11 octubre 2012

Grandilocuente


Leí una bonita columna sobre Pura Vida, la película que narra con excepcional maestría y desnudez tanto el intento de rescate de Iñaki Ochoa de Olza como la manera en la que sus rescatadores sienten la montaña. En ella, el columnista decía que tenía algunos reparos iniciales, ya que suelen ser ocasiones para la “grandilocuencia”. Está en lo cierto. Es la misma grandilocuencia que se lee en algunos medios, o se oye o se ve. La misma que le ha llevado a él a escribir una columna sobre montaña. Sin tragedia, no hay columna. No lo juzgo. Nos pasa a todos con muchas cosas. Lo dice Alexei Bolotov en la película: no le veo nada de hermoso a lo que pasó. No aspirábamos a eso. Poco antes de que se estrenara, Alexei –cuyos padres y mujer me sacaron las únicas lágrimas en la película- estuvo cuatro días sin dar señales de vida en el Lhotse. No había cometido ninguna imprudencia, solo les había fallado la comunicación. Si llega a morir –pasa, en ocasiones- se hubiesen vuelto a leer grandes portadas grandilocuentes, como las hemos leído con la avalancha del Manaslu o la del Annapurna. Hablando de masificación, cuando los únicos ochomiles masificados son el Everest en mayo y el Cho Oyu y algo menos el GII, o de locuras, que, aún pocas, las hay. Pero si no lees sobre montaña o no ves películas sobre montaña porque crees que “es grandilocuente” es normal que andes solamente por la superficie de la actividad, algo que no es un deporte pero que en su cúspide practican hombres y mujeres que son deportistas absolutos, que leen, escriben, fotografían, filman, narran y comparten. Hubiese devorado una columna sobre las 11 horas que le costó a Iñaki hacer campo 2-cima del Shisha en solitario. No la hubo. ¿Grandilocuente? A veces lo merecen. Más que las tragedias. Que nada tienen de hermoso.

1 Comments:

Blogger Koldo said...

El Manaslu empieza a ser el "otro Cho Oyu" para las expediciones comerciales...

12:00 p. m.  

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