¡Camarerooooo!
Me imagino a Puras a punto de pedirse un plato combinado: “creo que me voy a decantar por un 17, aunque tampoco cierro la puerta a un 13, siempre y cuando me quiten la ensaladilla rusa, que se me hace mucho grumo, y me pongan un par de roquetas”. Y el camarero allá, impertérrito, que ya las ha visto de todos los colores: “entonces, ¿qué va a ser?”. Ahí es donde Puras empieza a dudar, aunque creo que este ya viene dudao de casa –es de suponer que la que se declaró fue su santa esposa-: “¿qué hago Alfonso, qué hago?”. Alfonso es su asesor de él, un tipo que se ha hecho mucho más famoso de la cuenta por la sencilla razón de que en lugar de apartarse cuando hay fotos de por medio –que es lo que hacen el 95% de los asesores- se asomaba o no se apartaba, que es lo mismo. Da igual, el caso es que se ha hecho medio famoso, el asesor, que a día de hoy no sabemos si es el que trata de resolver las dudas de su asesorado, el que se las crea o el que las traía preparadas de Madrid para que todo fuera como está yendo: esto es, de juzgado de guardia. El caso es que Alfonso, sea él o no el instigador, debería decirle: “Fernando, déjalo ya, no hace falta que dudes también en esto, que no hay micrófonos. Pídete un 13 o lo que te salga de los huevos, pero pide ya, que tengo hambre, y este buen hombre tiene trabajo”. Eso es lo que debería decirle, pero nunca lo sabremos. Aunque la sensación que tenemos es que –aparte de querer comerse todos los platos combinados y no pagar ninguno-, Puras –al menos en el no-papel que está representando hasta ahora- va a salir trasquilado haga lo que haga, tal vez no a corto plazo, pero sí a medio o largo. Porque en el fondo todos tenemos algo de camareros, mucho trabajo y no soportamos a los clientes tocapelotas y dubitativos. Y menos con asesor.
Me imagino a Puras a punto de pedirse un plato combinado: “creo que me voy a decantar por un 17, aunque tampoco cierro la puerta a un 13, siempre y cuando me quiten la ensaladilla rusa, que se me hace mucho grumo, y me pongan un par de roquetas”. Y el camarero allá, impertérrito, que ya las ha visto de todos los colores: “entonces, ¿qué va a ser?”. Ahí es donde Puras empieza a dudar, aunque creo que este ya viene dudao de casa –es de suponer que la que se declaró fue su santa esposa-: “¿qué hago Alfonso, qué hago?”. Alfonso es su asesor de él, un tipo que se ha hecho mucho más famoso de la cuenta por la sencilla razón de que en lugar de apartarse cuando hay fotos de por medio –que es lo que hacen el 95% de los asesores- se asomaba o no se apartaba, que es lo mismo. Da igual, el caso es que se ha hecho medio famoso, el asesor, que a día de hoy no sabemos si es el que trata de resolver las dudas de su asesorado, el que se las crea o el que las traía preparadas de Madrid para que todo fuera como está yendo: esto es, de juzgado de guardia. El caso es que Alfonso, sea él o no el instigador, debería decirle: “Fernando, déjalo ya, no hace falta que dudes también en esto, que no hay micrófonos. Pídete un 13 o lo que te salga de los huevos, pero pide ya, que tengo hambre, y este buen hombre tiene trabajo”. Eso es lo que debería decirle, pero nunca lo sabremos. Aunque la sensación que tenemos es que –aparte de querer comerse todos los platos combinados y no pagar ninguno-, Puras –al menos en el no-papel que está representando hasta ahora- va a salir trasquilado haga lo que haga, tal vez no a corto plazo, pero sí a medio o largo. Porque en el fondo todos tenemos algo de camareros, mucho trabajo y no soportamos a los clientes tocapelotas y dubitativos. Y menos con asesor.
2 Comments:
Jorge, te ha sobrado. Me parece la mejor crónica sobre el no-proceso de no-negociación del futuro no-Gobierno de navarra que he leído desde el infausto 27 de mayo.
Me he reído bastante. Qué gran columna.
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