El exploto
Bueno, como ya es julio ya se puede hablar del chupinazo, no como esos pesaos que se pegan todo el año hablando del chupinazo, ji-ji. Vamos, si he hablado antes del chupinazo, me lo avisen, que tengo la memoria de los peces. Recapitulemos: la alcaldesa sabe que le toca a Aralar y se pega todo el año haciéndose la interesante y buscando algún éxito deportivo o del tipo que sea para dárselo al equipo triunfante. Finalmente, ante la ausencia de títulos y para demostrar a su partido que no le ha quedado más remedio, cede a última hora, tal vez deseando, como así está sucediendo, que el grupo encargado la líe. Un concejal del CDN protagoniza la novatada del año -¿tal vez de la década?- postulándose más claramente que un anuncio clasificado de contactos y le llueven las collejas de todas partes. Ánimo, compadre, que ya escampará. El concejal elegido asegura que quiere cambiar la frase clásica –como ya hizo IU el año pasado- y también que lo quiere compartir en una especie de matrimonio gay. Media ciudad se echa las manos a la cabeza y la otra mitad se descojona por no llorar. No es difícil llegar a la conclusión de que hay que quitar a esta gente la potestad de lanzar el chupinazo, de que incluso se llegue a dar el caso de que haya políticos que se presenten con la gran ilusión de su vida como cuasi único objetivo, de que todos lo usan en beneficio propio, ya manden o opositen. No seré yo el que diga que los políticos son todos iguales ni que no son necesarios en cierta forma, pero, en esperpentos como éste, todos, del primero al último, hacen que la ciudad sienta verdaderas nauseas. Como dice mi hermano, sorteo puro y duro entre los censados en Pamplona, frase clásica bilingüe obligatoria y a bailar. Y que se peleen los pelmas estos en el Plan Sur.
Bueno, como ya es julio ya se puede hablar del chupinazo, no como esos pesaos que se pegan todo el año hablando del chupinazo, ji-ji. Vamos, si he hablado antes del chupinazo, me lo avisen, que tengo la memoria de los peces. Recapitulemos: la alcaldesa sabe que le toca a Aralar y se pega todo el año haciéndose la interesante y buscando algún éxito deportivo o del tipo que sea para dárselo al equipo triunfante. Finalmente, ante la ausencia de títulos y para demostrar a su partido que no le ha quedado más remedio, cede a última hora, tal vez deseando, como así está sucediendo, que el grupo encargado la líe. Un concejal del CDN protagoniza la novatada del año -¿tal vez de la década?- postulándose más claramente que un anuncio clasificado de contactos y le llueven las collejas de todas partes. Ánimo, compadre, que ya escampará. El concejal elegido asegura que quiere cambiar la frase clásica –como ya hizo IU el año pasado- y también que lo quiere compartir en una especie de matrimonio gay. Media ciudad se echa las manos a la cabeza y la otra mitad se descojona por no llorar. No es difícil llegar a la conclusión de que hay que quitar a esta gente la potestad de lanzar el chupinazo, de que incluso se llegue a dar el caso de que haya políticos que se presenten con la gran ilusión de su vida como cuasi único objetivo, de que todos lo usan en beneficio propio, ya manden o opositen. No seré yo el que diga que los políticos son todos iguales ni que no son necesarios en cierta forma, pero, en esperpentos como éste, todos, del primero al último, hacen que la ciudad sienta verdaderas nauseas. Como dice mi hermano, sorteo puro y duro entre los censados en Pamplona, frase clásica bilingüe obligatoria y a bailar. Y que se peleen los pelmas estos en el Plan Sur.
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