Reality show
Como reconocer la realidad es tan sencillo como soñar con algo distinto, habré de reconocer que me equivoqué de cuajo cuando tildé a Samuel Caro de lunático por aspirar a que el PSN alcanzara los 113.000 votos de 2004. No sólo los alcanzaron sino que los superaron. Enhorabuena, yo no doy crédito, pero ahí queda. Pero sacar de semejante cifra, como lo sacaba Elena Torres el domingo en este periódico, que la gente ha digerido el agostazo o que –ésa era la filosofía que se desprendía de sus respuestas- había sido el PSN y no el PSOE o el miedo a Rajoy el que había obtenido tales guarismos sí que es, perdónenme, de lunáticos, de los que no quieren reconocer la realidad y se benefician –sin pretenderlo, no me malinterpreten- de una situación coyuntural –bipartidismo atroz, asesinato terrorista 48 horas antes, cierto repelús a la derecha de Madrid- que se da pocas veces. Vamos, que en las generales se vota más al PSOE porque el PP cae peor que UPN y en las forales se vota menos al PSN porque el PSN cae peor que el PSOE, así de simple, al margen de que votantes de NaBai, IU y abstencionistas también se hayan subido al carro zapateril para no sentirse partícipes de un posible nuevo advenimiento del mesías Mariano. De este modo, coger los resultados de unas generales para tratar de validar lo realizado aquí por los de aquí es un acto quizá entendible –hay que agarrarse a lo que haga falta- pero que no cuela, porque la realidad mira que es tozuda. Y la realidad lo que dice es que el PSN tiene 12 escaños, por 11 en 2003, 11 en 1999 y 11 en 1995. Vamos, 12 años prácticamente en su suelo electoral, un suelo ya difícilmente rebajable habida cuenta de la férrea implantación de esta sigla en la Ribera. Esta es la realidad, pero usted sueñe, señora Torres, como hacemos todos.
Como reconocer la realidad es tan sencillo como soñar con algo distinto, habré de reconocer que me equivoqué de cuajo cuando tildé a Samuel Caro de lunático por aspirar a que el PSN alcanzara los 113.000 votos de 2004. No sólo los alcanzaron sino que los superaron. Enhorabuena, yo no doy crédito, pero ahí queda. Pero sacar de semejante cifra, como lo sacaba Elena Torres el domingo en este periódico, que la gente ha digerido el agostazo o que –ésa era la filosofía que se desprendía de sus respuestas- había sido el PSN y no el PSOE o el miedo a Rajoy el que había obtenido tales guarismos sí que es, perdónenme, de lunáticos, de los que no quieren reconocer la realidad y se benefician –sin pretenderlo, no me malinterpreten- de una situación coyuntural –bipartidismo atroz, asesinato terrorista 48 horas antes, cierto repelús a la derecha de Madrid- que se da pocas veces. Vamos, que en las generales se vota más al PSOE porque el PP cae peor que UPN y en las forales se vota menos al PSN porque el PSN cae peor que el PSOE, así de simple, al margen de que votantes de NaBai, IU y abstencionistas también se hayan subido al carro zapateril para no sentirse partícipes de un posible nuevo advenimiento del mesías Mariano. De este modo, coger los resultados de unas generales para tratar de validar lo realizado aquí por los de aquí es un acto quizá entendible –hay que agarrarse a lo que haga falta- pero que no cuela, porque la realidad mira que es tozuda. Y la realidad lo que dice es que el PSN tiene 12 escaños, por 11 en 2003, 11 en 1999 y 11 en 1995. Vamos, 12 años prácticamente en su suelo electoral, un suelo ya difícilmente rebajable habida cuenta de la férrea implantación de esta sigla en la Ribera. Esta es la realidad, pero usted sueñe, señora Torres, como hacemos todos.
1 Comments:
Lo han conseguido, tenemos una "democracia del miedo". Muchos han votado por miedo a que ganen "los ultras del PP" y otros para evitar que ganen "los que pactan con independentistas y radicales". PP y PSOE se frotan las manos con la situación actual, pues les beneficia como el sistema electoral vigente. Luego basta con echar las culpas a los nacionalistas, pero están muy cómodos con sus apoyos. Lo peor es que a la poca altura de nuestros políticos y de sus mensajes han contribuido enormemente los medios de comunicación. Para hacer un informativo basta con poner un micrófono delante de un cargo político y reproducir sus exabruptos y barbaridades. El "periodismo de declaraciones" que impera desde hace años trae estos lodos. Sólo nos queda el pataleo, intentar cambiar algo es como peer en botija para que resuene
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