21 septiembre 2008

Alfombra

No me gustan los festivales de cine, me recuerdan a las ferias de ganado. Ya, ya sé que los feriantes de ganado también tienen derecho a reunirse y venderse las vacas y los potros y que por tanto los distribuidores, productores y directores tienen derecho a lo mismo. Lo que ocurre es que en las ferias de ganado no hay alfombra roja, ni tampoco nadie se pega toda la noche esperando en una campa a que pase un semental a pedirle un autógrafo. Claro, luego nos extraña que muchos de estos actores y actrices sean tirando a engreídos y endiosados, incluso nos llegan a indignar sus comportamientos de divos o las cosas que les piden a los organizadores. No sé, quizá yo esté equivocado, pero no tengo ningún interés en conocer al Woody Allen persona, a echarme un café con él, aunque me haya leído sus biografías y hasta haya ido a verle tocar el clarinete. En primer lugar, ¿qué se le dice a Woody Allen? Y, en segundo, ¿para qué? Prefiero mil veces quedarme con la idea que tengo de él a través de las películas y, como mucho, las entrevistas, aunque hay muchos artistas que también aquí no estén a la altura de lo que uno se ha imaginado. El único que está a la altura e incluso la sobrepasa –lo que ya es decir- es Julio Cortázar en la entrevista que le hizo hace muchos años el programa A fondo. Esa entrevista es casi mejor que toda su obra. Bueno, a lo mejor con Cortázar sí que me echaría un café, aunque seguro que él pasaría mil pueblos, porque esta gente necesita compañeros de charla más o menos del nivel. No, pensándolo mejor no hablaría con Cortazar si pudiera. Tal vez ese día le doliesen las muelas. O estaba despistado pensando en otro cuento: ¿quién soy yo entonces para molestarle si con un simple saludo puedo echar por tierra un cuento? Nadie. Hasta luego Scarlett.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

A ver si hay suerte y se te aparece aunque sea en sueños... Scarlett, claro, no Woody.

5:30 a. m.  

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