Antony
Me gusta hablar con los taxistas. Les digo: “¿A qué altura va?”. No, eso es en los ascensores. A los taxistas cosas así como “da asco el tráfico que hay, es que la gente coge el coche hasta para ir a mear”. Frases originales todas, en fin. No, en serio, me gustan los taxistas. Me gustan los taxis. Hay un taxista mayor que me impresiona y que tiene en el salpicadero un montón de rosas rojas y cuando entras pone el Canon de Pachelbel o el Adagio de Albinoni y, los días de mucha suerte, el Ave María de Schubert. Lleva una foto de San José María Escrivá también, pero a mi eso me da igual, porque la foto no abre la boca y el taxista tampoco, sólo para decir: “¿A dónde le llevo?”. Y le suelo decir: “A donde llegue para una vuelta de 30 euros y me vuelve a dejar aquí”. Hace poco me volvió a tocar él y llevaba puesto el Hope There`s Someone de Antony and the Johnsons. La avenida del Ejército me pareció la mejor carretera de Texas y ése hombre no se quejaba de nada y si me hubieran pinchado con una aguja me hubiera parecido bien. Porque iba montado en el paraíso a 0,59 euros el kilómetro. Por eso solicito que, además de un monumento, porque ya está bien de gastarse el dinero ajeno en monumentos a momias y no en personas que viven hoy y nos facilitan la vida hoy, a éste y a todos los taxistas les pongan una mampara y, si no en su totalidad, al menos que sí se les costeé parte del gasto que supone poner una barrera entre la vida y la muerte o entre la tranquilidad y un problema. Porque la noche es muy amiga pero también muy traidora y si el taxista de las rosas se quiere jubilar y retirarse a Torreciudad, por mí perfecto, que yo no pienso ir, pero no quiero leer que, al encontrarlo, Antony aún cantaba en el lector de cd “espero que alguien cuide de mí”.
Me gusta hablar con los taxistas. Les digo: “¿A qué altura va?”. No, eso es en los ascensores. A los taxistas cosas así como “da asco el tráfico que hay, es que la gente coge el coche hasta para ir a mear”. Frases originales todas, en fin. No, en serio, me gustan los taxistas. Me gustan los taxis. Hay un taxista mayor que me impresiona y que tiene en el salpicadero un montón de rosas rojas y cuando entras pone el Canon de Pachelbel o el Adagio de Albinoni y, los días de mucha suerte, el Ave María de Schubert. Lleva una foto de San José María Escrivá también, pero a mi eso me da igual, porque la foto no abre la boca y el taxista tampoco, sólo para decir: “¿A dónde le llevo?”. Y le suelo decir: “A donde llegue para una vuelta de 30 euros y me vuelve a dejar aquí”. Hace poco me volvió a tocar él y llevaba puesto el Hope There`s Someone de Antony and the Johnsons. La avenida del Ejército me pareció la mejor carretera de Texas y ése hombre no se quejaba de nada y si me hubieran pinchado con una aguja me hubiera parecido bien. Porque iba montado en el paraíso a 0,59 euros el kilómetro. Por eso solicito que, además de un monumento, porque ya está bien de gastarse el dinero ajeno en monumentos a momias y no en personas que viven hoy y nos facilitan la vida hoy, a éste y a todos los taxistas les pongan una mampara y, si no en su totalidad, al menos que sí se les costeé parte del gasto que supone poner una barrera entre la vida y la muerte o entre la tranquilidad y un problema. Porque la noche es muy amiga pero también muy traidora y si el taxista de las rosas se quiere jubilar y retirarse a Torreciudad, por mí perfecto, que yo no pienso ir, pero no quiero leer que, al encontrarlo, Antony aún cantaba en el lector de cd “espero que alguien cuide de mí”.
3 Comments:
QUE BUENO ERES NAGORE!
Y yo aun diria mas eres buenisimo Nagore
vaya os contentais con poco eh...??esta bien que jorge ya no use esas palabras tan estupidas ke antes usaba...de todas formas citas los chenoa , bisbal y springsteen de la musica clasica , aver si indagas mas..( es por joder)
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