooooso, manifiéstate. Nada. Fernández, ¿estás por casa? Nada. Me volví a casa sin esperanza alguna. Pero mira qué rubio champán.