25 septiembre 2008

Restos

Han aparecido en el Mercado de Santo Domingo piezas procedentes de la segunda edad de hierro, que más o menos empezó hace 3.000 años y terminó hace unos 1.900, día arriba día abajo. Son los restos más antiguos encontrados jamás en Pamplona, más incluso que una cazuela de callos que vi ayer en la barra de un bar que no mencionaré y que, según palabras de su dueño, no se pudo presentar a Pintxo de la Década porque las bases exigían que el pintxo hubiese sido elaborado durante la década pasada. Los restos datan de una época que para que lo sepan ustedes aquellos que no lo sepan se llama Protohistoria, que es posterior a la Prehistoria y anterior a la Historia, que es, día arriba día abajo, donde ahora nos encontramos, estemos como yo en Pamplona –aunque mañana me voy al pueblo a embotar tomate- o esté usted en Fontellas, de paso o fijo. Usted está en la Historia, le guste o no le guste, ya no puede volver a la Protohistoria, jódase. O sea, que usted no va a poder pasar a la Historia porque ya está en ella. Los únicos que pasaron son los que venían de la Protohistoria, así que no sé a qué tanto furor por destacar y tal si luego como mucho pasaremos a los Posthistoria, los que pasen. ¿Me explicooooo? Bueno, hecho este inciso, regresemos a los restos. Al parecer, dicen que entre los mismos se ha encontrado un valioso documento. Se trata de un bando de alcaldía –en tinta, Gutenberg aún era un crío- prohibiendo instalar una barra de alcornoque en el Redín, acusando a los habitantes de fenicios, cananeos y cosas piores. De la misma manera, junto a la Plaza de San José se han hallado restos humanos, totalmente muertos. Y un megáfono, con la pila gastada, una pila Cegasa. Procedían de una sentada. En la pancarta se leía Programa, programa, programa.