24 noviembre 2006

La luz

Resulta que se reúnen los ministros de energía de la Unión Europea para estudiar las causas del apagón eléctrico de hace unas semanas y se les va la luz. Eso es una redundancia y lo demás historias. Ahí, los ministros con velas, como cuando se nos iba la luz en el pueblo y a lo mejor no te volvía hasta el día siguiente y se te aparecía la abuela en el pasillo con los rulos y no parabas de correr hasta el pueblo siguiente. A los ministros por los menos se les encendió la bombilla en 25 minutos, el tiempo justo para estirarse un poco de los pelos amparados en la oscuridad. O cosas peores. O mejores. Es curioso lo de la energía, no te das cuenta de que está ahí hasta que no se enciende el interruptor. En casa de mi abuela les pasa algo parecido, que encienden el horno y una placa y ya se les está saltando el automático. Dice mi abuela que debe de ser cosa de la potencia contratada. Yo le digo que igual es eso, así que entonces mejor que contrate otra mayor. Han pasado unos 15 años y sigue así la buena mujer, alternando horno, placa y brasero. Y sin ampliar la potencia. Una mujer ahorradora, mi abuela. Como Esperanza Aguirre, que dice que se le va el sueldo en calefacción. Si pusieses brasero no te pasaría, Espe, pero como tienes los techos más altos que los de la Capilla Sixtina pues te pasa lo que te pasa, que tú sola mantienes la cotización de Gas Natural e Iberdrola juntos y andas día sí día no a bocata de mortadela. Una pena tremenda me das, no te puedes hacer a la idea. Casi casi tanta como la que me da Gallardon, que ahora va y no te va a presentar el libro en el que le pones a caldo. Este chaval se está haciendo un nombre a tu costa, Espe, o ¿es que no te das cuenta, bonita? Si al final va a ser verdad que hay ministros –o ex- con pocas luces.