15 junio 2007

Tormentas
Visto el mes de marzo que hizo, que parecía agosto, le dije a mi rival: cuando marzo mayea, mayo marzea. Me miró con gesto extrañado: y eso ¿se te ha ocurrido a ti solito? Ya lo que me faltaba, que te dé por los refranes. Anda, ponte un rato al Dylan ése y calla. Es que le molesta mucho cuando le interrumpo su lectura de Mankell, que se me ha hecho adicta. Pero vi yo una luz aquella tarde y discurrí: si mayo marzea, lloverá. La lluvia es agua, el agua salta si se le deja, los saltos de agua generan energía. Total, que nos hemos montao una mini estación hidroeléctrica en casa y la electricidad que no usamos se la vendemos a Iberdrola. Con una simple piscinita en el tejado que recoge la lluvia y luego un salto hasta la cocina que flipas, que se enciende hasta el reloj de cuco. Y como desde primeros de mayo hace un tiempo de asco, que sólo hay bochorno –no me refiero a los pactos, aunque igual podría ser- y tormentas, la pasta que nos va a tener que soltar Iberdrola igual nos da para irnos de vacaciones, que tenemos ganas de cambiar de aires. No sabemos si irnos a Suecia –para conocer a Mankell- o a dónde, pero que nos vamos lo saben los listos. No podemos más, en serio. Es más, creo que habría que establecer después de unas elecciones y sus consiguientes pactos una revisión psicológica general para toda la población: el que se demuestre que no da más de sí, un mes de balneario. Es que para mi que esta sociedad te acaba enfermando y se gasta una energía colosal en tratar de pasar del tema. Sólo tratando de pasar del tema ya te cansas y llegas a casa baldao, al menos yo. Por eso les aconsejo que se pongan una piscinita en el tejado –si lo tuvieren- y si la cosa sigue como va –que hay tormentas por todas partes- nos vamos todos a Suecia y que les aguanten otros.