11 octubre 2007

¡Qué va!

No recuerdo en qué película española uno de los protagonistas se hacía la siguiente pregunta: ¿a ver si es verdad que hay un Dios? Poco después, sufría un varapalo y se replicaba a sí mismo: ¡qué va a haber, qué va a haber! La primera frase la pronuncié ayer al leer que Torrens –Javier, no Cristina- había decidido no subir el precio del billete sencillo de la Villavesa, que está a la increíble cantidad de 1 euro. No me lo podía creer, semejante gesto de buena voluntad para con los que nos negamos a sacarnos la tarjetita monedero ésa o como se diga. Bueno, tampoco seamos pazguatos del todo, que conviene recordar que a la mágica cifra de 1 euro se llegó el año pasado desde los 0,86 euros, lo que supuso un record –supongo que internacional, mundial casi, interestelar quizá- en las subidas de los precios del transporte público. O sea, que subirlo este año otra vez hubiese sido ya de forajidos o de Los Apandadores. Pero, visto el panorama, que cuando menos te dejen como estás es ya un hito que no hay que pasar por alto. Así que decidí celebrarlo y, como no tenía nada más que hacer, me dije: ¡cógete una villa hasta la Rocha y luego te subes a pata, chaval! Eso hice. Me subí a una, pagué mi euro –los conductores están tan poco acostumbrados a memos como yo que te cobran con cara de no me hagas trabajar- y, no sé por qué, me puse a leer el billete. Y allí lo leí. Ponía: disuasorio. Resumiendo, que al billete sencillo lo llaman disuasorio, supongo que para disuadirte de que lo compres y en cambio te saques la tarjeta y te subas al tren de la modernidad. En lugar de llevar una leyenda que dijera algo así como gracias por financiar dos veces más que los demás el transporte público te llaman poco menos que atontao. ¡Qué va a haber, qué va a haber!