¿De Dios?

Habida cuenta de que prácticamente el 100% de sus ingresos –la web del Ayuntamiento de Pamplona habla de un 97%- del Hospital San Juan de Dios proviene del concierto que mantiene con el Gobierno de Navarra, podríamos concluir que el Hospital San Juan de Dios hace las veces de un hospital público. Una empresa cuyo 97% de facturación año tras año sale de los bolsillos de todos los navarros es, se mire como se mire, un hospital que sostenemos con nuestros impuestos. Así las cosas, que su directora, Patricia Segura, haya puesto de patitas en la calle a un profesional contrastado y querido por todos los pacientes y familiares y compañeros como es Iosu Cabodevilla debería de tener, en primer lugar, un punto de retorno y, en segundo, una explicación a la sociedad, ya sea vía Parlamento o vía Departamento de Salud, que lo que no puede hacer es agarrarse al carácter privado del centro cuando a la vista está que 97 de cada 100 euros que ingresa vienen de las arcas públicas. La obligación de todo Gobierno que deriva ingentes cantidades de pacientes a un centro por no poder atenderlos en primera persona al punto de que ese centro sólo vive del dinero público tiene que ser no sólo la de mirar los costes, la calidad asistencial o la operatividad: también preocuparse y ocuparse e involucrarse cuando una gerencia desbocada sin ningún apego a esta tierra y solo al número frío se lleva por delante de manera improcedente –así lo reconoce San Juan de Dios- a un profesional reconocido. Y también debería ser su obligación analizar la operativa laboral y legal de toda la plantilla, abrasada con recortes y tretas desde que esta nueva dirección tomó las riendas en detrimento de pacientes, trabajadores y familiares. Y proceder por una vez como la sociedad le demanda.