08 noviembre 2006

Al cuerno

Antes de cada verano vamos un fin de semana a mi pueblo a preparar el terreno, que es áspero. Como aquello parece la selva -y delante de casa y escondidos entre las hierbas perfectamente se puede jugar a polis y a cacos sin que te vean, o al Vietcong-, pues le pasamos la cortadora –una vez se perdió mi sobrino y lo localizamos ya de noche hecho fuerte dentro de una topera-. No vallamos el campo, porque no es nuestro, sino de paso, comunal, que se llama. Tampoco vallamos un campo enano que sí que es nuestro y al que también le pasamos la cortadora y al que mi padre le arranca matas que irremediablemente en unos meses tienen la altura de una casa. La naturaleza, si no se le va a sacar partido para que coman las vacas o para sembrar, no se valla, porque si no ni es naturaleza ni es nada, es una cosa verde metida dentro de una urna. El Ayuntamiento de Pamplona, en cambio, sí que va a vallar los jardincillos del paseo de Sarasate, que antes no estaban cercados. Se conoce que la gente pasa por encima cuando todos sabemos –al menos los dirigentes- que la hierba ni es para fumarla ni es para pisarla sino para saber que está ahí. Todo un misterio para mí, eso de ver pero no tocar. Supongo que será porque no queda bonito que se hagan carriles de tierra entre lo verde y por eso dicen que ya hay caminos empedrados y no hace falta pasar por en medio, cuando tal vez lo que yo quiera es precisamente pasar por en medio y notar tierra debajo y no baldosa. Esto es, que hay que seguir por el camino que te marcan y lo verde para mirarlo de fuera, como el zoo. Supongo que en eso consisten las ciudades pijas, en ir perdiendo poco a poco libertad de movimientos al tiempo que se puede decir oh qué mono está todo. Por mi se pueden ir todos al cuerno con lo mono que estará todo.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

A Pamplona la quieren hacer pija porque mandan los pijos...

6:06 p. m.  

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