17 octubre 2007

Asco

Hay un blues muy famoso de Blind Lemon Jefferson que se llama Cuida que mi tumba se conserve limpia. Muchos artistas la han versioneado –entre ellos Lou Reed- y hasta El Maestro la incluyó en su primer disco. Supongo que los –prefiero no adjetivarlos porque luego dicen que escribo muchos tacos- que entraron el otro día en el cementerio de Burlada a patear cruces y lápidas no la han escuchado, pero ya tendrán tiempo. Como os van a pillar -porque os van a pillar- ya habrá ocasión. Y os van a pillar porque seguro que sois más de uno y cuando se es más de uno para hacer el cafre más tarde o más temprano alguno suelta una frase o pone una cara rara o hace el primo y se lo cuenta a más gente y lo que parecía el secreto mejor guardado acaba estando colgando de un hilo. Espero, también, que el solo pensamiento de que os van a pillar os ponga muy nerviosos y hasta os desquicie, fíjate. Porque el miedo es muy malo y hay que tener agallas para aguantarlo y seguir con tu vida como si no pasara nada. Pero pasa. Pasa que para mucha gente entre la que no me incluyo pero a quién le importa un cementerio es un lugar que les ofrece paz, recuerdos y una ayuda que ni vosotros ni yo ni nadie tiene derecho ni a criticar y, por supuesto, mucho menos a destrozar como si fuese una puta papelera. Así que soy uno de los miles que está ardiendo en deseos de que os pesquen, así tengáis 14 años y así fuerais puestos de lo que fuerais hasta los alvéolos. Si no sabéis beber o poneros, os quedáis en casa, asquerosos. Espero, también, que os metan en alguna tumba un par de días bien sobrios. A uno en cada cementerio perfectamente solitario que encuentren en Navarra, en la montaña o donde sea. Con aire, eso sí, para que no os pase nada, nada más allá del terror y la vergüenza. Qué asco de gente.