La oreja
Una estadounidense va a clonar a su perro, llamado Blogger, por 102.000 euros. La fotocopia la van a hacer unos surcoreanos, gracias a que la dueña de Blogger le cortó un trozo de oreja antes de que muriera. Con esos tejidos bien guardados se va a poder clonar al bicho, en la primera clonación canina por encargo de la historia. Me estoy acordando de La Oreja de Van Gogh. Si le hubieran cortado un cacho de la belarri a Amaia Montero antes de pirarse ahora ya tendrían a una nueva Amaia dispuesta a cantar espléndidamente durante al menos otros 11 años hasta que a la clon también le diera por buscar nuevos horizontes musicales –Amaia 1 y Amaia 2 se juntarían en un dúo, Las dos orejas-. Se habrían evitado la pesadez de los castings. Perdonen, que sangro. Nada, mi rival, que me acaba de pegar un tajo en la oreja. Que dice que a ver si me había creído que cuando yo palme se va a poner a cocinar, que ni de coña. Le digo que no le serviría de nada, porque, según he leído, los clones no tienen memoria y por tanto tendría que aprender otra vez a hacer la tortilla de patata, con lo que me costó. Ha tirado el cacho de oreja por la ventana y ahora mismo la policía lo está silueteando con una tiza blanca, en el que es el primer caso de asesinato de un clon de la historia. Han subido a casa y me han preguntado si quiero presentar cargos contra mi rival. Les he dicho que sí, que por supuesto, y se la han llevado esposada. Aprovechando, le he cortado un trozo de oreja con el cúter que usa para hacer cuadros con telas y ahora estoy aquí, mirando el tupper, calculando qué año podré tener los 102.000 euros que cuesta la operación. No me quedó otro remedio. Es que Michelle Pfeiffer no se ha dejado cortar sus orejas. He tirado la oreja por la ventana y me he entregado.
Una estadounidense va a clonar a su perro, llamado Blogger, por 102.000 euros. La fotocopia la van a hacer unos surcoreanos, gracias a que la dueña de Blogger le cortó un trozo de oreja antes de que muriera. Con esos tejidos bien guardados se va a poder clonar al bicho, en la primera clonación canina por encargo de la historia. Me estoy acordando de La Oreja de Van Gogh. Si le hubieran cortado un cacho de la belarri a Amaia Montero antes de pirarse ahora ya tendrían a una nueva Amaia dispuesta a cantar espléndidamente durante al menos otros 11 años hasta que a la clon también le diera por buscar nuevos horizontes musicales –Amaia 1 y Amaia 2 se juntarían en un dúo, Las dos orejas-. Se habrían evitado la pesadez de los castings. Perdonen, que sangro. Nada, mi rival, que me acaba de pegar un tajo en la oreja. Que dice que a ver si me había creído que cuando yo palme se va a poner a cocinar, que ni de coña. Le digo que no le serviría de nada, porque, según he leído, los clones no tienen memoria y por tanto tendría que aprender otra vez a hacer la tortilla de patata, con lo que me costó. Ha tirado el cacho de oreja por la ventana y ahora mismo la policía lo está silueteando con una tiza blanca, en el que es el primer caso de asesinato de un clon de la historia. Han subido a casa y me han preguntado si quiero presentar cargos contra mi rival. Les he dicho que sí, que por supuesto, y se la han llevado esposada. Aprovechando, le he cortado un trozo de oreja con el cúter que usa para hacer cuadros con telas y ahora estoy aquí, mirando el tupper, calculando qué año podré tener los 102.000 euros que cuesta la operación. No me quedó otro remedio. Es que Michelle Pfeiffer no se ha dejado cortar sus orejas. He tirado la oreja por la ventana y me he entregado.
1 Comments:
Vaya imaginacion. Me parto.
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