16 junio 2007

Jan
Vas por la calle y le preguntas a uno: ¿qué tal? Y te responde: ya ves, esperando. Te cruzas con otro y lo mismo: aquí, a ver qué pasa. Llamas a un empresa para encargarles algo y te contestan: sí, sí, mejor ahora, que igual dentro de 15 días ya hemos cerrao. Está mucha gente como en el limbo, en un sí es no es que los tiene a mal traer. Porque anda que hay empresas y trabajos directos e indirectos que dependen de si un pacto sale para adelante o de si sale el otro, anda que no. No sé, habría hacer un estudio, pero la cantidad de empleos que se pueden reforzar o desmoronar asustaría a más de uno. Es lo que pasa en los pueblos pequeños: que A encarga un trabajo a B porque le gusta cómo lo hace y B trocea ese trabajo y le pasa un poco a C y otro poco a D y factura a través de E. Y si A va y deja de encargar como lleva haciéndolo 16 años, pues B, C, D y E no digo que se vayan a hundir pero lo notan, jodé que no. Y luego están –como se suele decir, al rebote- los que hasta ahora no han olido el balón, que son F, G, H e I, como poco, que no saben si comprar más paquetes de Dina-4 o hacer el pedido cuanto esté ya todo seguro. Por eso que tengo la sensación que la gente está con el freno de mano puesto, sin posicionarse mucho. Noto una especie de aburrida expectación pero sobre todo como una ralentización, como si estos días de entre medio no contaran. Fíjense si no que estamos ya a 20 días y yo mismo aún no he dicho ni palabra de quién será el o la que tire el chupinazo, con lo importante que eso es y con la ilusión que me hubiera hecho que Torrens lo hubiera delegado en un ciudadano ejemplar, que es lo que dijo que iba a hacer. Pues ni de eso hablamos ya, de aburridos que estamos, con lo bonito que hubiera sido que lo tirara, por ejemplo, un tal Jan Urban.