'Rodapieses'
La de cosas de Palacio que le tocan a Palacios ¡eh! Se mueve un tabique para que quepa una fotocopiadora de ésas gansas de planos y fijo que el tabique le come a Palacios alfombra del despacho y Palacios ahí, cruzao de brazos arengando al ñapas: “¡Venga, coño, que tengo que firmar unas órdenes forales. Me ponga unos pernes también y esos rodapieses me los pule y me les mete un poco de antipolilla, que hay mucha polilla”. Y en esto llega Sanz, le pasa la mano por el hombro –por el derecho, porque cuando uno es diestro, como Sanz, la posición natural es situarse a la izquierda para así agarrar el hombro derecho- y le dice: “José Ignacio”. Y el otro contesta: “¡Huyyy, lo que me ha dicho! Miguel, si me llamas por el nombre, mala cosa”. “¡Mira este, tú también me has llamado por el nombre!”. “Porque has empezao tú y además yo soy más mayor”. “De eso te quería hablar. Que mira, que he pensao que, a tu edad...”. “Habla con Campoy, que frisa ya la...”. “Ni frisa ni Prisa ni leches, José Ignacio, que ya está decidido”. “¿Decidido lo cualo, si te llevo sólo un mes de vida?”. “Ya, ya, pero no es lo mismo un mes de vida en Pamplona que en Corella. En Pamplona desgasta más y tú llevas ya mucho tute, que sólo te falta ser bedel, así que te ceso y pongo a García-Malo, que es de Castejón, y ya que les vamos a doblar la capacidad a las térmicas a los de Castejón, pues al menos que tengan alguien en Palacio, ¿no? Y todo pueblo majo de la Ribera merece al menos un consejero, ¿no?”. “¿Esto no será por lo de las licencias de radio?” “No, es por un impulso personal”. “¿Ni por lo de las ONG’s? “Por un doble impulso personal. Y hasta aquí puedo leer”. “¿Pero entonces le voy diciendo a Del Burgo que vaya desalojando su despacho en Madrid o qué? ¿Y qué le digo al de los rodapieses?”.
La de cosas de Palacio que le tocan a Palacios ¡eh! Se mueve un tabique para que quepa una fotocopiadora de ésas gansas de planos y fijo que el tabique le come a Palacios alfombra del despacho y Palacios ahí, cruzao de brazos arengando al ñapas: “¡Venga, coño, que tengo que firmar unas órdenes forales. Me ponga unos pernes también y esos rodapieses me los pule y me les mete un poco de antipolilla, que hay mucha polilla”. Y en esto llega Sanz, le pasa la mano por el hombro –por el derecho, porque cuando uno es diestro, como Sanz, la posición natural es situarse a la izquierda para así agarrar el hombro derecho- y le dice: “José Ignacio”. Y el otro contesta: “¡Huyyy, lo que me ha dicho! Miguel, si me llamas por el nombre, mala cosa”. “¡Mira este, tú también me has llamado por el nombre!”. “Porque has empezao tú y además yo soy más mayor”. “De eso te quería hablar. Que mira, que he pensao que, a tu edad...”. “Habla con Campoy, que frisa ya la...”. “Ni frisa ni Prisa ni leches, José Ignacio, que ya está decidido”. “¿Decidido lo cualo, si te llevo sólo un mes de vida?”. “Ya, ya, pero no es lo mismo un mes de vida en Pamplona que en Corella. En Pamplona desgasta más y tú llevas ya mucho tute, que sólo te falta ser bedel, así que te ceso y pongo a García-Malo, que es de Castejón, y ya que les vamos a doblar la capacidad a las térmicas a los de Castejón, pues al menos que tengan alguien en Palacio, ¿no? Y todo pueblo majo de la Ribera merece al menos un consejero, ¿no?”. “¿Esto no será por lo de las licencias de radio?” “No, es por un impulso personal”. “¿Ni por lo de las ONG’s? “Por un doble impulso personal. Y hasta aquí puedo leer”. “¿Pero entonces le voy diciendo a Del Burgo que vaya desalojando su despacho en Madrid o qué? ¿Y qué le digo al de los rodapieses?”.
1 Comments:
E leido, y reido, tu "a la contra" de hoy, pero alguién se te ha adelantado:
http://www.lacoctelera.com/marianalaaldeana/post/2006/06/04/capitulo-17-tombola-caritas
Un lector fiel:
Jaime
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