Razón llevas
Tenía razón Paco Polán cuando en una amable e inteligente carta criticaba que para rechazar que el Ayuntamiento de Pamplona censure a Gara y a Berria no hace falta citar el dinero que ese mismo ayuntamiento se gasta en Arco, cosa que yo hice, mal. Decía Polán que no vaya a ser que lo poco que se destina al arte moderno también se deje de destinar. No debería, no debería. Pero teniendo como tiene Polán la razón, sería pésimo tener que conformarse –parece que Polán no lo hace- con que la atención que este ayuntamiento presta al arte moderno se base casi sólo en esa feria del ganado y de las vanidades hinchadas por el mercado especulativo que es Arco. Y deberían ser, creo, los artistas que han de pasar por los diversos aros de algunos galeristas, comisarios, críticos, coleccionistas y demás los que levantaran la voz y se la hicieran llegar a los poderes públicos: basta ya de comprar en Arco, basta ya de aldeanadas, sea con 25.000 euros o con 50.000. Hay maneras mucho más democráticas, participativas y baratas –claro, que exigen pensar y consensuar y diseñar, cuando para lo de Arco sólo hace falta ir y comprar- para impulsar el arte moderno y para que los ciudadanos puedan acceder a los artistas y los artistas a ganarse la vida con su labor y sueños. Ya he dicho varias veces que nada tengo contra el arte moderno, ni contra que un tipo que diseca una vaca la venda por 100 millones de euros a un especulador, pero el gran problema es que en medio de esta espiral de locura siempre llega un Paco –o Paca- Martínez Soria rodeao de asesores que se deja 12.000 euros de dinero público porque sus asesores le dicen que ese artista dentro de unos años estará a la altura del de la vaca disecada o que está en alza. Concursos públicos, convocatorias abiertas, imaginación, trabajo.
Tenía razón Paco Polán cuando en una amable e inteligente carta criticaba que para rechazar que el Ayuntamiento de Pamplona censure a Gara y a Berria no hace falta citar el dinero que ese mismo ayuntamiento se gasta en Arco, cosa que yo hice, mal. Decía Polán que no vaya a ser que lo poco que se destina al arte moderno también se deje de destinar. No debería, no debería. Pero teniendo como tiene Polán la razón, sería pésimo tener que conformarse –parece que Polán no lo hace- con que la atención que este ayuntamiento presta al arte moderno se base casi sólo en esa feria del ganado y de las vanidades hinchadas por el mercado especulativo que es Arco. Y deberían ser, creo, los artistas que han de pasar por los diversos aros de algunos galeristas, comisarios, críticos, coleccionistas y demás los que levantaran la voz y se la hicieran llegar a los poderes públicos: basta ya de comprar en Arco, basta ya de aldeanadas, sea con 25.000 euros o con 50.000. Hay maneras mucho más democráticas, participativas y baratas –claro, que exigen pensar y consensuar y diseñar, cuando para lo de Arco sólo hace falta ir y comprar- para impulsar el arte moderno y para que los ciudadanos puedan acceder a los artistas y los artistas a ganarse la vida con su labor y sueños. Ya he dicho varias veces que nada tengo contra el arte moderno, ni contra que un tipo que diseca una vaca la venda por 100 millones de euros a un especulador, pero el gran problema es que en medio de esta espiral de locura siempre llega un Paco –o Paca- Martínez Soria rodeao de asesores que se deja 12.000 euros de dinero público porque sus asesores le dicen que ese artista dentro de unos años estará a la altura del de la vaca disecada o que está en alza. Concursos públicos, convocatorias abiertas, imaginación, trabajo.
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