Decepción
Algo muy gordo falla en una sociedad en la que ponen una bomba que derrumbaría la Torre Basoko y sólo 2.000 personas se dan cita para protestar. Algo serio ocurre –y no me refiero sólo a la política y las querencias de cada cual- cuando dos personas están durmiendo en sus coches, les tiran encima el Edificio Singular y apenas 2.000 personas acuden a un acto que ya sabemos que no sirve para casi nada -¿alguien me puede explicar muchos actos del día a día que sirvan para algo?- pero que es, al menos, de lo poco que nos queda a muchos a estas alturas de esta gran lacra que nos ha tocado, así como por ensalmo, y que perfectamente nos puede seguir tocando. ¿Será la, por fortuna, falta de costumbre de los últimos años? ¿Será que no pasó en el parking de Carlos III? ¿Qué coño será, que no entiendo qué se necesita para ponerse un pantalón y un abrigo, andar 10 minutos y estar un rato de pie? ¿Será el hartazgo? Ni idea, pero sólo sé que me sentí mucho peor que cuando hace más de 15 años se juntaban 30 en la plaza del Ayuntamiento y llovían las tuercas del otro lado. Pensaba –sí, soy un ingenuo, pero cada uno es como es- que hay situaciones que están por encima de todo, de siglas, de convocantes, de comodidades occidentales que ya estaban aquí cuando llegamos pero que hay que ganarse día a día. No lo sé, tal vez algún sociólogo lo pueda explicar de aquí a unos años. ¡Ojo!, no juzgo, que allá cada cual con cómo gestiona su tiempo libre. Me limito a reflejar que al final había mucha menos gente de la que pensaba y que, en última instancia, me pareció que había ganado la clase política, con su puñetera manía de apropiarse de todo lo que sucede, ya sea el fin de algo, su continuidad, que baja el pan o que sube el turismo. Y eso no es culpa de ellos. Es nuestra, por dejarnos.
Algo muy gordo falla en una sociedad en la que ponen una bomba que derrumbaría la Torre Basoko y sólo 2.000 personas se dan cita para protestar. Algo serio ocurre –y no me refiero sólo a la política y las querencias de cada cual- cuando dos personas están durmiendo en sus coches, les tiran encima el Edificio Singular y apenas 2.000 personas acuden a un acto que ya sabemos que no sirve para casi nada -¿alguien me puede explicar muchos actos del día a día que sirvan para algo?- pero que es, al menos, de lo poco que nos queda a muchos a estas alturas de esta gran lacra que nos ha tocado, así como por ensalmo, y que perfectamente nos puede seguir tocando. ¿Será la, por fortuna, falta de costumbre de los últimos años? ¿Será que no pasó en el parking de Carlos III? ¿Qué coño será, que no entiendo qué se necesita para ponerse un pantalón y un abrigo, andar 10 minutos y estar un rato de pie? ¿Será el hartazgo? Ni idea, pero sólo sé que me sentí mucho peor que cuando hace más de 15 años se juntaban 30 en la plaza del Ayuntamiento y llovían las tuercas del otro lado. Pensaba –sí, soy un ingenuo, pero cada uno es como es- que hay situaciones que están por encima de todo, de siglas, de convocantes, de comodidades occidentales que ya estaban aquí cuando llegamos pero que hay que ganarse día a día. No lo sé, tal vez algún sociólogo lo pueda explicar de aquí a unos años. ¡Ojo!, no juzgo, que allá cada cual con cómo gestiona su tiempo libre. Me limito a reflejar que al final había mucha menos gente de la que pensaba y que, en última instancia, me pareció que había ganado la clase política, con su puñetera manía de apropiarse de todo lo que sucede, ya sea el fin de algo, su continuidad, que baja el pan o que sube el turismo. Y eso no es culpa de ellos. Es nuestra, por dejarnos.
3 Comments:
ahí le has dao, nagore.
Una vez más, estás cargado de razón. Yo personalmente no asistí por algún motivo,que después de leer tu columna y después de pensarlo mejor creo que no tiene valor.
Ya ves JORGE. Unos días nos haces reir, algunos días nos "cabreas" un poco... pero otros nos haces pensar. Sigue en tu brecha, amigo, y gracias por todo.
Si te sirve de pequeña explicación yo no fui porque no soporto que ningún político (NINGUNO) saque rentabilidad política de mis actos. Detesto que se manipulen los datos para favorecer a una u otra formación, o a todas, como es este caso. "Esta manifestación tiene que ser un éxito porque la organizo yo" Y una mierda. Que se metan por el orto sus convocatorias-inversión para decir luego, "mira cuántos me apoyan". (Y conste que condeno sin ningún atenuante la "idea tan bonita" que declaraba el jueves 1 un aspirante a etarra, que se cagó de miedo. ¡Gilipollas!).
Yo no sé cómo expresar mi asco y mi rabia por el hecho de que unos salvapatrias sigan atentando y asesinando gente (por cierto, ¿tendrá que ver que sean ecuatorianos el que no haya habido tanta respuesta como en otras ocasiones?), pero sí sé que no quiero manifestarme de la mano del corellano. Aunque no te guste, no puedo.
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