HNV-Duar
Si al margen de en la que me tocó hacerlo me ofrecieran la posibilidad de elegir una ciudad y una década en la que vivir no sería ni el París de los 20, ni el Nueva York de los 60, ni el Londres de los 70 ni muchísimo menos el Madrid de la movida. Mi idea de la felicidad pasa por estar sentado con una cerveza en la mano, un tipo con camisa de leñador a mi izquierda, otro afro a mi derecha y enfrente Larry Bird dándole un pase a Robert Parish en el Boston Garden mientras Bill Laimbeer se abre los dientes contra el soporte de una cámara de televisión. No es mucho pedir, me conformaría con un trabajo de supervivencia o la ayuda por desempleo si la merezco y un sitio caliente. Además, El Maestro actuó 11 veces en Massachussets en los 80 –en los 60 dio decenas de conciertos en Nueva York, pero que les den por saco a los Knicks-. Salvando toda clase de distancias, incluidas la cerveza, la camisa de leñador y el afro, hace dos semanas vi por vez primera al HNV-Duar en el Anaitasuna y me lo pasé de lujo. Fundamentalmente, porque me dio la sensación de que con, a priori, no excesivamente mucho y en el primer año del club en la categoría, los entrenadores están sabiendo exprimir al máximo las condiciones de cada uno de los jugadores tanto en defensa como en ataque y que, lo más importante, juegan como un equipo del primer al último minuto en una categoría que suele ser más dada a que los jugadores, con relativa cierta lógica, busquen algo más el lucimiento propio para llamar la atención de las categorías superiores. De soñar con la permanencia a contar con serias opciones de jugar el play-off de ascenso y, además, sin el poste alto, Calvin Clemmons, lesionado todo el año. No son los Celtics, pero me va esa filosofía. Esta noche habrá que volver al Anaitasuna, a gusto.
Si al margen de en la que me tocó hacerlo me ofrecieran la posibilidad de elegir una ciudad y una década en la que vivir no sería ni el París de los 20, ni el Nueva York de los 60, ni el Londres de los 70 ni muchísimo menos el Madrid de la movida. Mi idea de la felicidad pasa por estar sentado con una cerveza en la mano, un tipo con camisa de leñador a mi izquierda, otro afro a mi derecha y enfrente Larry Bird dándole un pase a Robert Parish en el Boston Garden mientras Bill Laimbeer se abre los dientes contra el soporte de una cámara de televisión. No es mucho pedir, me conformaría con un trabajo de supervivencia o la ayuda por desempleo si la merezco y un sitio caliente. Además, El Maestro actuó 11 veces en Massachussets en los 80 –en los 60 dio decenas de conciertos en Nueva York, pero que les den por saco a los Knicks-. Salvando toda clase de distancias, incluidas la cerveza, la camisa de leñador y el afro, hace dos semanas vi por vez primera al HNV-Duar en el Anaitasuna y me lo pasé de lujo. Fundamentalmente, porque me dio la sensación de que con, a priori, no excesivamente mucho y en el primer año del club en la categoría, los entrenadores están sabiendo exprimir al máximo las condiciones de cada uno de los jugadores tanto en defensa como en ataque y que, lo más importante, juegan como un equipo del primer al último minuto en una categoría que suele ser más dada a que los jugadores, con relativa cierta lógica, busquen algo más el lucimiento propio para llamar la atención de las categorías superiores. De soñar con la permanencia a contar con serias opciones de jugar el play-off de ascenso y, además, sin el poste alto, Calvin Clemmons, lesionado todo el año. No son los Celtics, pero me va esa filosofía. Esta noche habrá que volver al Anaitasuna, a gusto.
2 Comments:
Gran artículo Jorge.
Ya va siendo hora que se de el apoyo a Basket Navarra Club que realmente se merece viendo el trabajo de la gente que esta metida en el proyecto (dirigente, entrenadores, jugadores y aficion).
Y si, parece increible que la gente se tome una cerveza con alcohol y no pase nada en las gradas mas o menos lo que ocurre en el rugby.
Otra cosica es el furgol ¿no?
Grandioso articulo, VIVA el Baloncesto NAVARRA. Hay que reconocer, con escaso presupuesto, escasa plantilla, pero lo que no es escaso es la afición que acude al Anaitasuna y el juego del equipo.
Mas dinero publico.
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