Katalinski

De mayor quiero ser experto en arte moderno para que el Ayuntamiento de Pamplona me invite a acompañar a Madrid al concejal cenutrio de turno para que le aconseje qué comprar en Arco y luego tomarnos algo con la flor y nata de la modernidad allá en la capital y volvernos a Pamplona con un par de ollas express rajadas por la mitad y un cuadro –con marco y todo- para guardarlas en una bajera y así hasta el año que viene, todo ello con un coste global de 15.000 euros al que sumar aviones, hoteles, comidas, cenas y eso. Para empezar, tendré que revisar mi fondo de armario, porque con estas camisetas de leñador que llevo no creo que dé el pego en Arco. Eso sí, me han dicho que ahora los pijos se están empezando a comprar de esos relojes Casio que uso desde 1984 de a 10 euros la pieza, así que en ese aspecto estoy a la moda. Además, tengo un amigo diseñador, un amigo publicista, un tío segundo escultor y sé distinguir a Rothko de Kandinsky –Rothko era lateral izquierdo, Kandinsky era el que nos eliminó del Mundial 74. ¿O era Katalinski?-. A partir de ahí no tengo ni puta idea pero tampoco creo que haga falta, porque para gastar dinero, por mucho que este año nos hayan rebajado el presupuesto, no hace falta más que una chequera y muy poca vergüenza. La chequera ya la llevará la concejal y la poca vergüenza ya la pondré yo. Encima, ayer le oí al presidente de la cámara de comercio y bebercio que “la crisis ya ha tocado fondo”, con lo cual voy a gastar con mucho más placer, toda vez que Taberna es un tipo de fiar. Con auténtica saña voy a gastar, diría yo, en nombre de la cultura, de la modernidad, del futuro y de esa crisis que ya toca fondo, como todos estamos notando a nada que llevemos 20 años en algún sillón o nos den cheques en blanco para gastar dinero ajeno.