
Mañana cumplo el artículo 200 de esta temporada, una buena cifra, ¿no? Supongo que estarán ustedes tan cansados de mi como yo en ocasiones de tener que escribirlos, pese a que sea un placer, pero también es un placer comer arroz con pollo y no lo como todos los días –y menos prepararlo, porque lo sencillo en un artículo es el acto de escribirlo-. El domingo perpetraré el último, con la esperanza, eso sí, de volver por aquí a finales de septiembre, que una cosa no quita la otra. No obstante, andaré por este papel –en páginas interiores- en San Fermin, con lo cual no se van a librar tan fácil de mi aquellos que estén hartos, que seguro que los hay, faltaría más –yo, a veces, el primero-. Creo que el título de los artículos va a ser El apartao. Yo es que no puedo con los sanfermines, me derrotan, y por eso me aparto. Si por mi fuera duraría como un campeón del 6 al 15, pero con el 6 me suele valer, más bien a mi estómago. Así que les esperaré desde algún lugar lejos del Arga y cerca del Irati, exactamente a unos 10 metros en horizontal y dos en vertical. Como el domingo A la contra también se publica pasada la muga guipuzcoana, quería utilizar este viernes para despedirme, ya que mañana es jornada de reflexión –llevaremos reflexionando exactamente 33 días, clavos y cruz incluidos- y algo habrá que comentar al respecto, digo yo. No sé, me gustaría agradecerles que se lo hayan pasado bien de vez en cuando y lamento los lógicos enfados de algunos. Lo que sí me apetece es acordarme de todos y todas las que en edición, maquetación y corrección se ocupan de que estas letras salgan bien. Y de los que día a día hacen este periódico -y, por qué no, otros- y posibilitan que mamelucos como yo escribamos en la última página. Dicho está. Cuídense. Salud.
1 Comments:
Pues yo, una anónima abuela, te agradezco las risas y las sonrisas. Y me alegro que descanses, majo, pero que vuelvas en la rentree que dicen los gabachos. Te esperamos. Un millón
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