Habla
No pude ver a Zapatero. Es que hemos pasado a la segunda fase del campeonato de mus y tenemos muchos pequeños detalles que entrenar. Yo, por ejemplo, no sé guiñar el ojo. Bueno, saber sí sé, el problema es que cuando lo guiño me denuncia todo el bar –ellas y ellos- por acoso sexual, de tan mal y tan evidente que lo hago. Entonces, opto por no pasar treintayunas. Fruto de ese déficit gestual, me acobardo, a tal punto que pierdo confianza en mi mismo y tampoco paso ni reyes, ni ases ni duples. Vamos, que mirarme a mi jugando al mus es un acto tan inútil como lo fue el de ese o esa que le preguntó a Zapatero por qué gobierna UPN, que Zapatero enarcó las cejas –en algunos sitios dos caballos, en otros duples- y siguió a lo suyo, como si no hubiera pasado nada. El de la pregunta se tuvo que quedar como se suele quedar mi compañero, que me pregunta ¿qué?, le digo que ¿qué de qué?, me contesta que si llevo algo y le acabo diciendo que tú solo. Solo se tuvo que sentir ese ser, allá, en el ancho del Labrit –Chivite comentó que era un polideportivo. A saber: pelota, levantamiento de vidrio en barra fija y lanzamiento de humo de puro-, rodeado de centenares de ojos clavados en su cara. Si al menos Zapatero le hubiese contestado así es la vida ese ser humano se hubiese marchado a casa con la sensación de que vive en un mundo en el que cuando preguntas algo cortésmente se te responde, aunque sea tú solo o así es la vida. Así es la vida, que ya no te puedes fiar ni de tu compañero de partida, que te crees su careto, cortas, envidas y al final resulta que tiene tanto miedo que no tiene ni una sola de las cartas que habías creído intuir, por no hablar de la falta de confianza en sí mismo. Eso estamos entrenando. Ayer me preguntó 100 veces ¿qué? y en 99 le dije habla.
No pude ver a Zapatero. Es que hemos pasado a la segunda fase del campeonato de mus y tenemos muchos pequeños detalles que entrenar. Yo, por ejemplo, no sé guiñar el ojo. Bueno, saber sí sé, el problema es que cuando lo guiño me denuncia todo el bar –ellas y ellos- por acoso sexual, de tan mal y tan evidente que lo hago. Entonces, opto por no pasar treintayunas. Fruto de ese déficit gestual, me acobardo, a tal punto que pierdo confianza en mi mismo y tampoco paso ni reyes, ni ases ni duples. Vamos, que mirarme a mi jugando al mus es un acto tan inútil como lo fue el de ese o esa que le preguntó a Zapatero por qué gobierna UPN, que Zapatero enarcó las cejas –en algunos sitios dos caballos, en otros duples- y siguió a lo suyo, como si no hubiera pasado nada. El de la pregunta se tuvo que quedar como se suele quedar mi compañero, que me pregunta ¿qué?, le digo que ¿qué de qué?, me contesta que si llevo algo y le acabo diciendo que tú solo. Solo se tuvo que sentir ese ser, allá, en el ancho del Labrit –Chivite comentó que era un polideportivo. A saber: pelota, levantamiento de vidrio en barra fija y lanzamiento de humo de puro-, rodeado de centenares de ojos clavados en su cara. Si al menos Zapatero le hubiese contestado así es la vida ese ser humano se hubiese marchado a casa con la sensación de que vive en un mundo en el que cuando preguntas algo cortésmente se te responde, aunque sea tú solo o así es la vida. Así es la vida, que ya no te puedes fiar ni de tu compañero de partida, que te crees su careto, cortas, envidas y al final resulta que tiene tanto miedo que no tiene ni una sola de las cartas que habías creído intuir, por no hablar de la falta de confianza en sí mismo. Eso estamos entrenando. Ayer me preguntó 100 veces ¿qué? y en 99 le dije habla.
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