Apaga y vámonos
Hace unos días estuve en Barcelona. Salí de casa de mi primo en la calle de l´Avenir el lunes por la mañana a comprar unos escargots en La Boquería y llegué de vuelta un jueves por la noche. Los escargots llegaron antes que yo, el martes al mediodía. Es que bajé al mercado andando, pero luego me monté en el metro y ahí la jodí. Bueno, pues entré en el metro y se cayó el andén, así que nos mandaron a todos al otro lado, pero yo soy muy torpe, entré en el agujero equivocado y me monté en un express que iba a El Prat, así que les di a los caracoles la dirección y les dije que se metieran en el frigo y no se movieran. En El Prat había una caída de electricidad y por tanto no funcionaban los vuelos urbanos –es una nueva modalidad para salir del paso- y para cuando quise coger el express de vuelta me dijeron que una explosión había reventado las vías. Salí a la calle y traté de coger un taxi, pero el ejército fusilaba a los que no hubieran llamado a Teletaxi. Había una cola que llegaba a Gavá y cadáveres en las aceras. Había también pillaje: comerciales de bancos y cajas ofreciendo créditos para comprar helicópteros. Y fogatas. La gente se tiraba a las ruedas de los autobuses y también entre ellos, por aprovechar. Creo que a lo lejos se atisbaba a la Ministra, que pedía paciencia y se movía en un patinete eléctrico. Después de tres días conseguí una bici –al 35% TAE de interés nominal- y pedaleé hasta que caí rendido delante de mi portal. No funcionaba el ascensor, ni la luz, y había un esqueleto entre el 1º y el 2º. Le mangué las bolsas del Mercadona. Abrí la puerta, el frigorífico, me zampé los escargots a la llauna y di las gracias por vivir en un país con tan buenas materias primas. Luego me fui a la Sagrada Familia. Llegué a tiempo de verla caer.
Hace unos días estuve en Barcelona. Salí de casa de mi primo en la calle de l´Avenir el lunes por la mañana a comprar unos escargots en La Boquería y llegué de vuelta un jueves por la noche. Los escargots llegaron antes que yo, el martes al mediodía. Es que bajé al mercado andando, pero luego me monté en el metro y ahí la jodí. Bueno, pues entré en el metro y se cayó el andén, así que nos mandaron a todos al otro lado, pero yo soy muy torpe, entré en el agujero equivocado y me monté en un express que iba a El Prat, así que les di a los caracoles la dirección y les dije que se metieran en el frigo y no se movieran. En El Prat había una caída de electricidad y por tanto no funcionaban los vuelos urbanos –es una nueva modalidad para salir del paso- y para cuando quise coger el express de vuelta me dijeron que una explosión había reventado las vías. Salí a la calle y traté de coger un taxi, pero el ejército fusilaba a los que no hubieran llamado a Teletaxi. Había una cola que llegaba a Gavá y cadáveres en las aceras. Había también pillaje: comerciales de bancos y cajas ofreciendo créditos para comprar helicópteros. Y fogatas. La gente se tiraba a las ruedas de los autobuses y también entre ellos, por aprovechar. Creo que a lo lejos se atisbaba a la Ministra, que pedía paciencia y se movía en un patinete eléctrico. Después de tres días conseguí una bici –al 35% TAE de interés nominal- y pedaleé hasta que caí rendido delante de mi portal. No funcionaba el ascensor, ni la luz, y había un esqueleto entre el 1º y el 2º. Le mangué las bolsas del Mercadona. Abrí la puerta, el frigorífico, me zampé los escargots a la llauna y di las gracias por vivir en un país con tan buenas materias primas. Luego me fui a la Sagrada Familia. Llegué a tiempo de verla caer.
1 Comments:
Muy bueno. Parece contado por el colega de Gurb.
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