Brillar
Siempre me ha parecido risible –y
muy española, abarcando esto de muy española el territorio oficial que va desde
Arnéguy hacia abajo en el mapa según lo miramos del modo habitual y hasta donde
los monos de Gibraltar- la expresión hace bien su trabajo. ¿El motivo?
Me parece redundante. Porque el que no lo hace bien no trabaja, en realidad.
Errores cometemos todos y no por ello dejamos de trabajar, pero cuando se usa hace
bien su trabajo como con sorpresa o novedad, exageramos. La gente en
general hace su trabajo, más importante, menos, más visible, menos... Pero lo
hace y por tanto lo hace bien. Se oye mucho esto en relación a la juez que
lleva el caso de Can, que ayer imputó a Goñi y que vete a saber qué más y pidió
al Banco de España que investigue los créditos. Seguro que es por la novedad,
acostumbrados como estamos –o intoxicados por los casos más relevantes, porque
generalizar es fatal y los medios lo hacemos mucho- a que la Justicia sea
ciega, lenta y desquiciante. Ella –de momento- hace lo que es su trabajo y
hasta escribir esto resulta ridículo y perjudicial, porque seguro –intuyo- que
ella no quiere aparecer en ninguna parte. Todos tenemos ego, pero ya dijo Dylan
eso de vale, te acepto eso que llevas un buen rato diciéndome e insistiendo
en ello, pero solo para que pares: soy una estrella. Pero al menos déjame que
elija la luz con la que quiero brillar. No todo el mundo hace su trabajo
para aparecer en la prensa, ni para recibir palmadas –aunque se agradezcan de
vez en cuando, especialmente por parte de los que si te equivocas te arrasan en
tu propia empresa o lugar de trabajo-. Se hace, se disfruta –los que tenemos
suerte- y se sufre del proceso y ya está. ¿Jueces estrella? Que elijan la luz
con la que quieren brillar. Como todos nosotros.
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