Hace falta valor
Yo el otro día me armé de valor -¡qué gran chocolate!- y fui a hablar con mi jefe. Le dije: “¡Macho, que he pensao que no quiero seguir trabajando, que me canso mucho”. Me entendió, me comprendió. Continué: “Eso sí, te agradecería que me sigas mandando el sueldo a casa, me da igual que por transferencia que en cheque, pero que me lo mandes. Es que, ¿sabes?, a mi trabajar como que no me va, no me hallo, pero tengo unos gastos, ¿comprendes? Y de trabajar se puede quitar uno fácil, pero aaaamigo, gastos se tienen siempre. Y, sin trabajar, ni te digo, con la de horas muertas que se pasan por la calle y la de tentaciones de consumo que hay por la calle. Yo creo, fíjate, que la gente trabaja por eso, para no gastar. ¿Qué luego, ya más descansao, me animo otra vez a volver al trabajo? Pues se vuelve y punto, que no se me caen los anillos, que no uso. Esto es, que me monto una tregua permanente-intermitente a mi manera y tú me esperas, pero pagándome, porque aquí lo que es evidente es que tú a mí me necesitas, pero me necesitas satisfecho y descansao, que así rindo más, ¿no? Por cierto, súbeme el sueldo, que en todos estos meses que llevo contigo no has hecho ni un solo gesto al respecto, ¿vale?”. Y me fui, tranquilo como yo solo, porque en la vida lo importante es mostrarse tal y como es uno, así, honesto, aunque duela. ¿Qué luego él pensó que le parecía aquello un exceso o una burla? Su problema es, no te jode, que yo ya le dije que me necesitaba y míralo ahora, que por su puñetera culpa ni trabajo ni sueldo ni permanente ni intermitente y además tiene a todos sus clientes aporreando la puerta. Aaaamigo, conmigo no se juega. Por lo demás, creo que hice lo correcto, lo que cualquiera hubiera hecho. ¡Coño, una pastilla verde, voy a probarla, chiu-chiu!
Yo el otro día me armé de valor -¡qué gran chocolate!- y fui a hablar con mi jefe. Le dije: “¡Macho, que he pensao que no quiero seguir trabajando, que me canso mucho”. Me entendió, me comprendió. Continué: “Eso sí, te agradecería que me sigas mandando el sueldo a casa, me da igual que por transferencia que en cheque, pero que me lo mandes. Es que, ¿sabes?, a mi trabajar como que no me va, no me hallo, pero tengo unos gastos, ¿comprendes? Y de trabajar se puede quitar uno fácil, pero aaaamigo, gastos se tienen siempre. Y, sin trabajar, ni te digo, con la de horas muertas que se pasan por la calle y la de tentaciones de consumo que hay por la calle. Yo creo, fíjate, que la gente trabaja por eso, para no gastar. ¿Qué luego, ya más descansao, me animo otra vez a volver al trabajo? Pues se vuelve y punto, que no se me caen los anillos, que no uso. Esto es, que me monto una tregua permanente-intermitente a mi manera y tú me esperas, pero pagándome, porque aquí lo que es evidente es que tú a mí me necesitas, pero me necesitas satisfecho y descansao, que así rindo más, ¿no? Por cierto, súbeme el sueldo, que en todos estos meses que llevo contigo no has hecho ni un solo gesto al respecto, ¿vale?”. Y me fui, tranquilo como yo solo, porque en la vida lo importante es mostrarse tal y como es uno, así, honesto, aunque duela. ¿Qué luego él pensó que le parecía aquello un exceso o una burla? Su problema es, no te jode, que yo ya le dije que me necesitaba y míralo ahora, que por su puñetera culpa ni trabajo ni sueldo ni permanente ni intermitente y además tiene a todos sus clientes aporreando la puerta. Aaaamigo, conmigo no se juega. Por lo demás, creo que hice lo correcto, lo que cualquiera hubiera hecho. ¡Coño, una pastilla verde, voy a probarla, chiu-chiu!
3 Comments:
Dí que sí, yo porque estoy en el paro que si no...
Yo he conocido, a lo largo de mi vida, más de un caso como el que describes. Efectivamente, existen personas con mucho "VALOR". Incluso en el mismo GOBIERNO tenemos algunas.
¿En qué gobierno, en el de aqui?
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