10.000 prisioneros
Coño, no sé que amenaza me preocupa más ahora mismo, si la escocesa, la vasca, la española, la navarra o la de estos currelas que nos están arreglando el portal y tenemos la casa de polvo que si escarbo un poco encuentro a Nefertiti y me famo. Lo que es seguro es que estoy rodeao, aunque voy a hacer como contaba Santi el de mi pueblo que hicieron él y su amigo Iturri en la Guerra Civil. La cosa es que el gran Santi contaba que estaban él e Iturri una tarde y de repente se encontraron con el enemigo, según sus propias palabras. Dejo que lo cuente él: “Entonces yo me subí a lo alto de Petxuberro, Iturri trepó hasta Erodoa y les gritamos: ¡arriba las manos, daos presos!”. Y se dieron. En una sola tarde, Elizondo de Aribe e Iturri de Burguete capturaron ellos dos solitos a 10.000 prisioneros que habían formado una bolsa en Aribe, con dos cojones. Obviamente, la capacidad para mentir de Santi es proverbial, como aquella tarde que pasaron por delante de su casa unos madrileños semi lerdos –no uno madrileño y lerdo, pero ése fue el caso- y, mientras yo veía desde su ventana cómo afilaba la talla, Santi les contó que el hórreo de su casa tenía 7.000 años y se fueron más contentos que yo qué se los madrileños aquellos. Pero lo que resulta evidente es que, ante aquella situación de acogotamiento, Santi se inventó una historia cojonuda para reírse del mundo loco que le tocó vivir y así tiene 92 años y sigue cantando por las noches y asegurando muy serio que cuando la riada del Irati llegue hasta su puerta se tira al río, lo que tampoco se lo cree ni él. Por eso yo voy a empezar hoy mismo y les voy a gritar a los escoceses en El Sadar lo de daos presos y me parece que, entre unos y otros, de aquí a las elecciones los 10.000 prisioneros de Santi se me van a quedar cortos.
Coño, no sé que amenaza me preocupa más ahora mismo, si la escocesa, la vasca, la española, la navarra o la de estos currelas que nos están arreglando el portal y tenemos la casa de polvo que si escarbo un poco encuentro a Nefertiti y me famo. Lo que es seguro es que estoy rodeao, aunque voy a hacer como contaba Santi el de mi pueblo que hicieron él y su amigo Iturri en la Guerra Civil. La cosa es que el gran Santi contaba que estaban él e Iturri una tarde y de repente se encontraron con el enemigo, según sus propias palabras. Dejo que lo cuente él: “Entonces yo me subí a lo alto de Petxuberro, Iturri trepó hasta Erodoa y les gritamos: ¡arriba las manos, daos presos!”. Y se dieron. En una sola tarde, Elizondo de Aribe e Iturri de Burguete capturaron ellos dos solitos a 10.000 prisioneros que habían formado una bolsa en Aribe, con dos cojones. Obviamente, la capacidad para mentir de Santi es proverbial, como aquella tarde que pasaron por delante de su casa unos madrileños semi lerdos –no uno madrileño y lerdo, pero ése fue el caso- y, mientras yo veía desde su ventana cómo afilaba la talla, Santi les contó que el hórreo de su casa tenía 7.000 años y se fueron más contentos que yo qué se los madrileños aquellos. Pero lo que resulta evidente es que, ante aquella situación de acogotamiento, Santi se inventó una historia cojonuda para reírse del mundo loco que le tocó vivir y así tiene 92 años y sigue cantando por las noches y asegurando muy serio que cuando la riada del Irati llegue hasta su puerta se tira al río, lo que tampoco se lo cree ni él. Por eso yo voy a empezar hoy mismo y les voy a gritar a los escoceses en El Sadar lo de daos presos y me parece que, entre unos y otros, de aquí a las elecciones los 10.000 prisioneros de Santi se me van a quedar cortos.
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