Lena
No sé si tiene 20 años, 30, 40,
50... No sé si es guapa o menos guapa, rubia, baja, morena, alta, si está o no
casada, si tiene novio, novia, hijos, hipoteca. Da igual. No la he visto y
seguramente nunca la vea y no tiene importancia, porque la aprecio mucho,
mucho, más al final de donde se encuentran las palabras y cuando pasas por
delante de la última ya no quedan y solo resta el silencio y el respeto y una
mirada o una sonrisa o un abrazo. Se llama Lena Laletina y es rusa. Hace cinco
años, un 15 de mayo como ayer, quedé con Lena en que durante esos días le
mandaría información, la que me llegara, sobre Iñaki Ochoa de Olza, Horia
Colibasanu y Alexei Bolotov, que ese día 15 de mayo dejaban el campo base del
Annapurna hacia la cima. Alexei no llevaba satélite y la web de Lena,
russianclimb, informa a los aficionados rusos y de otros países. Lena incluso
actualizó su página en sábado y domingo con lo que nos pudo contar Iñaki a su
familia y a mi. El lunes 19 le mandé la noticia de que Iñaki y Horia se habían
vuelto y que Alexei seguía. Algo más tarde le conté lo que le pasaba a Iñaki.
Movió –como otros muchos- medio mundo y varios planetas más hasta encontrar a
Sergei Bogomolov. El resto forma parte de la eterna belleza que tienen algunas
tragedias cuando las personas se olvidan de sí mismas: subir a la cima
no es ningún deber, no se lo debo a nadie, pero ayudar es una obligación y no
depende de mi estado de salud. Lo tengo que hacer esté como esté (Alexei
Bolotov). Ayer me hubiera gustado darle ese abrazo y no solo un
simple mail roto que llora para mostrarle mi dolor por su amigo. Lena
contestará. Lo hace siempre. Esté como esté. Eran amigos. Ojalá el destino
hubiese permitido tratar de hacer por Alexei una mínima parte de todo lo que
vosotros hicisteis por nosotros.
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