26 enero 2013

A dos velas


Fiorenzo es pelirrojo y de Milán con tilde. Marisa es de Garralda, el pueblo que ayer copaba las portadas de los dos periódicos, que supongo que como ya ha nevado varias veces pensaron que ya bastaba de tanto Roncesvalles y tiraron hacia la Aezkoa, que existe. Si llegan a tirar 10 minutos más hacia el Este llegan a Abaurrea Alta, donde cayó un metro, y desde donde la terraza de El Pirineo se ve el Pirineo entero y no hay nadie viéndolo más que los del pueblo porque Roncesvalles es mucho Roncesvalles. Antes de Abaurrea Alta, a dos minutos de Garralda, Fiorenzo, que era taxista y ya les digo que de Milán, y Marisa, que de Garralda, donde no hubo cole, donde el colegio del valle está viejo, cerca de donde Vera quiere quitar las urgencias rurales, ahí debajo del Corona, habrían estado con velas en el Hotel Aribe, que hace unas semanas les dije que a no sé qué hora no entraba nadie, pero era cosa de la hora, no del sitio. El sitio es precioso. Era la bajera de Gregorio y de ahí sacaba y entraba cientos de cosas, siempre sonriente. Fiorenzo y Marisa se cansaron de Milán, tiraron prácticamente entera aquella casa-bajera de Gregorio cuando el pobre murió y abrieron el hotel. Fiorenzo el miércoles habría hecho los carbonara –los mejores de Navarra- con leña, en la chimenea del bar, mientras te cuenta mil historias divertidas o escucha muy atento. Y con velas estuvieron ellos y durante 16 horas todo el valle hasta Abaurrea Alta. Eso sí, salís (el Pantano de Irabia) en el nuevo anuncio de Turismo: déjate abrazar. Muy bonito todo, pero antes casi mejor déjate de hostias, porque que en el 2013 pasen estas cosas es patético. “Yo es que me siento un hombre del Pirineo”, dijo una vez Miranda. Yo no lo soy, pero, si lo fuera, no iba a usar el fuego de las velas para alumbrar.