08 febrero 2007

Uruñuela

Dice la canción: Dicen que todo hombre necesita protección, dicen que todo el mundo caerá, pero juro que he visto mi reflejo en algún punto por encima de este muro. He visto que mi luz seguirá brillando, desde el oeste hasta el este. Cualquier día, cualquier día, seré libre, por lo que recuerdo a todos y cada uno de los hombres que me ayudaron a llegar hasta aquí. Es parte de lo que dice la canción y estoy seguro de que Pepe Uruñuela la ha escuchado alguna vez de boca de El Maestro, porque tiene pinta Uruñuela de que le guste El Maestro. No lo conozco personalmente, aunque hace pocos meses cené muy cerca de él en un homenaje que se le tributó al maestro Iturri, uno de los muchísimos buenos amigos y amigas que durante estos seis años han estado a su lado, apoyándolo y alentándolo en este proceso surrealista, devastador y vergonzoso que el martes cerró un fiscal asegurando que no hay ninguna prueba contra él. Alguien que concita apoyos desde tantos y tan diversos lugares y por parte de tantas y tan diferentes personas - algunas de las cuales también son mis amigas y, en consecuencia, de fiar para mí- tiene que ser alguien con la conciencia mil veces más limpia que la del fiscal que le ha hecho la vida imposible. De manera que a la alegría porque haya acabado su pesadilla y la de sus amigos y familia se me une ahora la indignación absoluta porque te puedan joder la vida de esta manera porque pasabas por allí y se vayan de rositas, sin un triste expediente en contra o un duro castigo que les impida ejercer la injusticia el resto de sus días. Porque también dice El Maestro que siempre se puede regresar, pero nunca se puede regresar del todo. Y es tan cierto como triste, aunque ahora sea momento de celebrar que un buen hombre respira tranquilo. Vaya asco de país.