04 octubre 2007

El interné

Internet es lo que tiene, que deja más rastro que los caracoles (a ver si se anima algún valle a cobrar también los caracoles. Y luego seguimos con los patxaranes, las moras, los pámpanos, las avellanas y etc). Pero también tiene un peligro tremendo, porque lo que parece una cosa luego resulta que puede ser otra. O no. Viene esto al hilo de que cuando leí el nombre y los dos apellidos del recién nombrado –por UPN, en su mamoneo con PSN- presidente del Consejo Escolar ese nombre me sonaba, me retumbaba en los occipucios como te retumba algo que tienes que comprar en el super pero no te acuerdas. Hasta que, como siempre, cuando menos me lo esperaba, se me abrieron las puertas del cielo: ese nombre me sonaba de Internet, de leerlo en la página web del periódico que se edita aquí y que no es éste. Concretamente, lo había visto infinidad de veces en las opiniones que los internautas dejan sobre las noticias que aparecen en esa web, un hobby tan respetable como otro cualquiera y que muchos tienen, faltaría más. Pero el caso es que aquel nombre me llamó desde el principio la atención, porque firmaba sus opiniones con sus dos apellidos (la gente se busca motes, como, por ejemplo, Mefistófeles o McGyver) y, además, parecía estar bastante enterado de casi todo, era muy vehemente y, en muchos casos, tremendamente crítico y hasta exaltado con la labor de UPN. Incluso dejaba preguntas en los videochats. Nada extraño, que cada uno es muy libre. Pero luego resulta que a una persona con su mismo nombre y apellidos la nombran presidente del Consejo Escolar y me surgió la duda: ¿serán el mismo?, ¿seguirá el internauta opinando en esa web o frenará su logorrea digital?, ¿qué opinará de esto el recién nombrado?, ¿sabían en UPN algo de esto? Vamos, tonterías. ¿O tal vez no tanto?