06 marzo 2009

Nieva

Tengo buena memoria para algunas cosas. Se dice que la memoria es una enfermedad. No sé, pero a veces duele, ni haciéndome un ovillo pasa de largo, sólo se puede esperar. La mañana del día en el que por la tarde se mató Txutxin caían unos copos gordos, como ahora, y hacía frío. La curva en la que se le salió la moto estaba en sombra. El cuerpo de Iñaki está en mitad de una inmensa arista cargada de nieve hasta llorar de bonita. Cada vez que nieve se tapará su cuerpo, pero cada vez que veo nevar es cuando más se me aparece, oigo las últimas palabras que me dijo: es el sitio más increíble que he visto. Es fantástico ver nevar. También recuerdo sus teléfonos, número a número, los de los móviles, los de los fijos, los de las casas de sus padres, hasta el satélite de Iñaki, que tiene 16 cifras. No he hecho ningún esfuerzo por memorizarlos tras sus muertes, ya me pasaba antes. Me pasa con centenares de números. Es una puta cruz, porque, por mucho que los borre de la agenda –que no pienso-, sé que me van a acompañar siempre y que una tarde de dentro de unos años estaré delante de un escaparate viendo un precio y me vendrá a la cabeza alguno de esos números antes de haber pensado siquiera en la persona que tenía ese número. Y me entrarán ganas de llamarle a ver qué hace y me tendré que retener y me dolerá y ya sé que la vida es así pero aunque me da igual llorar en público no me parece bien hacerlo delante de unas cazadoras. Y tampoco me parece bien tener que ir a identificarnos a mí y a mi número de móvil porque a Rubalcaba le ha salido de los huevos y en nombre de no sé qué de la seguridad si no lo hago me quitan el número. Porque, ¿y si un día me llaman Txutxin o Iñaki y no me localizan, dónde reclamo yo, a quién, de qué serviría ya, de qué? Ya no nieva, una pena.

7 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Tienes toda la razón en cuanto has dicho aquí. Un abrazo, Jorge.

3:35 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

008821650..........un beso

10:23 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Yo acabe borrando el numero de un amigo de la agenda, jamas podre borrar su recuerdo....

11:32 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Dolorosamente cierto. Encadenados a números, sí.

12:01 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

El otro día ñamé a una asociación de ex-alumnos de colegio para apuntarme a la cena, sigue con el mismo número de teléfono que hace 15 años, cuando acabé BUP, y hace 20 que acabó Txutxín; se de que hablas.
Un abrazo, Jorge.

2:58 p. m.  
Blogger jorgenagore said...

Yo tb ñamé, grifos, sé de qué hablas. Hablas con más argumentos que yo. Nos vemos el sábado. Un abrazo, Luis.

6:45 p. m.  
Blogger Inzoa said...

La memoria no se decide.
Los recuerdos son huellas que se imprimen
en nuestro lecho más delicado.
Ecos que vuelven,
soldados caídos en el campo de batalla
que regresan del más allá inesperadamente,
satélites que orbitan infatigables,
peregrinos dejados atrás, en el camino.
Nos alcanzan.
Forman parte de nosotros. Somos por ellos.
Como las nubes por el agua.
Y a veces duelen y a veces ríen.
A veces empujan y a veces lastran.
Regresan como el agua a las nubes.

Enhorabuena, Jorge, por saber recordar.

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10:33 p. m.  

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