29 marzo 2009

No hay respeto

No es bueno que se adelante el reloj una hora y que por tanto haya amanecido una hora más tarde que ayer y se vaya a hacer de noche una hora más tarde. Creo que ayer amaneció a eso de las 6.56 de la mañana y hoy en cambio lo ha hecho a las 7.54. Yo me he levantado como últimamente a las 6 y 15 para coger caracoles, me he acercado al muro de piedra de debajo de casa a esperar a que amaneciera y así poder verlos antes de meterlos en la bolsa –una vez no esperé a la luz y llené la bolsa de moras, con el asco que me dan las moras- y como ha amanecido una hora más tarde –he pensado mientras me impacientaba que igual me había levantado a las 5 y 15- cuando se ha hecho la luz ya no había caracoles. No me gusta enfocarlos con una linterna porque me recuerda a la Ley Corcuera. Y los caracoles también están en su derecho de que no les despierten a unas horas raras. Y, claro, al tener ellos sus propios biorritmos, se han despertado a su hora de siempre –un minuto antes de salir el sol-, se han ido por patas y no me he dado cuenta. Con tan mala suerte que al ser aún de noche no han encontrado el jardín de sus lechugas. Y se han muerto. Los caracoles pasa que al tener la casa tan justa de espacio no tienen despensa y viven al día, de lo que pillan, como las compañías eléctricas. Hoy de todas maneras la hubieran palmao igual porque había uno borracho sobao encima de las lechugas al que para cuando le ha despertado la luz ya le habían robado las llaves del coche –a las 7.23- y le habían dao por culo –desde las 7.28 hasta las 7.52, poco antes de la llegada de un nuevo orto, nunca mejor dicho-. En total, veinte y seis fallecidos, un hambriento y un confundido. Y eso sólo debajo de casa. Si es que ya no se respeta la naturaleza. Cualquier día veremos un pájaro en helicóptero.