08 noviembre 2007

Gato encerrado

El gato de la vecina se ha vuelto a escapar. Oíamos: ¡¡¡Sarkozy, Sarkozy, ven!!! Hay que ver los nombres que le pone la gente a los gatos, le digo a mi rival. Que no, atontao –me contesta-, que el gato se llama Mitxin, lo que pasa es que la señora se metió una sobredosis de televisión en directo con Sarkozy en plan Ti2 en el Chad y ya ves, se piensa que va a venir a rescatarle el gato, que seguro que anda por ahí ronroneando con todo lo que se mueva y sea gata. ¿Quién, el gato o Sarkozy? Los dos, bobo, ¡venga a la cama!. Me quedo pensativo y no veo por qué no va a poder Sarkozy encontrar al gato. Sueltas una noche a Sarkozy en los tejados de lo Viejo y te encuentra lo que haga falta, te lo trae a casa, te da dos besos, le invitas a un Kas, se pone otra vez la capa y sale volando por la ventana y mientras Zapatero en el sofá dormido dando cejazos. Ya vi yo también cuando bajaba el primero el avión con las azafatas detrás y cómo le saludaba Zapatero y como luego Zapatero besaba una a una a las azafatas antes de que las pobres se pudieran echar en brazos de sus familias. Qué diplomacia, dios mío. Digo la de ellas, que soy yo y le meto un empellón al político de turno –sea Zapatero o el que sea- que despega. ¿Qué les cuesta hacerse a un lado y que se abracen con sus familias y luego ya les saludarás si hay tiempo y ocasión? Pues no, ahí, el primero, que se me vea bien lo mucho que hemos trabajado. Hombre, faltaría más, para eso estáis, no para otra cosa. Pero bueno, hay que entenderle, no se iba a llevar todo el mérito Nicolás I El Rescatador. Que, por cierto, ha dicho que va a volver al Chad a por el resto de franceses, “hayan hecho lo que hayan hecho”. No es poco fantasma y colonialista el tío. ¡Anda, ya ha vuelto el gato!: “Mejor volver que besar a Zapatero”.