19 enero 2008

Barricadas

Hay guerra de bandas. Está la banda del centro y la de la Rochapea. Ninguna quiere las barracas y sus consiguientes ruiditos desquiciantes, olores y tumultos. Algunos habitantes del centro argumentan –y esto es literal- que “en otras ciudades la feria está en las afueras y todo el mundo está encantado”. Esto es, que para algunos de ellos la Rochapea es las afueras, allá donde se pueden echar todos los escombros que nadie quiere. Yo diré más: para algunos la Rochapea es Marte. Conocen bastante mejor la Gran Vía o las Ramblas que la Rotxa. Me atrevo a decir que miles de ciudadanos de Pamplona –en especial los menores de 30 años- no han estado jamás allí, a pesar de que últimamente se haya construido bastante. Es lo que tiene vivir en una burbuja, que te acercas al colegio o la uni, a lo Viejo como mucho a echar unos potes y unos berridos, al campo de fútbol a ver a Osasuna ganar al Bilbado y poco más. Hay personas que conocen cinco o seis recorridos y si los sacas de ahí son capaces de decirte que están en Móstoles. Normal que luego te importe una higa que los ruidos se los queden otros, ésos de ahí abajo. Ahora, incluso, llegan los feriantes e insisten en la ubicación en Vuelta del Castillo y Sancho el Fuerte, con lo cual ya se han levantado en armas los de esa calle y a nada que sigan surgiendo propuestas esto va a parecer Berlín en el 46, cada uno defendiendo su txoko. Yo solución no tengo, que no está fácil, pero tengo claro que si el centro tiene todas las ventajas habidas y por haber tendrá que apechugar también cuando vienen mal dadas, porque en la Rotxa hay casas que están a 20 metros y también habrá ancianos –supongo- como hay en la Meca. O que lo pongan en Antonniuti y Pío XII, que no está bien quitarse las mondas de encima y tirarlas en las afueras.