17 mayo 2013

Brillar


Siempre me ha parecido risible –y muy española, abarcando esto de muy española el territorio oficial que va desde Arnéguy hacia abajo en el mapa según lo miramos del modo habitual y hasta donde los monos de Gibraltar- la expresión hace bien su trabajo. ¿El motivo? Me parece redundante. Porque el que no lo hace bien no trabaja, en realidad. Errores cometemos todos y no por ello dejamos de trabajar, pero cuando se usa hace bien su trabajo como con sorpresa o novedad, exageramos. La gente en general hace su trabajo, más importante, menos, más visible, menos... Pero lo hace y por tanto lo hace bien. Se oye mucho esto en relación a la juez que lleva el caso de Can, que ayer imputó a Goñi y que vete a saber qué más y pidió al Banco de España que investigue los créditos. Seguro que es por la novedad, acostumbrados como estamos –o intoxicados por los casos más relevantes, porque generalizar es fatal y los medios lo hacemos mucho- a que la Justicia sea ciega, lenta y desquiciante. Ella –de momento- hace lo que es su trabajo y hasta escribir esto resulta ridículo y perjudicial, porque seguro –intuyo- que ella no quiere aparecer en ninguna parte. Todos tenemos ego, pero ya dijo Dylan eso de vale, te acepto eso que llevas un buen rato diciéndome e insistiendo en ello, pero solo para que pares: soy una estrella. Pero al menos déjame que elija la luz con la que quiero brillar. No todo el mundo hace su trabajo para aparecer en la prensa, ni para recibir palmadas –aunque se agradezcan de vez en cuando, especialmente por parte de los que si te equivocas te arrasan en tu propia empresa o lugar de trabajo-. Se hace, se disfruta –los que tenemos suerte- y se sufre del proceso y ya está. ¿Jueces estrella? Que elijan la luz con la que quieren brillar. Como todos nosotros.