El Zapa
A cambio de que yo le contara un chiste sobre un tipo que abría un supermercao y total que sólo vendía patatas, yo le pedía a mi tío Iñaki que él me explicara aquella vez que fue a comprar algo a la tienda de el Zapa, que como bien saben ustedes fue un pionero en todo lo relativo a la montaña y el sky. El caso es que mi tío Iñaki tenía y tiene una gracia brutal para contar las cosas y así contaba ésta: Buenas, Zapa, que se me ha perdido un tornillo de estas botas. ¿No tendrás alguno por ahí? Y entonces mi tío representaba maravillosamente el momento en el cual el Zapa metía la mano en un cajón inmenso reventado de tornillos y otros enseres y, mirando para otro lado y con la sonrisa en la boca -como Laudrup cuando daba los pases de gol-, hurgaba y sacaba el tornillo en cuestión, que igual llevaba allá 10 años: tornillo exacto para esas botas pasadas de moda, un jodido milagro. Así más o menos ha hecho el Ayuntamiento de Pamplona, con la diferencia de que esta vez nos va a costar casi 15 millones de pelas que después de 10 años hayan decidido hacer caso a Príncipe de Viana y hayan sacado del cajón de los expedientes dormidos uno por el cual hay que sustituir 49 farolas. Unas farolas las que están puestas ahora que no es que diga yo que sean bonitas, pero luz dan, que es a lo que vamos, o para lo que están hechas las farolas, pa alumbrar, como las personas. ¿Qué ha ocurrido para que en 8 años de gobierno de Barcina no se haya hecho caso a este expediente y ahora sí? Nunca lo sabremos, como sucede con muchas otras cuestiones que se quedan en los cajones municipales y se rescatan por impulsos eléctricos. La diferencia es que el Zapa ahorraba gastos y además daba luz en momentos de oscuridad y estos, pues ya sabemos. Por eso al Zapa Pamplona le quería mucho.
A cambio de que yo le contara un chiste sobre un tipo que abría un supermercao y total que sólo vendía patatas, yo le pedía a mi tío Iñaki que él me explicara aquella vez que fue a comprar algo a la tienda de el Zapa, que como bien saben ustedes fue un pionero en todo lo relativo a la montaña y el sky. El caso es que mi tío Iñaki tenía y tiene una gracia brutal para contar las cosas y así contaba ésta: Buenas, Zapa, que se me ha perdido un tornillo de estas botas. ¿No tendrás alguno por ahí? Y entonces mi tío representaba maravillosamente el momento en el cual el Zapa metía la mano en un cajón inmenso reventado de tornillos y otros enseres y, mirando para otro lado y con la sonrisa en la boca -como Laudrup cuando daba los pases de gol-, hurgaba y sacaba el tornillo en cuestión, que igual llevaba allá 10 años: tornillo exacto para esas botas pasadas de moda, un jodido milagro. Así más o menos ha hecho el Ayuntamiento de Pamplona, con la diferencia de que esta vez nos va a costar casi 15 millones de pelas que después de 10 años hayan decidido hacer caso a Príncipe de Viana y hayan sacado del cajón de los expedientes dormidos uno por el cual hay que sustituir 49 farolas. Unas farolas las que están puestas ahora que no es que diga yo que sean bonitas, pero luz dan, que es a lo que vamos, o para lo que están hechas las farolas, pa alumbrar, como las personas. ¿Qué ha ocurrido para que en 8 años de gobierno de Barcina no se haya hecho caso a este expediente y ahora sí? Nunca lo sabremos, como sucede con muchas otras cuestiones que se quedan en los cajones municipales y se rescatan por impulsos eléctricos. La diferencia es que el Zapa ahorraba gastos y además daba luz en momentos de oscuridad y estos, pues ya sabemos. Por eso al Zapa Pamplona le quería mucho.
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