Los hechos
El 29 de noviembre, utilizando un
sistema que impide rastrear el autor, Santiago Cervera envía desde una cuenta
anónima a su mail particular el aviso de que le van a dejar en la muralla de
Pamplona un sobre con información de CAN. Obviamente, sabe que no le van a
dejar ningún sobre, ya que el correo se lo manda a sí mismo. O quizá sí espera
ese sobre, que alguien lo ponga más adelante, con papeles de pega. El 30 de
noviembre, Cervera, desde su mail personal, contesta al mail que se mandó el día
anterior a sí mismo, sorprendido por su propia oferta, dudando
–inteligentemente- de si esa contestación llegará a su destinatario pero no
cerrando la puerta a que se la haga llegar de otra manera, lo que abre la
puerta a su ‘curiosidad’ y ‘error’ posterior. Obviamente, sabe que no le
llegará esa información, porque él no la tiene y no se la puede dar a sí mismo.
Quizá le llegue más adelante. Pasan los días y no sucede nada, porque nada
tiene que suceder. Cervera está tranquilo y la vida fluye. El 4 de diciembre,
utilizando un mail menos seguro pero igualmente casi ilocalizable –al menos sí
las cosas se hacen bien- pero que admite respuesta –importante-, Cervera manda
un mail en parte casi idéntico al anterior a Asiáin con el bulo y la amenaza de
que si Asiáin no deja 25.000 euros antes de las 22 del día 7 en un sobre en el
mismo lugar del que Cervera se ha avisado a sí mismo hará pública información
comprometida. Cervera usa un mail que admite respuestas para ver si Asiáin dice
algo o no. Si llega a contestar y acepta el trato, Cervera no pisa el lugar ni
en pintura. Asiáin pone una denuncia el 5. La Guardia Civil vigila el lugar.
Cervera –de puente- pasa el 8 y ve que está el sobre. Se va. Vuelve el 9, más
de incógnito, y lo coge. Lo detienen. Perfecto (sigue mañana...)
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