El mandito
Que lo de fumar se está convirtiendo en una odisea está comprobado. Los no fumadores se quejan, los fumadores se quejan, el ministerio da caña, el Gobierno de Navarra no sanciona, los hosteleros aullan. Lo último es ese nuevo sistema para poder comprar tabaco en las máquinas de los bares, consistente en que el camarero te tiene que ver el careto para comprobar que eres mayor de 18 años, darle a un mandito a distancia y así poder comprar tu paquete. Un sistema que, por evitar que fumen los menores, sanciona y perjudica tanto a los fumadores como a los bares, que pierden tiempo para realizar un acto que a partir de ahora va a resultar todo un quebradero de cabeza para comprador y vendedor, especialmente en momentos en los que haya mucha clientela y mucho ruido. “¡Que te digo que quiero tabaco!”. “¿Medio vodka con qué?”. “¡Que quiero un paquete!!!”. “¡Tú no me lo dices eso a mí en la calle!”. Por no hablar de que no sé si el mando funciona cuando hay gente entre la trayectoria del camarero y la máquina, que entonces habrá que dispersar: ¡A ver, vosotros, dejar de sobaros un rato y apartaros, que no carrula el mando! O que todos sabemos que los tejadillos de las máquinas de tabaco han sido históricamente percheros de urgencia con decenas de abrigos encima, abrigos colocados por unos dueños que siempre se ponen alrededor de la máquina formando un muro que en ocasiones no se puede atravesar ni echándoles gas sarín. Y es que me parece a mi que putear de este modo a los que ya fumamos para que no empiecen otros no sirve para nada, porque aunque sepamos que hacemos mal ya se sabe qué pasa cuando te putean, que aún te cierras más en banda. Yo por lo pronto voy a ver si me pirateo un mando. Igual me sirve el del garaje. ¡Coño!, pero si no tengo garaje…
Que lo de fumar se está convirtiendo en una odisea está comprobado. Los no fumadores se quejan, los fumadores se quejan, el ministerio da caña, el Gobierno de Navarra no sanciona, los hosteleros aullan. Lo último es ese nuevo sistema para poder comprar tabaco en las máquinas de los bares, consistente en que el camarero te tiene que ver el careto para comprobar que eres mayor de 18 años, darle a un mandito a distancia y así poder comprar tu paquete. Un sistema que, por evitar que fumen los menores, sanciona y perjudica tanto a los fumadores como a los bares, que pierden tiempo para realizar un acto que a partir de ahora va a resultar todo un quebradero de cabeza para comprador y vendedor, especialmente en momentos en los que haya mucha clientela y mucho ruido. “¡Que te digo que quiero tabaco!”. “¿Medio vodka con qué?”. “¡Que quiero un paquete!!!”. “¡Tú no me lo dices eso a mí en la calle!”. Por no hablar de que no sé si el mando funciona cuando hay gente entre la trayectoria del camarero y la máquina, que entonces habrá que dispersar: ¡A ver, vosotros, dejar de sobaros un rato y apartaros, que no carrula el mando! O que todos sabemos que los tejadillos de las máquinas de tabaco han sido históricamente percheros de urgencia con decenas de abrigos encima, abrigos colocados por unos dueños que siempre se ponen alrededor de la máquina formando un muro que en ocasiones no se puede atravesar ni echándoles gas sarín. Y es que me parece a mi que putear de este modo a los que ya fumamos para que no empiecen otros no sirve para nada, porque aunque sepamos que hacemos mal ya se sabe qué pasa cuando te putean, que aún te cierras más en banda. Yo por lo pronto voy a ver si me pirateo un mando. Igual me sirve el del garaje. ¡Coño!, pero si no tengo garaje…
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