Tiempos peores
Una cosa es que dentro de nada ya podamos recoger los primeros patxaranes, que a la vuelta de la esquina comiencen a ponerse los campos llenos de margaritas o que mañana mismo empiece la temporada de verano en las tiendas de ropa y otra bien distinta es que a tres meses y medio vista de las elecciones vayamos por la calle tan pitxis -¡aúpa ese Pitxi Egillor, primer navarro en la cima del Everest junto con Patxi Fernández- contemplando torsos desnudos, lencería o coches de 12 marchas y de repente se nos aparezca el gepeto y la corbata de un político que nos avisa de que llegan nuevos tiempos, o algo así. O que compremos el periódico y que, entre los muchos folletos que al abrirlo se nos caen al suelo –con la consiguiente blasfemia y juramento de que la próxima vez los tira a la papelera el jefe de marketing del periódico-, aparezca uno de unos señores con una camiseta blanca que pone 100% por Navarra, o algo así. No es humano, esto, esto de que se adelante la primavera y de que la precampaña ya esté aquí y se vaya a quedar. Yo pido una moratoria, una ley contra la contaminación visual, lo que sea, con tal que de no tener que pasar los siguientes 100 días de mi vida sobresaltado con mensajes, slogans y casquería varia. ¿No está la Ministra de Sanidad prohibiéndolo todo? Pues que le meta mano a esto, que ya está bien, que nos apetece respirar, tener la sensación, aunque sea equivocada o inútil, de que vivimos en un sitio en el que se puede ir por la calle sin que te machaquen 100 frases geniales del tipo que sea, ni 100 tipos dispuestos a asegurarte que sin ellos tu vida es peor. ¿No podéis ceñiros a unos días antes de lo de las urnas, compadres? Ya dijo Sánchez Ferlosio hace tiempo que vendrían tiempos peores que nos harían más ciegos. Aunque parezca mentira.
Una cosa es que dentro de nada ya podamos recoger los primeros patxaranes, que a la vuelta de la esquina comiencen a ponerse los campos llenos de margaritas o que mañana mismo empiece la temporada de verano en las tiendas de ropa y otra bien distinta es que a tres meses y medio vista de las elecciones vayamos por la calle tan pitxis -¡aúpa ese Pitxi Egillor, primer navarro en la cima del Everest junto con Patxi Fernández- contemplando torsos desnudos, lencería o coches de 12 marchas y de repente se nos aparezca el gepeto y la corbata de un político que nos avisa de que llegan nuevos tiempos, o algo así. O que compremos el periódico y que, entre los muchos folletos que al abrirlo se nos caen al suelo –con la consiguiente blasfemia y juramento de que la próxima vez los tira a la papelera el jefe de marketing del periódico-, aparezca uno de unos señores con una camiseta blanca que pone 100% por Navarra, o algo así. No es humano, esto, esto de que se adelante la primavera y de que la precampaña ya esté aquí y se vaya a quedar. Yo pido una moratoria, una ley contra la contaminación visual, lo que sea, con tal que de no tener que pasar los siguientes 100 días de mi vida sobresaltado con mensajes, slogans y casquería varia. ¿No está la Ministra de Sanidad prohibiéndolo todo? Pues que le meta mano a esto, que ya está bien, que nos apetece respirar, tener la sensación, aunque sea equivocada o inútil, de que vivimos en un sitio en el que se puede ir por la calle sin que te machaquen 100 frases geniales del tipo que sea, ni 100 tipos dispuestos a asegurarte que sin ellos tu vida es peor. ¿No podéis ceñiros a unos días antes de lo de las urnas, compadres? Ya dijo Sánchez Ferlosio hace tiempo que vendrían tiempos peores que nos harían más ciegos. Aunque parezca mentira.
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