Postal
Pasé la nochetonta en el pueblo de mi rival, un pueblo que, como ya conté, tiene poca cobertura, por no decir ninguna, ni en el barrio de abajo ni en el de arriba porque, aunque es un pueblo canijo, tiene dos barrios. Pero cobertura no. Afortunadamente, en este caso. Por que en cuanto, ya al día siguiente, enfilamos la carretera hacia Pamplona empezó el móvil a pitar que parecía la olla. Tiene usted 16 mensajes nuevos. 15 eran pa felicitarme porque era Navidad. Los 15 eran de buena gente a la que aprecio e incluso quiero y, si hubiese tenido cobertura, me hubiese visto en la obligación de contestar, por no parecer un mala leche sin educación, y dejarme unos euros en el asunto. Pero me libré. Esto con las postales de navidad no pasaba, no había por qué contestar si se te llenaba la casa de papeles de colorines, lo mismo de los tíos de Utebo que del banco. Bueno, yo al banco sí le contestaba. Pero la gente ya no manda postales de navidad, ni cartas, ni nada. Ahora todo se soluciona a golpe de sms o de mail, hasta las felicitaciones de cumpleaños, lo que ya es el colmo. “Chico, te felicite por mail, ¿o no te llegó? A mí últimamente me pasa, me llegan los mails con retraso”. Pues llama mujer, pues llama. Pero no, el personal es vago hasta para descolgar el teléfono y se les va la cabeza con los sms, que no obligan a hablar. 55 millones se mandaron entre las ocho de la tarde y las 12 de la noche, a 1,3 recibidos por cabeza. En esta estadística al menos estoy por encima de la media. No digo en la que estoy por debajo. El 16º mensaje decía esto: “Dani ha hecho cima hoy en el Aconcagua”. Mi primo Dani a 6.959 metros de altura. Feliz nochebuena capullo, vaya tabarra nos va a caer este verano en el pueblo. Y a este le gusta hablar, los sms no van con él.
Pasé la nochetonta en el pueblo de mi rival, un pueblo que, como ya conté, tiene poca cobertura, por no decir ninguna, ni en el barrio de abajo ni en el de arriba porque, aunque es un pueblo canijo, tiene dos barrios. Pero cobertura no. Afortunadamente, en este caso. Por que en cuanto, ya al día siguiente, enfilamos la carretera hacia Pamplona empezó el móvil a pitar que parecía la olla. Tiene usted 16 mensajes nuevos. 15 eran pa felicitarme porque era Navidad. Los 15 eran de buena gente a la que aprecio e incluso quiero y, si hubiese tenido cobertura, me hubiese visto en la obligación de contestar, por no parecer un mala leche sin educación, y dejarme unos euros en el asunto. Pero me libré. Esto con las postales de navidad no pasaba, no había por qué contestar si se te llenaba la casa de papeles de colorines, lo mismo de los tíos de Utebo que del banco. Bueno, yo al banco sí le contestaba. Pero la gente ya no manda postales de navidad, ni cartas, ni nada. Ahora todo se soluciona a golpe de sms o de mail, hasta las felicitaciones de cumpleaños, lo que ya es el colmo. “Chico, te felicite por mail, ¿o no te llegó? A mí últimamente me pasa, me llegan los mails con retraso”. Pues llama mujer, pues llama. Pero no, el personal es vago hasta para descolgar el teléfono y se les va la cabeza con los sms, que no obligan a hablar. 55 millones se mandaron entre las ocho de la tarde y las 12 de la noche, a 1,3 recibidos por cabeza. En esta estadística al menos estoy por encima de la media. No digo en la que estoy por debajo. El 16º mensaje decía esto: “Dani ha hecho cima hoy en el Aconcagua”. Mi primo Dani a 6.959 metros de altura. Feliz nochebuena capullo, vaya tabarra nos va a caer este verano en el pueblo. Y a este le gusta hablar, los sms no van con él.
1 Comments:
Si tu estas por debajo de la media, yo ni te cuento, quejica!. Mas vale que en esas estadisticas mienten mas de lo que hablan (no como tu primo que traera hasta el ultimo metro de la ascension bajo acta notarial si es preciso), y entonces no estemos tan mal...
Pd: Ya te mandare un SMS el dia de la Nochepija.
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