Soñando voy
Hoy tenemos la clasificación de la Fórmula 1 y mañana a las 5 empieza el Almería-Osasuna, el Bengoetxea-Mikel Goñi y a las 6 la carrera de Brasil. Pienso llamar a TVE o a alguna tele local a ver si me dejan meterme en los estudios, en una de esas salas que tienen muchas pantallas, para no perder detalle. Sin embargo –con todo el respeto para el resto- me paice a mi que la Fórmula 1 va a arrasar, vamos, que mañana a las 6 va a ser una hora muy buena para robar. Veamos, hace unas fechas comentaba que me encantaría que Hamilton se diera un guaskazo y no se lo dio, pero aparcó en la gravilla, en su primer abandono de la temporada, lo que dio pie a que un amigo me escribiera diciendo que a ver si también le deseaba lo mismo para Brasil al niño de la grua, porque me otorgaba poderes casi proféticos. Pues no, era un simple deseo. Y para mañana no deseo que Hamilton se estampe, ni mucho menos. Mi estado ideal –el nirvana ni se le acerca- para mañana a eso de las 8 de la tarde sería un 0-2 en Almería, victoria de Goñi –ya lo siento, Bengoetxea, pero cada uno tenemos nuestros ídolos- y Alonso primero, Raikkonen segundo y Hamilton tercero. Vamos, lo más cerca que iba a estar al gol de Aloisi, aunque aquello no tenga parangón. Y que enfoquen al padre de Hamilton, que no le quiten ojo. Y yo venga de comer aceitunas a dos mofletes en pleno éxtasis. Ya, ya, ya sé que hay muchos a los que Alonso no les cae bien, pero a mi me pasa al contrario, lo cual me lleva a esta ensoñación de resultado que le obligaría al niño a subir al podio mientras Alonso festeja. Pero para eso primero hay que pasar por la clasificación de hoy, que es decisiva. Mira, aquí no le hago ascos a que Hamilton se escache contra algo y salga el noveno o así. Puestos a pedir, ¿no?
Hoy tenemos la clasificación de la Fórmula 1 y mañana a las 5 empieza el Almería-Osasuna, el Bengoetxea-Mikel Goñi y a las 6 la carrera de Brasil. Pienso llamar a TVE o a alguna tele local a ver si me dejan meterme en los estudios, en una de esas salas que tienen muchas pantallas, para no perder detalle. Sin embargo –con todo el respeto para el resto- me paice a mi que la Fórmula 1 va a arrasar, vamos, que mañana a las 6 va a ser una hora muy buena para robar. Veamos, hace unas fechas comentaba que me encantaría que Hamilton se diera un guaskazo y no se lo dio, pero aparcó en la gravilla, en su primer abandono de la temporada, lo que dio pie a que un amigo me escribiera diciendo que a ver si también le deseaba lo mismo para Brasil al niño de la grua, porque me otorgaba poderes casi proféticos. Pues no, era un simple deseo. Y para mañana no deseo que Hamilton se estampe, ni mucho menos. Mi estado ideal –el nirvana ni se le acerca- para mañana a eso de las 8 de la tarde sería un 0-2 en Almería, victoria de Goñi –ya lo siento, Bengoetxea, pero cada uno tenemos nuestros ídolos- y Alonso primero, Raikkonen segundo y Hamilton tercero. Vamos, lo más cerca que iba a estar al gol de Aloisi, aunque aquello no tenga parangón. Y que enfoquen al padre de Hamilton, que no le quiten ojo. Y yo venga de comer aceitunas a dos mofletes en pleno éxtasis. Ya, ya, ya sé que hay muchos a los que Alonso no les cae bien, pero a mi me pasa al contrario, lo cual me lleva a esta ensoñación de resultado que le obligaría al niño a subir al podio mientras Alonso festeja. Pero para eso primero hay que pasar por la clasificación de hoy, que es decisiva. Mira, aquí no le hago ascos a que Hamilton se escache contra algo y salga el noveno o así. Puestos a pedir, ¿no?
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