Monstruitos
Lo que es un milagro es que salgan medio normales. El otro día puse un rato la televisión, un canal de esos locales por los que el Consejo Audiovisual de Navarra está tan preocupado –por el producto, ya que de los trabajadores, sus sueldos y sus condiciones de trabajo no le leí ni jota-, y me volví a quedar de piedra, lo que ya es novedoso tratándose de la televisión. Salían unos renacuajos de no más de 11 o 12 años, unos del Alavés, otros de Osasuna y otros de la Real Sociedad. Jugaban al fútbol y, pásmate, echaban el Torneo de Ayegui por la televisión, no sé si en directo o en diferido, pero lo echaban, tal que ese invento infame de Canal Plus de hace ya años en el que otros renacuajos juegan en Brunete. ¿Se nos ha ido a todos la cabeza para siempre o qué? Al margen de que esto no deja de ser un grave insulto a decenas de deportes que no tienen ni medio segundo de presencia en directo en televisión, ¿es sano que a un niño de 11 años se le saque en pantalla como si fuese Ronaldinho? ¿Por qué luego se les pide que sean normales si se les trata como si fueran otra cosa? Veo lógico que al niño –y hasta a su familia y parte del extranjero- le pueda hacer ilusión salir por la tele, pero ¿y qué? Es como esos programas en los que aparecen unos mocosos –mayormente andaluces- con gracejo y que al fin y al cabo no son más que unos repelentes niños vicentes que en lugar de supositorios parece que les metan la Espasa y que hablan de animales o hacen preguntas a los invitados y todo el plató les ríe las gracias y Arturito, toca el piano. A mí también me gusta mucho eso de prohibido prohibir, pero en estos casos no tengo dudas. Si el niño quiere salir en televisión, que se lo gane y juegue en el primer equipo. Como los ciclistas. O los atletas. O los físicos nucleares.
Lo que es un milagro es que salgan medio normales. El otro día puse un rato la televisión, un canal de esos locales por los que el Consejo Audiovisual de Navarra está tan preocupado –por el producto, ya que de los trabajadores, sus sueldos y sus condiciones de trabajo no le leí ni jota-, y me volví a quedar de piedra, lo que ya es novedoso tratándose de la televisión. Salían unos renacuajos de no más de 11 o 12 años, unos del Alavés, otros de Osasuna y otros de la Real Sociedad. Jugaban al fútbol y, pásmate, echaban el Torneo de Ayegui por la televisión, no sé si en directo o en diferido, pero lo echaban, tal que ese invento infame de Canal Plus de hace ya años en el que otros renacuajos juegan en Brunete. ¿Se nos ha ido a todos la cabeza para siempre o qué? Al margen de que esto no deja de ser un grave insulto a decenas de deportes que no tienen ni medio segundo de presencia en directo en televisión, ¿es sano que a un niño de 11 años se le saque en pantalla como si fuese Ronaldinho? ¿Por qué luego se les pide que sean normales si se les trata como si fueran otra cosa? Veo lógico que al niño –y hasta a su familia y parte del extranjero- le pueda hacer ilusión salir por la tele, pero ¿y qué? Es como esos programas en los que aparecen unos mocosos –mayormente andaluces- con gracejo y que al fin y al cabo no son más que unos repelentes niños vicentes que en lugar de supositorios parece que les metan la Espasa y que hablan de animales o hacen preguntas a los invitados y todo el plató les ríe las gracias y Arturito, toca el piano. A mí también me gusta mucho eso de prohibido prohibir, pero en estos casos no tengo dudas. Si el niño quiere salir en televisión, que se lo gane y juegue en el primer equipo. Como los ciclistas. O los atletas. O los físicos nucleares.
2 Comments:
mu bien, si es que se están creando una generación de gilipollas... Una gozada despertarse ya con "alacontra" del miércoles colgaó.
Tengo el presentimiento de que nuestro líder periodístico tiene ligados los conductos seminales por lo que detesta a la prole del resto de los mortales. Debemos garantizarnos nuestras futuras pensiones. O puede ser un trauma infantil por no haber sido protagonista en los videos super8 del tío de Salamanca, quien sabe... . De todos modos hay que desayunar café con sal para meterse con tan tiernos infantes.
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